Pareciera como que la conciencia de la humanidad entera estuviera en desuso o lo que es peor, va de desvarío en desvarío y no se detiene a pensar que va camino al abismo... a ese abismo donde en el fondo de éste les pido a gritos aprender a comprenderse mejor a ustedes mismos y a su entorno. Demás está decir que diversas corrientes filosóficas y científicas han tratado de descifrar el misterio de la existencia de la humanidad y de su relación directa con el universo... ese universo vestido de misterio y energía... allí donde radica la realidad más profunda. Y, sin embargo, no todos entienden que la conciencia no se reduce a sólo algo intelectual. Va más allá... allá donde cruje dentro de cada ser humano una energía... esa energía innata que pone todo en movimiento como los pensamientos y emociones.
Ana María intuye que la conciencia, la suya, sobre todo, no sólo actúa desde una dimensión inmaterial, sino que usa la energía como lenguaje mientras se pregunta si será cierto que todo lo que la rodea es energía. ¿Tú que opinas, querido lector? Yo, pienso que sí, sobre todo, si los átomos de tu cuerpo son los mismos de los que está hecho el universo.
- ¿Sera cierto que al estar todos conectados por los mismos elementos, todo lo que hacemos tiene un impacto en el otro? - me pregunta Ana María. Siento que ella está despertando y ya no va a ciegas por la vida. Sonrío aún más cuando ella me pregunta si los seres humanos deben ser comprendidos como parte de una inteligencia superior.
En caso no sepas quién soy, querido lector, te hago saber que soy aquella conciencia que existe más allá de la mente y el cuerpo físico de todo ser humano. Soy quien te hace experimentar la sensación de paz profunda, claridad mental y comprensión intuitiva de la vida y sus misterios. A través mío tanto Ana María como tú, querido lector, desaparecen las limitaciones del ego y los hago sentir uno con todo lo que los rodea aún más allá de la misma vida.
- Quizá pongas en duda lo que acá te digo - le dije a Ana María quien me escucha en silencio. Pero, ¿no crees que hay algo más allá de la muerte física? Si te dijera que la conciencia es una entidad separada que puede existir independientemente del cuerpo físico, ¿me creerías, querido lector?
Ana María ya está despertando aunque, por momentos, le cueste todavía comprenderme del todo porque no sabe exactamente lo que es la física cuántica, esa rama de la física que estudia el comportamiento de la materia y la energía a nivel subatómico. Y es que en la física cuántica todo en el universo está hecho de partículas subatómicas que interactúan entre sí. Lamentablemente debido a las limitaciones de las leyes de la física y de su propia mente no es capaz todavía de comprender y explicar lo que es la supraconciencia, es decir yo. Soy quien podría ayudar a Ana María como también a ti, querido lector, a encontrar un sentido más profundo de propósito y significado en sus vidas. Soy ese mar de energía e información ilimitada que cuenta con sus propias leyes y que no tienen nada que ver con el paradigma materialista, ése que es la base de todo lo que a ustedes les rodea.
- Acaso, ¿es un error pensar que todo gira en torno a lo externo y a lo material, incluyendo mis problemas y sus posibles soluciones? - pregunta tímidamente Ana María. Después de escucharla le hago saber que no es un error. Todo lo contrario. Lo que pasa es que la humanidad se centra en lo de afuera y olvida el mundo interno del autoconocimiento.
Ana María, después de guardar silencio por un momento, me pregunta si tanto ella como todos deberían cambiar sus bases para ir hacia un paradigma energético para así poder ser capaces de acercarse cada vez más a la comprensión no sólo de sí misma, sino también de la realidad. Ana María está despertando porque está entendiendo que ni sólo tiene un cuerpo ni es sólo un cuerpo.
Finalmente le hago saber que desde sus pensamientos, emociones, palabras y actos no sólo ella genera una energía que se convierte en existencia porque el secreto de la existencia no consiste sólo en vivir, sino en saber para qué se vive. Te has preguntado, querido lector, por qué en lugar de avanzar, muchas veces retrocedes, por qué ya no hay más asombros en tu mirada, por qué, por momentos, estás a ciegas, por qué a la maldad la contemplas como hipnotizado.
Pues bien, aunque nadie lo diga en voz alta, te hago saber, querido lector, que la conciencia no sólo es la presencia de Dios en el hombre, sino que la conciencia es el mejor libro moral que la humanidad tiene. Nunca olvides que tu conciencia es el centro más secreto del hombre, el santuario en el que está solo con Dios y en el que su voz se hace oir. Pues sí, yo soy la voz de tu alma, soy esa voz interior que te advierte que alguien te puede estar mirando, es decir, yo, tu Supraconciencia... soy el nivel más elevado de la mente humana que contiene todas las posibilidades y caminos que todos ustedes pueden explorar. Soy como el campo infinito de opciones disponibles para ti, querido lector. Lo mismo para Ana María. Y mientras termino de hablar, ella experimenta una sensación de paz profunda porque sabe que mientras esté en vida me puede buscar a través de la meditación o de la oración y cuando muera sabe que no será el final de su existencia porque soy esa energía sutil, eterna, omnisciente y omnipresente que trasciende la mente y cuerpo. Soy esa energía que la conectará siempre con el universo. Por este motivo, te pido, querido lector, que eleves tu alma a un estado supremamente pacífico y energético para ayudar a que la humanidad se supere a sí misma y logre encontrar su auténtica identidad que es eterna para lograr dominar al ego, ese ego que finalmente domina a los seres humanos impidéndoles ser felices e impidiendo que la Tierra sea ese hogar que todos quisieran tener, un hogar donde reine la paz.
MARiSOL