Ayer domingo temprano me desperté con la necesidad de entrar a una iglesia. Hacía tiempo que no iba a una. Así que después de tomar desayuno, agarré las llaves del auto y me despedí de mi familia. Ya afuera en la calle un cielo azul me recibió con los brazos abiertos y me invitó a que fuera a la misa de las 9:30 a.m. de la iglesia evangélica "Sankt Annen", ubicada en Dahlem, en Berlín. Si bien soy católica, tenía ganas de estar dentro de esta iglesia antigua del siglo XIII. Además, deseaba conversar con un párroco en especial: una mujer a la cual le tengo mucha simpatía. Mi deseo se cumplió. Apenas la ví me acerqué a la párroco de esta iglesia y al contarle el motivo de mi presencia me tomó de las manos y me escuchó. Sus sabias palabras antes, durante y después de la misa me regalaron paz. Al salir de esta iglesia no solamente podía yo pensar con más claridad, sino que mi corazón iba a un ritmo más tranquilo.
Ahora bien, el motivo de este relato es otro.... Antes que la párroco oficiara la misa me puse a observar al público presente pensando en encontrarme con algún vecino del vecindario. No. No conocía a nadie. Sin embargo, una pareja de esposos que se encontraba sentada delante mío me resultaba familiar. ¿Sería posible que fueran los señores Eva Luise y Horst Köhler? Sí, si era posible. Ellos viven no lejos de esta iglesia. Debo decir que estas dos personas me infunden mucho respeto porque tienen una fundación que se encarga de investigar enfermedades raras. No está demás comentar que en Alemania cerca de 4 millones de personas sufren de unas 5,000 enfermedades raras. Pero aparte de este trabajo humanitario ellos dos hasta hace poco tiempo cumplieron con otra tarea importante...
Cuando terminó la misa el ex-presidente de la nación junto con su esposa se voltearon y me sonrieron. Yo aproveché para decirle a él que me parecía correcto que hubiera renunciado a su cargo con caracter inmediato -el 31 de mayo pasado- después que se le imputara la idea de utilizar misiones militares alemanas en Afganistán para asegurar intereses económicos. Al terminar de decirle estas palabras su esposa me sonrió, me extendió la mano y el mismo Horst Köhler no solamente me dió la mano, sino que me deseó un buen domingo. Al salir juntos de la iglesia vi -igual como todos los demás feligreses- que sus guardaespaldas los esperaban fuera de la iglesia y los subían rápidamente a su auto blindado.
Al llegar a casa y contar a mi familia de mi experiencia hecha, me creyeron. Cómo les podía mentir si el Octavo Mandamiento tiene igual validez tanto para católicos como evangélicos.
Marisol
Vale recalcar que el presidente en Alemania es el jefe del Estado y su labor es fundamentalmente representativa y ceremonial, ya que el Poder Ejecutivo lo ostenta el canciller.
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Aquí el momento de la renuncia inmediata del Presidente H. Köhler
4 comentarios:
Que tal tu experiencia Marisol? me parece extraordinaria!
Lindo cuento personal.
Un abrazo enorme!
Una experiencia como para compartir, sin dudas!
Besosss
Estupenda experiencia Marisol, tanto a nivel espiritual, como a nivel humana. Me alegra que hayas compartido esta información de Hern Köhler, que yo al menos desconocía.
Un abrazo
Es una experiencia para ser contada como lo has hecho Marisol. No conozco la personalidad de Köhler, pero estimo por los resultados de su gestión, que debe ser una personalidad digna de respeto.
Un saludo cordial,
rober
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