Cada vez que la noche llega excitada para ayudar a Eliana a emigrar sobre su almohada al mundo de los sueños, ambas se vuelven felices cómplices. ¡Ay, qué mala costumbre ambas tienen! ¿O será que yo estoy celosa porque ambas se entienden muy bien porque yo no logro emigrar a ninguna parte y sólo a la parte más oscura de mi alma?
Y cuando Eliana cae en esa trampa deliciosa, según ella, envuelta en nubes cargadas de viejas melodías románticas, Eliana me hace saber que ella le consiente a la noche a que la convierta en una prolongación irrefutablemente bella de sus propios sueños.
Yo creo que todo se reduce, a duras penas, a puras especulaciones porque no hay nada de certezas. Yo no sé si Eliana realmente me miente para hacerme sentir a mí pequeña ante la noche. No sé si tampoco mi ignorancia es fantasmal o si Eliana arrastra una inocencia impuesta, a propósito, por la noche o si la noche y Eliana están reemplazando las definiciones del amor a mis espaldas.
- ¿No será un disparate todo lo que aquí me cuentas? - le pregunté a Eliana un tanto excéptica.
- Qué lástima que no me creas - me contestó Eliana. Y luego continuó hablando - Yo tengo el alto privilegio que la noche se comunique de la manera que lo hace conmigo porque ella sabe que yo tengo una inscripción tatuada en mi alma y como, por momentos, me duele este tatuaje, ella viene a consolarme para mitigar mi dolor. Si bien José ya no me ama, ya no le guardo a él ningún rencor. Prefiero rescatar los buenos momentos. Los malos no me sirven para nada; sólo seguirían envenenando mi alma y no me dejarían dormir como a ti.
- ¿Y por qué la noche no viene a hacer lo mismo conmigo? - le pregunté enfadada a mi amiga.
- Pues, porque tu corazón se ha vuelto de piedra. Tú ya no crees más en el amor. Tu decepción y rabia te tienen esclavizada.
- ¡Oye! Nada dura para siempre - le respondí bastante seria.
- Lo sé - me hizo saber Eliana. Pero no hay mejor cosa que saber perdonar. Y tú sigues odiando a Mario.
- Por lo pronto, yo puedo perdonar, pero no olvidar - le dije bastante convencida de mis palabras. Mario me hizo mucho daño.
Eliana me miró con cariño y luego me hizo saber que no es saludable sólo tener en cuenta las limitaciones y defectos del otro. Hay que aprender también a saber reconocer nuestras propias limitaciones y defectos. Además si uno no las toma demasiado en serio y les quita importancia, puede uno vivir más tranquilo y ...
La noche se apareció de improviso ante las dos y me dijo a mí, sobre todo, que ablande, de una vez por todas, mi corazón. Me hizo saber que lo mejor que yo podría hacer es inscribir todos los agravios hechos por Mario en el polvo del olvido y, más bien, inscribir como un hermoso tatuaje la palabra de bien llamada "Perdón" en la punta de mi lengua un tanto mordaz e hiriente.
Al yo bajar la cabeza y dejar mi soberbia de lado, la noche me prometió que ella vendrá a visitarme y me prometió también que yo tendré un sueño reparador que hará que yo me levante al día siguiente con el espíritu más alegre que amargado dejando el pasado de lado para vivir en armonía con mi presente.
Eliana espera ese cambio en mí. Mi insomio, mi almohada y yo también.
MARiSOL
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