Las agujas del reloj de la vida se están rebelando contra mí porque no tienen ningunas ganas de seguir marcando el paso del tiempo, del mío, en realidad. Es como si ellas se hubieran quedado sin cuerda, sin batería y/o sin voz, por mi culpa. Y mientras las agujas del reloj me miran de atrás para adelante o mejor dicho, de mi pasado a mi presente, yo no sé ya como matar el tiempo o no será que quise decir: ¿matar al tiempo? Acaso, ¿las agujas del reloj de la vida cargan culpa con mis ideas? Yo creo que, más bien, soy yo la que carga con mucha culpa por haberme convertido en un reloj sin agujas. Y si un reloj no cuenta con agujas, el tiempo se vuelve completamente inútil tanto como si anda como si está parado. Es más, a un reloj sin agujas le es completamente indiferente si el mundo está dividido en hombres y mujeres, en seres satisfechos o infelices, si somos idealistas o realistas, si existen guerras o sólo paz.
¡Ay! las agujas del reloj de la vida
no desean pelearse conmigo, pero están preocupadas al ver que yo me he vuelto indiferente ante el reloj de mi propia
vida. Las agujas del reloj de la vida me advierten en no malgastar mi tiempo
porque, al final, mi vida está formada entre el mismo tiempo y el
espacio de mis ideas ... esas ideas que me piden estimular más mis sentidos
en lugar de pretender tener siempre mis ideas claras. ¿Y yo qué estoy haciendo? Quizá lo mejor es
de privarme de algunas ideas que me perturban y aprietan la garganta de mi alma, en este momento,
mientras yo observo cómo las agujas del reloj de la vida siguen marcando el
curso de mi vida, siguen midiendo mis sentimientos y están muy atentas al mecanismo interior de mi alma porque ésta se está convirtiendo en una máquina de precisión muy compleja que se ha dedicado sólo a trabajar y ha dejado de vivir como antes ... cuando ese antes era no sólo generoso conmigo, sino también justo.
Y mientras yo farfullo palabras entrecortadas y difíciles de entender, las agujas del reloj de mi vida saben que yo no soy mala gente ni con la aguja pequeña que marca las horas de mi vida ni con la aguja grande que marca mis minutos ni menos con la aguja segundero que va más rápido que mis propias ideas ... Pero, para corroborar mis ideas, ¿qué sugerencias me das tú, querido lector? Acaso, ¿prescindir de un reloj sin alarma porque mis propias ideas son las que me han despertado no a la vida, sino a la realidad que me toca ahora vivir? Y mientras yo espero por tu respuesta, las agujas del reloj de la vida siguen marcando mis palabras o la configuración acústica de mis ideas. Tic, tac, tic, tac.
MARiSOL
Acá dejo un hermoso bolero que no tiene nada que ver con este cuento mío,
pero como me gusta mucho, lo comparto.
Imagen sacada de Bing titulada "La persistencia de la memoria"
o "los relojes blandos" pintado por Salvador Dalí en 1931