Ana María y su amigo San Valentín se encuentran sentados en una cafetería saboreando sus tazas de café con unos ricos pedazos de tarta de chocolate.
- ¿Tú qué crees qué es el amor? - le preguntó San Valentín a Ana María.
- Yo diría que ..... ¡Ay! no se me ocurre nada que decir. Mi mente está en blanco - respondió Ana María y miró a San Valentín con los ojos vacíos. No hay amor en ellos, solamente tristeza.
- Me has pedido hablar conmigo y aquí estoy para ayudarte - le dijo San Valentín y continuó hablando - ¡Ház un esfuerzo! Mira dentro de ti.
Ana María cerró los ojos y pensó en una respuesta. Después de unos pocos minutos ella abrió la boca y despacio le respondió a San Valentín:
- Yo ya no sé lo que es el amor. No sé qué creer.
San Valentín la miró serio y le preguntó si ella cree que el amor es una tontería hecha por dos.
Ana María después de soltar una risita nerviosa le dijo que sí.
San Valentín le hizo otra pregunta:
- ¿Crees que el amor no reclama nada porque lo da todo?
- No entiendo tu pregunta - le contestó Ana María. La pregunta le resultaba difícil.
San Valentín le explicó que mientras la mayoría de las personas esperan siempre recibir algo a cambio (si yo te amo, tú también y si es de la misma manera, mejor), pocos saben amar con libertad.
- ¡Ah, ok! - sólo exclamó Ana María. ¿Sería que Pablo la dejó por otra porque ella a cada rato le decía que se quería casar con él y fundar una familia, y por este motivo Pablo se sintió acorralado porque Ana María lo estaba forzando a dar un paso del cual todavía no se sentía seguro de dar?
San Valentín le leyó el pensamiento y asintió con la cabeza. Luego después le hizo otra pregunta a ella:
- ¿Crees que el amor es más paciente que la razón?
- Mmm... Yo diría que sí, pues yo no supe ser paciente, ¿verdad?
- En realidad el problema tuyo es que confundiste paciencia con ceguera.
- ¡Explícate mejor! - le pidió Ana María.
- Cuando tu pareja te respeta, aunque no sea perfecto, pero quiere andar junto a ti sobre el mismo camino de vida, entonces la paciencia es sabia de tenerla de tu lado lo mismo que él para perdonarse las manías u errores pequeños que uno pueda cometer a través de los años. Pero si la razón te dice que a tu pareja la debes abandonar ya sea porque te maltrata físicamente u emocionalmente o porque siempre busca excusas por no querer asumir cierta responsabilidad de compromiso en la relación de ambos, entonces no debes permanecer ciega y paralizada por el miedo a la soledad o de perderlo. ¿Me entiendes?
- Sí - le contestó Ana María pensativa. Quieres decir que si yo no hubiera presionado a Pablo, ¿él no me hubiera dejado por otra?
- Lo mejor hubiera sido que tú te hubieras alejado para darle a Pablo tiempo de recapacitar. Pero, si él te hubiera querido mucho, hubiera regresado a ti y te hubiera propuesto matrimonio, ¿no crees?
- Pero no lo hizo. Mañana es San Valentín y él no está a mi lado para regalarme aunque sea una rosa - dijo Ana María triste.
Ana María cerró los ojos y pensó en una respuesta. Después de unos pocos minutos ella abrió la boca y despacio le respondió a San Valentín:
- Yo ya no sé lo que es el amor. No sé qué creer.
San Valentín la miró serio y le preguntó si ella cree que el amor es una tontería hecha por dos.
Ana María después de soltar una risita nerviosa le dijo que sí.
San Valentín le hizo otra pregunta:
- ¿Crees que el amor no reclama nada porque lo da todo?
- No entiendo tu pregunta - le contestó Ana María. La pregunta le resultaba difícil.
San Valentín le explicó que mientras la mayoría de las personas esperan siempre recibir algo a cambio (si yo te amo, tú también y si es de la misma manera, mejor), pocos saben amar con libertad.
- ¡Ah, ok! - sólo exclamó Ana María. ¿Sería que Pablo la dejó por otra porque ella a cada rato le decía que se quería casar con él y fundar una familia, y por este motivo Pablo se sintió acorralado porque Ana María lo estaba forzando a dar un paso del cual todavía no se sentía seguro de dar?
San Valentín le leyó el pensamiento y asintió con la cabeza. Luego después le hizo otra pregunta a ella:
- ¿Crees que el amor es más paciente que la razón?
- Mmm... Yo diría que sí, pues yo no supe ser paciente, ¿verdad?
- En realidad el problema tuyo es que confundiste paciencia con ceguera.
- ¡Explícate mejor! - le pidió Ana María.
- Cuando tu pareja te respeta, aunque no sea perfecto, pero quiere andar junto a ti sobre el mismo camino de vida, entonces la paciencia es sabia de tenerla de tu lado lo mismo que él para perdonarse las manías u errores pequeños que uno pueda cometer a través de los años. Pero si la razón te dice que a tu pareja la debes abandonar ya sea porque te maltrata físicamente u emocionalmente o porque siempre busca excusas por no querer asumir cierta responsabilidad de compromiso en la relación de ambos, entonces no debes permanecer ciega y paralizada por el miedo a la soledad o de perderlo. ¿Me entiendes?
- Sí - le contestó Ana María pensativa. Quieres decir que si yo no hubiera presionado a Pablo, ¿él no me hubiera dejado por otra?
- Lo mejor hubiera sido que tú te hubieras alejado para darle a Pablo tiempo de recapacitar. Pero, si él te hubiera querido mucho, hubiera regresado a ti y te hubiera propuesto matrimonio, ¿no crees?
- Pero no lo hizo. Mañana es San Valentín y él no está a mi lado para regalarme aunque sea una rosa - dijo Ana María triste.
- No quiero verte sufrir por alguien que ya no está a tu lado. Pablo no es mala persona. Simplemente no pudo darte lo que tú querías en su momento. ¡Perdónalo!
- Ya lo he perdonado, pero no logro sacármelo del corazón. ¿Qué hago? - le dijo Ana María.
- No te quedes sola mañana. Llama a alguna amiga y sal con ella ..... Mmmm. Tengo una mejor idea, Ana María - dijo sonriendo San Valentín. Me vas a ayudar a repartir amor.
- Pero, ¿cómo? - le preguntó Ana María intrigada.
- Te vestirás como un ángel. Toda de blanco. Nos vamos de tiendas dentro de un rato. Te compraré yo tu atuendo. Quedarás preciosa.
- ¿Y las alas dónde las consigo? - preguntó Ana María. Me parece imposible lo que me sugieres.
- De eso me encargo yo mañana. Te enseñaré a usarlas. Es muy fácil. Ya verás. Además quiero decirte algo importante, Ana María.
- No me hagas más preguntas, por favor - le dijo Ana María sonriendo.
- El amor en realidad no existe; es sólo una palabra intangible que vuela de boca en boca. Una palabra manoseada e incomprendida por muchísima gente.
- Como yo, ¿verdad? - le dijo Ana María bajando la mirada.
- No. Tú estás abierta al diálogo. Quieres aprender a descubrir o, mejor dicho, a redescubrir el significado de esta palabra. Lo que cuentan son las pruebas de amor - le respondió San Valentín. Y la tuya la harás mañana. No solamente me darás tu amor de amiga hacia mí, sino abrirás tu corazón hacia tus semejantes. Iremos también a tocarle la puerta a Pablo. ¿Qué dices?
- ¡Ay! no creo que pueda - le respondió Ana María. Hace ocho meses que no lo veo.
- Pues, prepárate porque sólo amando en libertad puedes reconquistar su corazón. Sé gentil con él. No hables sobre el pasado. Sonríele. Tú no sabes si Pablo sigue con su amiga o si está solo. Y si él se da cuenta que se equivocó por haberte cambiado por otra, regresará a ti. Está en tus manos el aceptarlo o rechazarlo. Más bien, no te hagas dependiente de Pablo. Piensa, más bien, en querer pasar un bonito día junto a mí. Yo me encargaré de sacarte más de una sonrisa. Mi mejor prueba de amor es regalarte un inolvidable día de San Valentín.
Ana María lo abrazó porque su amigo la quería con todo su corazón.
Marisol
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