domingo, 1 de marzo de 2015

El perfume de la rosa




Érase una vez una rosa que nació para nunca morir. Esta rosa no sólo sigue existiendo desde tiempos inmemorables, sino que ella no sólo ha vivido en distintos lugares, sino que ha ido de mano en mano. Hasta el día de hoy ella cambia de dueño, de barrrio, de ciudad, de país ... hasta de continente.

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo hubo una princesa que se enamoró de un  hombre al cual ella quiso tener por esposo. Pero sus padres, reyes importantes, dieron la orden que se lo llevaran muy lejos para evitar que él  raptara a su hija, la princesa. Es así como se lo arrancaron de su vida para casarla con otro ... con un príncipe tan importante o más que ella. Tuvieron tres hijos y vivieron mucho tiempo felices. Sin embargo, la princesa guardaba un secreto ... antes de la deportación de su gran amor, él le regaló una rosa rojo intenso (símbolo de amor para toda la vida) para que ella así lo recordara para siempre. Pues bien, lo que la princesa nunca pudo imaginar es que esta rosa, a pesar de haber sido cortada, nunca moriría. Lo único que necesitaba era agua fresca para que su belleza y perfume la acompañaran y la ayudaran a vivir con alegría. La princesa aprendió a vivir sin su gran amor; se dedicó de lleno a los suyos mientras el perfume de la rosa la cubrió con su amor hasta el final de sus días.

Hace pocos días que a mis manos ha llegado esta rosa; alguien desconocido la colocó (cuidadosamente bien empacada) en la puerta de mi casa y dejó una nota que decía:  Te has hecho merecedora a esta rosa especial porque veo que la necesitas. Ante todo, colócola en agua y que no le de mucho el sol. Luego, háblale  y verás que esta rosa te responderá. Mas, cuando tú sientas que puedes vivir ya sin ella, suéltala y entrégasela a alguien que creas que la necesite. Escribe el mismo mensaje y no rompas la cadena. Y, por favor, no te quedes con ella ni la tires a la basura.  Esta rosa tiene una misión que cumplir. Lo entenderás dentro de unos días. Verás el efecto que tendrá en tu vida de ahora en adelante.

Efectivamente, cada vez que yo le hablaba a la rosa, ella me respondía, más que con su belleza, con su perfume... un perfume, nunca antes olido por mí. Cuando comencé a entender su lenguaje, caí en cuenta que esta rosa no olía a rosa. Era más que eso. Olía a amor. Si bien al perfume de la rosa no lo podía ver, sí lo podía sentir. Es así como un sentimiento de paz cubrió mi alma. Este perfume no sólo rompía con la barrera del tiempo y de la distancia, sino que el ser querido, al cual yo extrañaba me hacía ver que tenía que seguir viviendo sin rabias ni penas para sentir no sólo su perfume, sino el perfume, más importante de todos, el que nos regala la vida.

Es así como después de copiar el mensaje, empaqué la rosa cuidadosamente y se la dejé en la puerta de una vecina que, hace pocos días, ha quedado viuda. Estoy segura que ella también se dará cuenta que el perfume de la rosa, que es, en realidad, el sentimiento del amor, es la mejor medicina para curar nuestras rabias y penas porque a través de éste podemos encontrar en la felicidad del otro nuestra propia felicidad.

MARiSOL




 

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