Entre la memoria y el olvido tu nombre, voz e imagen perdurarán para siempre, mi querida amiga María Antonia... Recuerdo el día que cumplí 50 años. Era un sábado muy frío y había nieve. Era época de gripe y tú habías caído en cama. Si bien fiebre ya no tenías, afónica sí que estabas. Me llamaste para disculparte porque no podrías venir a mi fiesta de cumpleaños que, por cierto, lo celebraría en un restaurante peruano junto con gente amiga de Berlín y familiares venidos desde lejos, entre ellos mi hermana melliza, cual invitada especial, y hermano que habían llegado con sus respectivas parejas. Mis suegros habían llegado también para este evento que mi esposo y una amiga habían organizado para mí con tanto cariño.
Es así como hoy día, 24 de febrero, te pienso, querida María Antonia. Ecos del ayer se hacen presentes para recordarme tu hermosa amistad. Pues bien, sigo con mi recuerdo... Ese día de mi 50. cumpleaños por la mañana me llamaste por teléfono para decirme que no podrías venir. Y yo, si bien, te dije que no te preocuparas porque tu salud tenía prioridad, en ese momento, pena sentí que no pudieras cantar ante el público invitado. Y, sin embargo, mi pena duraría sólo unas pocas horas, porque ya estando en el restaurante mientras yo recibía a mis invitados, ví que un taxi había parado frente a la puerta de éste y tú bajabas bien abrigada portando entre tus brazos un ramo de flores, tu cartera y una funda grande para trajes. Allí adentro transportabas un vestido largo. Me quedé atónita por la sorpresa que recibía en ese momento. Tú, a pesar de estar bastante afónica habías llegado a cantar. Sin embargo, cuando entraste con un hilo de voz me dijiste que yo no me preocupara porque habías traído un CD. Y como el restaurante tenía un equipo para poner CDs no hubo ningún problema para que tú, María Antonia, hicieras fonomímica de tu propia voz mientras músicos te acompañaban en esa grabación. Después te fuiste rápidamente al baño a cambiarte de ropa. Al salir de éste lucías espectacular con un vestido largo de color azul y verde. Habías traído también un micrófono de plástico de color rojo de una nietecita tuya para poder hacer tu show de "Patty Candela". Pusiste a bailar y a cantar a varios de los invitados.
Querida amiga, en esa época tenías 76 años. Impactaste a más de uno como a mí no sólo en ese momento tan especial. Ha sido una imagen que me ha acompañado siempre porque me demostraste con creces que fuiste una amiga inimitable. Después de esa experiencia hecha, con el tiempo yo te pude retribuir mi amistad y ponerla a prueba... entrar en detalles no es necesario por todo lo vivido en este último tiempo a tu lado. Sólo mencionar que así como tú me sorprendiste con tu regalo de cumpleaños al llegar de sorpresa para celebrar juntas mis 50 primaveras, yo te hice un regalo y fue el de acompañarte junto con tu querida hija en el camino final de tus 93 primaveras mientras tu alma se alistaba a partir entre el alba y el crepúsculo del 6 de febrero pasado.
Es así, como hoy, al cumplir yo 67 años, evoco tu nombre, voz e imagen porque si invierto esta cifra al revés me da 76 como cuando con esa edad tú me hiciste un hermoso regalo y fue el de sorprenderme en ese cumpleaños inolvidable de hace 17 años. Sinceramente fuiste y seguirás siendo inimitable por ser quién fuiste y por tu historia de vida conocida por todos los que te quisimos, admiramos y tuvimos como amiga.
MARiSOL
https://youtu.be/6lVcixFyVB8?si=EJ3KN6yJXYW2xcs7