Sin decir una sola palabra, muchas oportunidades desaprovechadas, doblaron la esquina de la calle "Después" y entraron silenciosamente a la calle "Nunca" para luego desaparecer rápidamente de la vista de César. Y mientras un aire viciado de temores con sabor a nicotina en sus dedos le va cubriendo la mirada y lo va sumiendo en la penumbra de sus propias inseguridades, César cierra los ojos para no ver a la realidad quien está parada delante de la puerta de su casa. Y mientras ella lo reta para cambiar de actitud (más importante que cualquier aptitud de él), César piensa si será capaz de tomar a la realidad por la cintura y estrecharla entre sus brazos. ¿No es un gran riesgo el que está en juego?
La realidad, después de leerle los pensamientos a César, le pregunta si él es capaz de ver una oportunidad en cada adversidad o si tan sólo ve una adversidad en cada oportunidad. Al no saber César qué contestarle, la realidad lo besa apasionadamente mientras le dice al oído que él tiene que aprender a estar dispuesto a aceptar los riesgos que se le presenten de aquí en adelante. La realidad tiene la intención que César aprenda a llegar más lejos que sus propios temores. Lo que pasa es que él quiere dejar de trabajar como contador (lo ha hecho por muchos años en una empresa conocida de muebles) y abrir, más bien un pequeño restaurante porque le gusta la buena cocina. ¿Será capaz de dar este paso?
Y yo, mientras los veo besarse nuevamente delante de la puerta de la casa de mi vecino, me pregunto si la adversidad se olvidará de mí para no ponerme a prueba. Y mientras camino rumbo a mi casa, que queda a dos cuadras, pienso que no sé si yo quiera ser más valiente que César ante las nuevas oportunidades que se me presenten en la vida o si yo quiero seguir siendo débil porque todo me parece inalcanzable o si prefiero mantenerme miedosa ante lo desconocido. Y mientras lanzo un largo suspiro, las oportunidades desaprovechadas entran a mi calle. Sé que vienen a buscarme porque veo como me llaman y me saludan alegremente mientras me dicen que esta vez yo tendré que actuar con más inteligencia porque por el par de fracasos tenidos en mi vida como pintora, no debo deprimirme ni ser negativa, sino más bien verlos como una gran oportunidad para empezar otra vez a vender mis cuadros en lugar de estar vendiendo entradas en el cine de mi barrio. ¡Ah! Por cierto, hoy, en el cine donde trabajo, se estrena la película titulada "Oportunidades desaprovechadas".
MARiSOL
Una corta historia de riesgo y oportunidad
Imagen sacada de Bing
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