Últimamente en mis noches de insomnio me veo o bien cruzando desiertos vestidos de rocas y arena o campos vestidos de flores y colinas verdes. Nadie me puede detener... ni yo misma.
Hay momentos que me siento como un caballo indómito, salvaje que ha perdido de vista a su querido jinete. Una sensación de vacío me revienta en el pecho, sobre todo, cuando siento que estoy bordeando el abismo de la vida y ante un mar de preguntas sin respuestas en mis noches interminables sin sueños, sobre todo, cuando en éstas no puedo escribir ni una sola línea pudiendo hacerlo.
Quizás debo andar con paso más pausado durante el día para poder escribir como antes... porque no quiero, llegada la noche, ni sentirme perdida entre las horas interminables del tiempo ni quiero estar corriendo sin un sueño a la vista ni tampoco quiero tener la sensación que no sé ni hacia dónde ni por qué razón estoy corriendo como un caballo sin nombre en mis noches en blanco.
Hay momentos que me siento como un caballo indómito, salvaje que ha perdido de vista a su querido jinete. Una sensación de vacío me revienta en el pecho, sobre todo, cuando siento que estoy bordeando el abismo de la vida y ante un mar de preguntas sin respuestas en mis noches interminables sin sueños, sobre todo, cuando en éstas no puedo escribir ni una sola línea pudiendo hacerlo.
Quizás debo andar con paso más pausado durante el día para poder escribir como antes... porque no quiero, llegada la noche, ni sentirme perdida entre las horas interminables del tiempo ni quiero estar corriendo sin un sueño a la vista ni tampoco quiero tener la sensación que no sé ni hacia dónde ni por qué razón estoy corriendo como un caballo sin nombre en mis noches en blanco.
Marisol