jueves, 18 de abril de 2024

Huellas






El Destino no estaba bromeando; hablaba en serio cuando me encontró mirándome hacia adentro ... en ese lugar donde sólo él y yo nos podemos encontrar a escondidas como dos buenos amantes. Después de abrazarnos me miró a los pies y me dijo, que mis mejores huellas, hasta ahora, son aquellas que han dejado marcas de alegría y esperanza en el corazón de otros. No sé si el tuyo se dé por enterado y le dé la razón al Destino, al mío, en especial. Pero, en caso tus pisadas sean igual de reales que las huellas de tus sueños, entonces, me podrás entender, o mejor dicho, podrás descifrar, sin querer o a propósito, las huellas dejadas de tu existencia sobre el camino recorrido no sólo de tu vida, sino de la de otros. Esos otros que figuran como padres, hermanos, amigos, vecinos, colegas y un largo etcétera de seres humanos que se hacen presentes en nuestros caminos de vida desde nuestro primer llanto hasta nuestro último suspiro.

Pues bien, Iris se miró a los pies; se les veía agotados de haber caminado miles de kilómetros desde el mismo día que aprendió a dar sus primeros pasos. Esos pasos, primero, inseguros, y luego, que con el tiempo comenzaron a transformarse en huellas decididas y fuertes, pero también, algunas veces, tímidas, y cuando las fuerzas le fallaban sus huellas se veían borrosas. Sé también que cuando las huellas de Iris se vuelven retraídas o desconfiadas, no radica precisamente en los zapatos que ella usa, sino, más bien, en las huellas dejadas por otros en su corazón. Y es que a Iris no le gusta que la traten mal. Ni a ella ni a nadie de nosotros. 

Quizás éste es el momento de vernos a los pies para saber concretamente si éstos nos piden hacer un alto en el camino de nuestras vidas. Y si nuestros pies nos piden también mirar hacia atrás para ver con claridad el color de huellas que nosotros hemos dejado y seguimos dejando no solamente en el corazón de otros, sino en el nuestro también, entonces hay que tomarlos muy en serio. ¿Y sabes por qué? porque las huellas del hombre sobre el hombre son eternas y porque no hay ningún destino que se haya cruzado impunemente con el nuestro. Nuestras historias de vida se mezclan por uno u otro motivo haciendo que nuestras huellas se rocen, se abracen, se besen, se odien o se amen entre ellas.

¡Ay, cuánto camino ha recorrido Iris! Y es que la vida de ella como la de cada uno de nosotros es, en realidad, un camino, hacia nosotros mismos. Es ese camino que se convierte en ensayo o quizás en boceto. En todo caso ese camino, marcado de millones de huellas, nos lleva a elevarnos, a superarnos mientras aprendemos a reconocer nuestros logros y derrotas aunque estas últimas tengan más dignidad que la misma victoria. Esa victoria que, por momentos, es insolente y arrogante. Pero este es otro tema...

Antes de terminar, lo único que deseo es dejar mis huellas en tu corazón, querido lector. Es más, he de decirte que Iris nunca se ha dado por vencida (se lo tiene prohibido) ni ahora ni nunca. Ella prefiere cojear por su camino de vida que avanzar a grandes pasos fuera de él. No sé, si tú también, querido lector, desees hacer lo mismo que Iris. Yo, en todo caso, me uno a ella en un abrazo por ser ella mi Alter Ego, sobre todo, cuando sé que el Destino nos ha pedido a las dos que no miremos nunca de dónde venimos, sino a dónde vamos. Él nos ha pedido también que inventemos nuestro camino de vida. Y es que sólo unos pocos encuentran su camino, otros no lo reconocen cuando lo encuentran o lo que es peor, otros ni siquiera quieren encontrarlo. Y terminan sin dejar ninguna huella ni en su propia vida ni en la de otros. Y tú, querido lector, ¿cuál es la huella que deseas dejar antes de despedirte de este mundo?


MARiSOL