Esta es la historia de Kirlia, una lechuza hembra y Suzume, un búho macho. Ambos viven en el mismo bosque y son amigos. Los animales del bosque les temen porque su canto suena siniestro presagiando mala suerte o muerte. En verdad, así es, porque ambos no sólo son aves de rapiña, sino que trabajan para una bruja, llamada Vilma, que vive al final del bosque en una cabaña. La tarea de Kirlia y Suzume es la de traerle a la bruja ya sea insectos, peces, lagartijas, ratones u otros animales para sus pócimas y elíxeres que ella prepara para hacer distintos tipos de hechizos, ya sea buenos o malos que la gente del pueblo le pide hacer por algún motivo personal.
Bueno pues, haz de saber que Kirlia y Suzume han hecho un trato con Vilma. Ellos matan distintos animales a pedido y cumplen su misión sin poner ninguna objeción, porque Vilma les ha prometido, llegado el momento, en convertirlos en seres humanos.
Mientras Kirlia no ve las horas de convertirse en una mujer atractiva, inteligente y con poder económico, Suzume tiene sus dudas porque el mundo de los seres humanos es muy conflictivo y no precisamente resulta muy alentador vivir en un mundo competitivo, de enfermedades y guerras. Su bosque, en comparación, es un lugar relativamente tranquilo, donde él se mueve seguro en la oscuridad de la noche. Mmmm... el mundo de afuera no le atrae del todo. ¡Ay! si Kirlia deja el bosque, él se quedaría solo. Seguramente éste sería el precio que él tendría que pagar al renunciar a convertirse en ser humano. Y es que el gran obstáculo que él ve, sin temor a equivocarse en su idea, es que la inteligencia humana se caracteriza por una terrible incompresión natural de la vida.
Mientras Suzume está cavilando, se le acerca Kirlia y le pregunta en qué piensa.
- ¿Sabías que conocimiento no es lo mismo que sabiduría? - le preguntó el búho a la lechuza.
- ¡Díme cuál es la diferencia! - le contestó Kirlia curiosa y expectante de la respuesta de su amigo.
- Mientras el conocimiento nos sirve para ganarnos la vida, la sabiduría nos ayuda a vivir - le respondió Suzume y luego agregó - No solamente hay que alcanzar la sabiduría, sino que es necesario saber hacer uso de ella.
- ¿Qué te pasa? ¿No quieres convertirte en ser humano? - le preguntó sorprendida Kirlia.
- Creo que no. Como búho te digo llevado por mi instinto que si me convierto en hombre dudo en poder ser un hombre sabio. Y a esto yo le temo - respondió Suzume preocupado.
- Pues, yo me arriesgaré - le contestó Kirlia muy segura de sí misma - Yo haré la experiencia te guste o no, querido amigo.
- Pero, ¿por qué? - le preguntó Suzume, el búho.
- Pues, porque, al fin y al cabo, la sabiduría es hija de la experiencia - le respondió Kirlia - Y yo no solamente la quiero hacer, sino que quiero ver hasta dónde llego yo con mis equivocaciones. He de hacerlas. Además, quiero salir de este bosque que me oprime. Es muy oscuro. Quiero luz y conocer otros lugares y sólo como ser humano lo conseguiré.
- Tú eres, entonces, más valiente que yo - le dijo Suzume a Kirlia.
La lechuza se rió y le dijo:
- Mientras tú sigues reflexionando si quieres convertirte en hombre o no, yo saldré de este bosque y regresaré a visitarte.
Y mientras Suzume ululaba fuerte asustando a los animales del bosque, Kirlia sabía, que tarde o temprano, dejaría de ser ave de rapiña. Pero, ¡cuidado! que como ser humano podría también serlo ...
MARISOL
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