- ¿Donde te encuentras? - grito fuerte para que la Primavera me escuche. Silencio.
Después de llamarla varias veces, ella me responde.
- ¡Déjame en paz! No quiero que nadie me moleste. No tengo ganas de hablar ni ver a nadie.
- Pero, ¡no puede ser! - le digo agitada. Todos reclamamos tu presencia.
- Como me sigas gritando los haré esperar largamente a ti y a tus amigos - me responde disgustada la Primavera. Me cae antipática.
- Mira, - le digo bajando el tono de mi voz - te pido que llegues a mi ciudad, lo más pronto posible.
- No estoy de ánimo para alegrar a nadie - me contesta la Primavera. Todos me necesitan. Pero, ¿y yo? Nadie piensa en mí. Mi amigo, el Invierno, me está reemplazando. Mientras él está feliz echando nieve y soplando aires fríos, yo sigo de vacaciones. No tengo ganas de trabajar. Tengo pereza.
- Pero, ¿cuándo piensas hacer tu aparición? - le pregunto impaciente.
- No sé.
- Pero, ¡qué dices! - exclamo. Mi voz está por estallar como una bomba de tiempo.
La Primavera bosteza desganada.
- ¿Nos vas a tener esperando todavía más días por ti? Mi voz va subiendo de tono. No me puedo controlar. Tengo rabia.
- Será.... - me dice la Primavera. Bosteza de vuelta.
- ¿Te parece justo lo que haces con nosotros?
- No.
- ¿Qué es lo quieres? - le pregunto.
- Mmmmm .... - responde la Primavera. Ella no tiene ganas de hablar por lo que veo.
- ¡Habla, por favor! - le ruego. No puede ser que la Primavera no quiera venir a visitarnos.
- Tengo un deseo - me dice la Primavera. Ya no bosteza. Me mira fijamente. Su mirada me traspasa el alma y luego sigue hablando - Quiero que me compongas un poema. Quiero sentirme querida.
- Pues, me pondré manos a la obra - le respondo. La tarea no será fácil, pero no imposible. Pero luego, recapacito y le digo - Esto me suena a chantaje.
- ¡Vaya! - me contesta bostezando la Primavera.
- Pues, no lo haré. Le hago saber mi disguto.
- Entonces, ¡no vendré! - me amenaza la Primavera.
- Pues, ¡ház lo que quieras! - le contesto molesta y continúo hablando - El título que tienes como la "estación del amor" no tiene validez, entonces.
- ¡No me importa! - responde la Primavera altanera.
Me niego a seguir hablando con ella. Tarde o temprano tendrá que venir ya que el invierno no se puede quedar tres meses más en mi ciudad. A él lo reclaman en otra parte. Además, el puesto no puede quedar vacante y la Primavera lo sabe. Y ella sabe muy bien que retar a su jefe no puede ni debe. Él le exigirá una explicación, tarde o temprano. Sonrío. ¡Paciencia! La Primavera ya llegará. ¡JA!
- Mira, - le digo bajando el tono de mi voz - te pido que llegues a mi ciudad, lo más pronto posible.
- No estoy de ánimo para alegrar a nadie - me contesta la Primavera. Todos me necesitan. Pero, ¿y yo? Nadie piensa en mí. Mi amigo, el Invierno, me está reemplazando. Mientras él está feliz echando nieve y soplando aires fríos, yo sigo de vacaciones. No tengo ganas de trabajar. Tengo pereza.
- Pero, ¿cuándo piensas hacer tu aparición? - le pregunto impaciente.
- No sé.
- Pero, ¡qué dices! - exclamo. Mi voz está por estallar como una bomba de tiempo.
La Primavera bosteza desganada.
- ¿Nos vas a tener esperando todavía más días por ti? Mi voz va subiendo de tono. No me puedo controlar. Tengo rabia.
- Será.... - me dice la Primavera. Bosteza de vuelta.
- ¿Te parece justo lo que haces con nosotros?
- No.
- ¿Qué es lo quieres? - le pregunto.
- Mmmmm .... - responde la Primavera. Ella no tiene ganas de hablar por lo que veo.
- ¡Habla, por favor! - le ruego. No puede ser que la Primavera no quiera venir a visitarnos.
- Tengo un deseo - me dice la Primavera. Ya no bosteza. Me mira fijamente. Su mirada me traspasa el alma y luego sigue hablando - Quiero que me compongas un poema. Quiero sentirme querida.
- Pues, me pondré manos a la obra - le respondo. La tarea no será fácil, pero no imposible. Pero luego, recapacito y le digo - Esto me suena a chantaje.
- ¡Vaya! - me contesta bostezando la Primavera.
- Pues, no lo haré. Le hago saber mi disguto.
- Entonces, ¡no vendré! - me amenaza la Primavera.
- Pues, ¡ház lo que quieras! - le contesto molesta y continúo hablando - El título que tienes como la "estación del amor" no tiene validez, entonces.
- ¡No me importa! - responde la Primavera altanera.
Me niego a seguir hablando con ella. Tarde o temprano tendrá que venir ya que el invierno no se puede quedar tres meses más en mi ciudad. A él lo reclaman en otra parte. Además, el puesto no puede quedar vacante y la Primavera lo sabe. Y ella sabe muy bien que retar a su jefe no puede ni debe. Él le exigirá una explicación, tarde o temprano. Sonrío. ¡Paciencia! La Primavera ya llegará. ¡JA!
Marisol