viernes, 7 de junio de 2024

En primera fila

 


Iris sabe que los recuerdos son como sombras fieles que van de la mano de su memoria, ese paraíso donde ni ella, ni tú ni yo podemos ser expulsados. ¡Ay! los recuerdos son como equilibristas actuando entre brisas y tempestades  sobre un inmenso escenario de dementes. Será por este motivo que al nacer lloramos por saber a dónde venimos. Llegamos a un mundo que podría ser mejor y más bello y, sin embargo, nos encontramos, por fuerza mayor, en un territorio impenetrable y hostil donde el amor queda fuera así él le muestre el trasero al mismísimo poder... a ese poder carente de moral pero que se deja llevar para pasar a la embriaquez, al exceso ante nuestros atónitos ojos y atentas orejas. 

¿Será que el amor está de vacaciones o, acaso, está fuera de combate? se pregunta Iris. El amor sabe que aunque desafíe al poder, sobre todo, cuando todos quieren ser amos y ninguno dueño de sí mismo, también sabe lamentablemente que no todas las guerras tienen el cielo de su parte porque quien al cielo escupe, en la cara le cae y, finalmente, tarde o temprano cae de rodillas nuestra alma, sobre todo, cuando ciertos pensamientos nuestros se convierten en plegarias sea cual fuere la actividad que realicen nuestros cuerpos.

En este momento, Iris de la mano de sus recuerdos, recorre, cual gran equilibrista, sus tres tiempos por considerar al pasado con respeto y el presente con desconfianza, sobre todo, cuando se pretende asegurar nuestro esperado porvenir.  Pero, ¿qué está por venir? Más bien, Iris no desea hacerse esta pregunta indiscreta. Desaría más bien conocer la respuesta. Aunque ¡ojo! si ésta fuera blanda,  quebraría, para alegría de todos, a la ira en mil pedazos. Mas una contestación dura excitaría al furor. Su cólera exaltada no tendría límites porque se vengaría de todos nosotros, cual espectadores ante una pésima obra de teatro. Iris sabe que ni las pifias ni las protestas servirían de nada porque no ser nada y no amar nada, es lo mismo, al fin y al cabo.

Quizá deba Iris abandonarse a un sopor profundo y benéfico para despertar en otro mundo donde no se vista tan sólo de tristes sucesos. Ella busca un lugar de reposo que la cobije de tanta incertidumbre por no saber qué cantidad pueda ella seguir soportando mientras siente cómo ella se tambalea por no saber a qué agarrarse para seguir hacia adelante. Y es que delante suyo está el escenario. Sobre éste hay un velorio puesto en escena donde si bien no existen realmente ni muertos ni deudos, sin embargo, las notas necrológicas alrededor del mundo podrían ser incontables. Éstas poblarían el universo como estrellas. ¡Ay! si conociéramos el verdadero fondo del sentido de la vida tendríamos compasión hasta de ellas. Iris se pregunta si algún día encontrará la suya. Si fuera así estaría yo en primera fila para felicitarla porque ella insiste en hacerme saber que nació con una estrella pintada en su alma y no nació estrellada. 

Y tú, querido lector, ¿estarías en primera fila para aplaudir no sólo a tu alma, sino también para aplaudir al destino del mundo? Y es que el mundo es una comedia para los que piensan y una tragedia para los que sienten. ¿Y sabes por qué, querido lector? porque el mundo no es un espectáculo, es, más bien un campo de batalla. Iris me mira y me pregunta si yo soy capaz de resistir a tanto dolor o si prefiero abandonar el campo de batalla sin haber luchado. Mi respuesta es que cada uno de nosotros lucha, a su manera, para ser feliz en el gran teatro de la vida. 

Como a Iris no le convenció mi respuesta del todo, me dijo que mientras los débiles no luchan, los más fuertes luchan quizá una hora, pero los que aún son fuertes, luchan un par de años. Pero los más fuertes de todos, luchan toda su vida, pero no para abrirse a codazos o haciendo daño a otros cueste lo que cueste, sino la mejor lucha es combatir lo peor de cada uno de nosotros, nuestros vicios, malos pensamientos y malas intenciones. Sólo así estaría ella en primera fila para aplaudirnos no sólo a mí, sino también a ti, querido lector.

MARiSOL