jueves, 22 de marzo de 2012

Disfrutando el momento


Sara y Manuel se citaron para conversar. Tenían mucho que decirse aunque  contaran con pocas horas a su disposión. El hecho de estar juntos (aunque después cada uno de ellos dos regresara a sus respectivos caminos de vida), era el regalo más grande que ambos se pudieron dar. ¡Tanto tiempo había pasado desde que ambos habían sido pareja! Y aunque la ruptura había sido dolorosa, sobre todo, para ella (él la dejó por otra), no habían logrado dejar de pensar el uno en el otro.  Y es que el amor puede llevarnos por caminos insospechados...

Y ahora después de más de treinta años ellos dos se reencontraron. El ambiente era propicio para conversar... pero ellos dos sabían que aparte de querer recordar lo vivido, de analizar sus vidas en retrospectiva, el presente no permitía cabida para promesas de amor. Cada uno de los dos tenía su respectiva pareja e hijos ya adultos y vivían en distintas ciudades. En fin, ellos eran felices a su manera. Por lo menos, lo intentaban.

- ¿Qué es la felicidad? - le pregunta Manuel a Sara en un momento donde sus ojos se encuentran... en el fondo de sus almas.
- La felicidad la entiendo como un estado de ánimo; cuando una persona se siente en paz consigo misma porque cree haber llegado a la meta deseada. Y ésta le proporciona satisfacción y alegría - le responde Sara sonriendo.
- Tu respuesta es de diccionario - alega Manuel. Continúa hablando - Tú y yo estamos de acuerdo en que queremos ser felices, pero en cuanto queremos intentar aclarar esta palabra, empiezan las discrepancias.
- Es cierto - dice Sara. Tal vez hay que asumir la vida tal como es y hacer de ella  lo mejor que podemos teniendo una actitud positiva.
- ¿Sabías que en Oriente la felicidad se concibe como una cualidad producto de un estado de armonía interna que se manifiesta como un sentimiento de bienestar que perdura en el tiempo y no como un estado de ánimo de origen pasajero como se le define en Occidente? Manuel la mira a los ojos. Está serio.
- Yo no me he reúnido contigo para hablar sobre la felicidad, Manuel. Ahora Sara está seria también. No tiene ningún sentido hacernos esta pregunta. Lo que pudo haber sido si hubiéramos quedado juntos... mmmm... la oportunidad la tuvimos. Recuerda que fuiste tú quien terminó conmigo. No yo.
- Tienes razón. Perdona - dice Manuel. Disfrutemos este momento.
Sara agradecida de escuchar estas palabras, levantó su copa para brindar.  Manuel hizo lo mismo. No valía la pena tirar a la felicidad por la borda.

Marisol