Quizás sea cierto que no existe la libertad, sino la búsqueda de ella. Y estar en esa búsqueda es la que nos hace realmente libres interiormente. ¿Será que la libertad es solamente un lujo que no todos podemos permitirnos desarrollar? Quizás debamos hacer de la libertad un hábito y no pensar que solamente ella es un privilegio de pocos. Pero, ¡cuántos somos esclavos de nuestros pensamientos y opiniones por no tener dominio sobre nosotros mismos!
Samuel se encontraba en alta mar viajando en su velero alrededor del mundo. No tenía prisa por llegar a ninguna parte. No quería tocar ningún puerto; solamente quería navegar. Y cuando él se sintiera tranquilo consigo mismo, decidiría mezclarse con otra gente. Ahora quería estar a solas y solamente el mar, el viento, la lluvia, el sol, la luna y las estrellas lo acompañarían en este viaje. Desde hacía dos meses que quería poner en orden sus ideas y meditar sobre lo que significa realmente ser libre. Pero, por momentos, sentía un gran casancio.
El mar, sin pedirle permiso, le dijo a Samuel:
- La libertad no radica en hacer lo que tú quieras, sino en hacer lo que debes hacer, ¿no te parece?
Samuel sorprendido le dijo al mar:
- ¡Déjame solo! No tengo ganas de hablar con nadie.
El mar sabiendo que pasaba con Samuel se atrevió a decirle:
-Estás amargado. No estás contento con nada ni con nadie. El problema eres tú y no los demás, ¿no crees? Haces bien en estar solo un tiempo, pero no de manera indefinida. No tienes por qué demostrar a los demás que con este viaje eres realmente una persona libre, porque no lo eres.
- ¿Por qué me dices esto? -le preguntó al mar Samuel aún más enojado.
-Como en este momento mis aguas están muy transparentes, quiero que me digas que ves en el fondo del mar.
Samuel después de observarlo, tragó saliva.
Así fué como el mar antes de guardar silencio le dijo:
- Regresa a buscar puerto cuando sepas dominar las malas y dañinas pasiones como la cólera y el odio y, sobre todo, cuando no seas más esclavo de ellas, Samuel. Así serás realmente libre.
Marisol
Información:
Según Descartes las pasiones primarias son la admiración, amor, odio, deseo, alegría y tristeza; y considera que todas las demás pasiones son compuestas de estas seis.
Y uno de los aspectos más importantes en el control de nuestras pasiones es la regulación de nuestros deseos. Descartes considera que en esto consiste la principal utilidad de la moral.
1 comentario:
Marisol, paso a saludarte, y decirte que inicias con una frase tan real, la libertad la hacemos dia a dia, no es una conquista del pasado sino ul logro del dia a dia...
Te dejo un abrazo y mi deseo que brille el sol en tu ventana...
JALE
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