Érase una vez un hombre vanidoso llamado Luis. No importaba donde se encontrara tenía que tener un espejo a mano, grande o chico. Le gustaba mirarse y maravillarse de lo guapo que era aún siendo ya un hombre de setenta años.
Un buen día encontrándose Luis frente al espejo del baño, un espejo mágico, por cierto, se dijo en voz alta:
- Me gustaría que mi esposa se viera más joven, que tuviera veinte años menos que yo porque a pesar de tener setenta años como yo, tiene más arrugas que yo. ¡Cómo me gustaría que ella se viera más atractiva, más linda, más ... !
- ¡Basta! - gritó el espejo. Pensé que tú querías a tu esposa y que la aceptabas tal cual es, pero veo que no es así.
- ¡Házmela más joven! - pidió suplicante Luis. Es que su belleza se ha marchitado y la mía no.
- Acaso, ¿no cuenta para ti la belleza interior de tu esposa? - le preguntó molesto el espejo.
- Sí, claro - replicó Luis. Pero más linda se verá si la haces más joven para ser la envidia de todas nuestras amistades.
- Bien - dijo el espejo. La volveré más joven siempre y cuando ella así lo desee. Se lo preguntaré. Llámala y dile que venga acá para hablar con ella.
- Lo haré inmediatamente - respondió Luis ansioso y luego gritó - ¡Caarlaaaaaa! ¡Vén rápido al baño!
Su esposa llegó asustada preguntándole a Luis que qué sucedía, por qué tanto alboroto.
El espejo fue el que tomó la palabra y le dijo:
El espejo fue el que tomó la palabra y le dijo:
- ¡Hola Carla! Tu esposo me pide hacerte más joven porque tú te ves muy arrugada y porque así a él ya no le gustas.
Carla se quedó petrificada y luego de un par de minutos habló:
- Bien, pero con una condición - dijo ella muy seria.
- ¿Cuál? - preguntó el espejo también serio.
- Que tú y yo nos quedemos a solas y que Luis se vaya a darle una vuelta al perro mientras haces mi transformación.
Luis aceptó encantado. Salió corriendo a buscar al perro. Al regreso su esposa se vería más joven.
Es así como el espejo y Carla se quedaron a solas. Conversaron largo. Intercambiaron ideas. Pues bien, cuando regresó Luis, después de casi una hora, al entrar a casa vió que su mujer sí se veía guapa, pero cambio radical no había.
- Pero, ¡el espejo no ha hecho nada contigo! - gritó indignado Luis. Estaba furioso.
- ¡Mírate en el espejo! - le respondió fríamente Carla. Y tendrás la respuesta.
Al mirarse Luis en el espejo gritó.:
- ¡Nooo! ¡¿Pero qué ha hecho el espejo conmigo?!
- ¡Nooo! ¡¿Pero qué ha hecho el espejo conmigo?!
- Como tú querías que tu esposa se viera veinte años más joven que tú - le respondió gritando desde el baño alegremente el espejo y luego continuó hablando en voz alta que retumbaba en toda la casa - y ella no quería que le quitara ninguna arruga, pues, decidimos entre ella y yo que la solución perfecta sería aumentarte a ti la edad. Ahora tú te ves como de noventa. Genial idea, ¿verdad? Así tu esposa se ve veinte años más joven que tú. ¡Ja!
MARISOL
1 comentario:
Buena la reflexión... pero el espejo un mamón :)
Un abrazo.
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