Si bien este año aún no termina, éste tiene que rendirse ante el adiós ya premeditado que se avecina, pues, sabe que debe cederle el puesto al nuevo año que le sigue. Si bien el 2020 espera impaciente para entrar en nuestras vidas, mi amiga Rocío no sabe exactamente si tiene ganas de recibirlo o no. Pues bien, con una expresión entre indecisa y ambigua, ella abre un poco la puerta del tiempo para ver lo que le espera. La verdad que ella no sabe si temerle o no a este nuevo año que está avanzando no sólo de puntillas, sino que avanza hacia ella con paso seguro de manera inevitable, porque el 2019 - según Rocío - no se portó del todo bien con ella.
Luego de haber yo leído los pensamientos de Rocío decido
encontrármela cara a cara, aprovechando que ella ha asomado su cabeza
por la puerta del tiempo, porque quiero decirle algo importante:
-
Rocío, si mantienes una actitud negativa, tén por seguro, que el nuevo
año no será mejor que el anterior. Déjame decirte que he observado que
tú, durante este año que aún no termina, has muerto más de una vez ...
te has muerto de celos, de envidia, de dolor, de preocupación y de
decepción. Yo te pregunto si todas esta muertes han valido la pena. Al
ver que Rocío no sabe qué decir, continué yo hablando - Tú sabes que al pensar de esta manera negativa te debilitas y te vuelves pequeña
no ante el año nuevo o al que se fué, sino te debilitas ante mí. Tienes
que aprender que no importa en que año te encuentres, sino cómo tú te
encuentres en cada año. Recuerda que cada año es un volver a empezar, es
renovarse, es tratar de cambiar lo que se debe cambiar, pero no para
darle gusto a los demás, sino para darte gusto a ti misma porque lo que
más deseo es que me trates bien porque yo soy una parte muy importante
de ti.
- ¿Por qué me dices todo esto? - me preguntó Rocío consternada.
- Pues, yo deseo que en lugar de rendirte ante la idea que hay un año que se va
y otro que llega, más bien, ríndele cuentas no a los años en sí, sino a
mí.
- Pero, ¿quién eres tú? - me preguntó Rocío, una vez más, desconcertada.
-
Bien, te daré respuesta. Lo cierto es que tienes que rendirte ante la evidencia que yo soy tu vida. Después
de decir estas palabras y darme cuenta que he agarrado en frío a
Rocío, continúo hablando - Al final lo más importante no son los años
(nuevos o viejos) de vida que pasen sobre ti, sino la vida que tú le
quieras dar a todos ellos. De ti depende darles luz o sólo sombra. Es
más, quiero hacerte saber que aún ante las adversidades tienes que
aprender a sumar más sonrisas que lágrimas aunque, por momentos, des dos
pasos hacia atrás y uno hacia adelante. ¿Y sabes por qué?
-
No, no lo sé - respondió Rocío sin saber qué más decir. Criticarla yo no quiero, sólo aconsejarla aunque la verdad duela porque es evidente que el que niega que existe la verdad, conoce que la verdad existe. Es más, en la verdad no existen matices porque quien dice la verdad, ni peca ni miente.
Después de escuchar a Rocío le hice saber que, al final, tanto los años que vienen y van no se han hecho sólo para
comprenderlos o analizarlos, sino para vivirlos lo mejor que uno pueda a pesar de todos los problemas, tristezas o preocupaciones que uno pueda tener. Allí radica el quid del asunto.
Rocío,
después de escuchar lo que su propia vida le dijo, cerró con
cuidado la puerta del tiempo. Y es que donde una puerta se cierra, otra se abre. ¿No crees, querido lector? Pues bien, llegado su momento Rocío abrirá nuevamente
esta puerta, porque mantenerla cerrada sería un error ya que la verdad, aunque ésta duela, se quedaría afuera de su vida. Por este motivo, Rocío desea abrir de par en par la puerta del tiempo, para dejar entrar al 2020
en su vida y con una mejor actitud ante ésta, poder ella decir de
corazón:
¡Feliz Año Nuevo!
MARiSOL