Mientras Carolina Cárdenas Crespo, cardióloga de una clínica conocida de Cali, se encuentra en Cartagena conversando, bebiendo café y comiendo casquitos de guayaba, cortado de leche de cabra, calandraca y crema de café en casa de su ex-compañera de colegio, Consuelo Cordero de Carrazco (ama de casa, casada con Claudio Carrazco Correa, co-director de un colegio cartagenero), la campana de la Cateral le recuerda a Carolina que tiene que llamar a Carlos Campos Cuevas, su novio. Carlos es también cardiólogo como Carolina y cuenta con su propia clínica en Cali.
¡Ay! Carolina no quiere ser cobarde, pero no es capaz de coger su móvil para hablar claro con
Carlos. Más bien, Carolina le enviará por correo electrónico a
Carlos una carta. ¡Cuánta congoja carga a cuestas su cansado
corazón! Carolina ya no quiere ni candelabros de cobre ni collares
de camafeo ni cortinas de crepé fino ni cuadros caros ni cama de
caoba; sólo quiere cortar de cuajo su relación caótica con el
carismático de Carlos, pero él tiene otra cara: es
caprichoso, colérico, codicioso, controvertido, canalla, cretino,
controlador, criticón y lo que es peor, es un Casanova del
carajo.
Carolina le cuenta a Consuelo que quiere escribirle una carta a Carlos. Consuelo prende su computadora y Carolina comienza a escribir
calmadamente. Cuando está lista le lee su carta a Consuelo porque confianza hay entre las dos. La carta dice así:
Carlos:
Mi
carta es corta pero concisa. No habrá casamiento porque no quiero
cubrir más mi corazón acongojado y en crisis por tus caracajadas
camaleónicas. No concibo compartir más mi vida contigo. Es una
catástrofe como te comportas conmigo. Deshago nuestro compromiso.
Considero que es lo mejor. No estoy contenta contigo, pues tú eres
un cazador de mujeres coquetas. Tus concubinas con voz de caramelo
callan por conveniencia. Tú compras sus caricias y su cariño
mientras las colmas de regalos caros. Carlos, yo no soy cualquiera.
Conseguiré nuevamente ser la capitana de mi caravela. Mi cabeza me
dice con toda claridad que tú no me convienes. Hasta un cambio de
casa y de clínica me haría bien. En la clínica Cartagena del Mar
buscan cardiólogos. He mandado mi curriculum vitae. Yo soy
competente en mi campo como tú.
Un cordial
saludo,
Carolina
Después de que Consuelo escuchara el
contenido de la carta le dijo a Carolina:
- ¡Caray! ¡Qué cosa!
Ni se te ocurra claudicar ni perder el control ni dejarte confundir
ni perder la cabeza por Carlos cuando lo veas y converses con él
cara a cara. Es conflictivo y no te conviene, Carolina.
-
Te haré caso, Consuelo. Seré consecuente - le contestó Carolina.
Cuando terminó Carolina de decir esto, hizo clic sobre una tecla del
teclado de la computadora de Consuelo y le envió su carta a Carlos.
Carlos, después de leer la carta, montó en cólera y para
sacarse este clavo caliente clavado en su corazón, canceló la
conferencia que tenía con otros cardiólogos y cogió su carro
mientras cantaba con rabia la canción "La camisa negra" y se fué al Club "Cocodrilo"
para tomar allí toda clase de cócteles como:
Casino, Caipiriña, Cocuba, Cosmopolitan, Cuba Libre, Crema de cacao
al whisky, Claridge, Clover Club, Cocotel, Cola de Mono, etc.
En ese club se encontrará con su nueva compañera de cama, Carla
Castillo Contreras, una cantante costarricense que vive en Caquetá.
En el club "Cocodrilo" está contratada por cuatro meses.
Allí Carla canta canciones románticas; es una cuarentona coqueta y
un poco casquivana. A cada rato va de compras; tiene una colección
de collares, pelucas, carteras, zapatos de tacón y ropa cara de
todos los colores. Estuvo casada con Cándido Camaño Colina,
un comerciante colombiano, común y corriente. Su ex-esposo, fué poca cosa para Carla. Carla me ha confesado que quiere
conquistar a Carlos cueste lo que cueste. Quiere contraer matrimonio
con el cardiólogo más conocido, no sólo de Cali, sino de todo
Colombia.
¡Ah! les cuento que Carolina consiguió trabajo en la
clínica cartagenera. Y ahora Carolina está en Cali empacando.
Consuelo está con ella. Un camión vendrá
en cuatro días para recoger sus cosas de la casa de Carlos. En pocos
días Carolina comenzará sin dolores de cabeza y
sin carencias de cariño su nueva vida en
Cartagena .
¿Cómo concluirá este
culebrón? Los dejo curiosos.
Marisol