domingo, 27 de junio de 2010

¡Ay, nadie me quiere!

Shark era un tiburón viajero que se pasaba la vida nadando de un océano a otro. Casi siempre viajaba solo. Raras veces lo hacía en compañía de otros tiburones.
-¡Caray, qué cansado estoy!- suspiró Shark en voz alta. Como siempre estaba solo. Sentía tristeza.
Pero Ema, una ballena cachalote, que se encontraba como a un kilómetro de distancia, sí lo había escuchado. Y curiosa como ella era se le acercó al tiburón.
- ¡Hola! ¿Cómo te llamas? La voz de Ema era profunda como la noche.
-  ¡Ay, qué susto! - gritó Shark antes de darle su nombre. No vuelvas a llegar así tan silenciosamente. Y tú ¿como te llamas?
- Perdona. Me llamo Ema. Yo pensé que todos los tiburones son muy valientes.
- Pues, yo... - contestó sonrojado Shark. No, no podía decirle la verdad.
- Y, ¿a qué se debe que no seas siempre valiente? - le preguntó Ema de manera muy directa. Ema era transparente como el agua del mar. Por este motivo ella contaba con muchos buenos amigos.
- Pues, porque....hmm.... ¡No te lo pienso decir! Shark le mostró sus peligrosos dientes a Ema. No confiaba en la ballena cachalote. ¿Qué quería de él? ¿Por qué le hacía preguntas?
- ¡Ah! - le respondió Ema muy tranquila. Tu otro problema es que  eres  muy desconfiado. ¿No es cierto?

Shark miró con rabia a la ballena cachalote. 
Pero como Ema ni le tenía miedo ni se daba por rendida le dijo:
- Ya veo. Prefieres el silencio. ¿No es cierto?
- ¡Noooooo! - volvió a gritar Shark. Si me gusta hablar, pero... 
- Pero, ¿qué? Ema continuó hablando - Tu problema no es que todos los animales del mar te tengan miedo. Todo lo contrario. Tú tienes miedo de los demás. Te juntas solamente con otros tiburones -cuando es necesario-  porque con ellos hablas del mismo tema: de las mejores técnicas de usar para ir de cacería. ¿No es cierto? Porque con ellos no hablas  de tus sentimientos. No te gusta que nadie te vea realmente cómo eres. ¿No es cierto? Un buen tiburón no puede demostrar debilidad, si no que dirían los demás. ¿No es cierto?
Shark ya no miraba a Ema con rabia. Ahora no sabía qué decir.
- No solamente eres un poco tímido, sino que también eres desconfiado y por este motivo casi siempre estás solo.  ¿No es cierto? 
Shark seguía mudo. ¿Cómo era posible que Ema le pudiera leer los pensamientos? Era como si ella lo conociera de siempre.
- Shark, tú usas una máscara. ¿No es cierto? Ema era directa, pero no mala. Ella continuó hablando- Tú prefieres hacerle creer a los demás animales del mar que por ser un tiburón tienes solamente que mostrar los dientes para  hacerte respetar. ¿No es cierto? Pero esto no es todo. También es bueno mostrar la sonrisa de tu corazón. Así te ganas amigos en distintas partes del inmenso mar. Es bueno tenerlos porque te pueden regalar también mucho amor. ¿O acaso no te importa?
Shark al darse cuenta a quien tenía enfrente suyo, se quitó la máscara.
- Me gustaría que fuéramos amigos aunque me comas a preguntas.   
- Encantada. Tan difícil no es. ¿No es cierto? Ema se rió.
Shark sonrió agradecido. Por primera vez se dió cuenta que la  amistad no es un animal de rebaño, sino de verdadera compañía.


Marisol

Los dos dibujos son míos.


A partir de 00:34 segundos empiezas a ver
ballenas cachalotes y tiburones.

2 comentarios:

Manel Aljama dijo...

Un cuento ejemplificador y creo que no es el primero que haces. Las ilustraciones son muy buenas también. A ver si pronto vemos un libro...
Un abrazo

Belkis dijo...

Muy buena enseñanza Marisol. Con nuestro tiburón, muchas veces nos ponemos máscaras para parecer fuertes, cuando en realidad somos muy débiles. Ser transparente no siempre es fácil. Hay muchos estereotipos.
Un placer pasar por tu casa Marisol.
Recibe mis saludos

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