- Querido Dios, cuando yo sea grande quiero casarme con un príncipe azul y vivir en un castillo color blanco con un jardín lleno de rosas perfumadas y árboles bien grandes llenos de pajaritos- antes de quedarse dormida Olguita pidió este deseo y luego agregó- Y como tú eres bueno, no te olvidarás de mí. ¿No es cierto?
El tiempo pasó... Una noche cuando ella tenía quince años le dijo a Dios:
El tiempo pasó... Una noche cuando ella tenía quince años le dijo a Dios:
- Tú sabes que soy educada, estudiosa, buena hija, buena hermana y buena amiga. ¡Ah! y también voy todos los domingos a misa. Cómo verás, no te puedes quejar de mí. ¿Me harás realidad lo que te pedí hace ya unos años atrás? No creo más en el príncipe azul, pero ¿sabes? sí me gustaria conocer un hombre guapo e inteligente porque los chicos que yo conozco de mi edad son unos tontos. Y ninguno me interesa. ¡Ah! y si él puede tener una buena posición económica, mucho mejor. Ojalá no me olvides. Gracias y Amén.
Los años pasaron. Olga terminó su colegio con buenas notas y fué después a la universidad. Y como ella era tan creativa, atractiva e inteligente, apenas terminó con sus estudios de arquitectura se puso a trabajar con mucho éxito en una empresa conocida a nivel internacional. Luego, cuando ella contaba con 25 años se casó... Pero Olga no fué del todo feliz. ¿Qué pasó?
Una noche cuando Olga tenía 40 años le dijo a Dios llorando:
- ¡Ay, Dios mío! Que triste me siento. ¡De qué me sirve tener dinero cuando hasta ahora he tenido mala suerte con los hombres. Estoy dos veces divorciada. Por este motivo te pido, por favor, que pongas en mi camino un hombre de buenos sentimientos; no tiene que ser un adonis ni tampoco rico como los otros dos y además, que acepte, por favor, a mi hijo Raimundo de ocho años. No me importa si ese hombre es viudo, soltero o divorciado. No me olvides, ¡por favor!
"A la tercera va la vencida"- gritó emocionado un coro de ángeles. Uno de ellos llamado Cupido se le acercó a Dios y le dijo que esta vez atendiera el pedido de Olga.
Dios lo escuchó atentamente y le respondió:
- Ahora Olga sí merece mi ayuda. Y la tuya también.
El ángel perturbado le preguntó:
- ¿Por qué no ayudaste a Olga antes cuando ella te lo pidió?
- Porque Olga nunca antes había usado las dos palabras mágicas. Y como ahora sí las ha usado hasta tres veces, pues, le daré la oportunidad de encontrar al verdadero amor. Me darás una mano, ¿verdad?
El ángel entendió. Después de haber escuchado también las dos palabras mágicas "Por favor" en pocos días bajaría a la Tierra. Primero tendría que hablar con Dios para saber quién iba a ser el hombre escogido para Olga.
Marisol
Imagen sacada de
3 comentarios:
Las amigas de mi hija, que anda por los 16, dice que va a demandar a Disney por hacerlas ilusionar con lo del príncipe azul desde cada historia que lleva la cine! jejejeje. Dicen que por hacerle caso han estado esperando y esperando y en realidad ahora descubren que NO existen! jajjajaa
Ojalá el personaje de la historia haya encontrado y merecido el verdadero amor.
Un abrazo.
Siempre se sigue buscando el amor de cada vida Marisol, y el que se encuentre no será perfecto como lo deseamos, pero será muy humano, como debe ser.
Me gusta mucho tu forma de escribir. Es un placer volver a tus letras.
roberto
dos cosas Marisol respecto a tu relato,
1- si, l@s niñ@s evolucionan, entonces las necesidades también...
2- si, pedir "por favor" en todas las instancias de la vida, abre puertas
felicitaciones, me gustó,
besos desde Chile, Ro
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