Mientras me encuentro en una cafetería de mi barrio tomándome un café, me atrevo a hacerle la siguiente pregunta a la Normalidad:
- ¿Qué sería del mundo si a todos los seres humanos se nos examinara la personalidad, se nos sometiera a cada uno de nosotros a distintas pruebas y a todas las situaciones inimaginables de la vida para evaluar nuestras reacciones y todos fuéramos sinceros con nosotros mismos y con todos los demás?
- Pues, seguramente no estarían más en condiciones ustedes, los seres humanos, de establecer los límites de la normalidad, ¿no crees? - me contesta de manera tajante la Normalidad.
Después de sorber un poco de mi café le dije entre suspiros:
- ¡Ya no sé qué pensar! El mundo se encuentra en ruinas desde siempre, ¿o me equivoco?
- Mira, cariño, aunque te resulte duro simular una normalidad inexistente, esa normalidad que no sé si todos sean capaces de redefinir, ya que otros realmente no pueden por distintos motivos, te reto a seguir viviendo aun ante esa expresión impenetrable de horror que está sacudiendo no sólo al mundo occidental.
- Pero, ¿qué puedo hacer para no ahogarme ante tantas noticias teñidas de crueldad e inseguridad? - le pregunto en un hilo de voz.
- Mantente serena aunque los periódicos sigan vomitando noticias espantosas. Pero, serena no quiere decir indiferente, ¡ojo! - me hace saber la normalidad y luego continúa hablando - Sigue haciendo tu vida, haz el bien y procura vivir en paz contigo misma y con los que te rodean. Ayuda en lo que puedas. No pienses en lo que te podría pasar. Seguridad no hay en ninguna parte aunque esto te resulte un extraño consuelo.
Luego de haber bebido mi café llamé al camarero. Y él después de cobrarme mi café me miró de manera burlona por haberme encontrado hablando sola. Pero no me importa que él crea que yo estoy loca, lo que sí me importa es que en nombre de la locura se cometan atrocidades en todas partes del mundo. Y mientras dejo la cafetería me pregunto si las guerras y actos terroristas se han convertido, hoy en día, en el estado normal del ser humano. Odio la barbarie. Una voz interna me obliga a mantenerme serena mientras salgo en busca de la normalidad porque lo sucedido en la cafetería no fué porque ella hablara de mí, sino a través de mí.
MARiSOL
Imagen sacada de Bing
No hay comentarios:
Publicar un comentario