miércoles, 11 de febrero de 2015

La maleta viajera

 

Cuando uno sale de viaje escoge la maleta que ha de llevar. Si uno tiene planes de estar fuera muchos días, la maleta será grande y si uno tiene planes de encontrarse fuera de casa sólo unos pocos días, la maleta será chica.

Rosalba, hoy día, se encuentra muy lejos de casa con su maleta de turista, esa maleta que pide ser alimentada, pero sólo un poco, con regalos y souvenirs para su familia y amigos. Si bien para todos ellos tendrá un detallito para llevar, Rosalba no piensa comprarse nada al menos que vea algo que realmente le guste y esté al alcance de su bolsillo. Realmente Rosalba ya no le da más importancia a las pertenencias, a lo material. Y es que un viaje significa más que ir de compras ...

Su maleta al leerle la mente sonrió porque ella sabe que con Rosalba no pesará más de 23 kilos. Su amiga viajera, si bien, al salir de su país se llevó lo indispensable, al regreso llegará con un poco más de peso, pero no excesivo. Llegará, más bien, cargada de eso otro que no tiene peso, pero que sí pesa en la balanza de los recuerdos ... esos recuerdos que nos hacen disfrutar de la vida por partida doble, que nos hacen sentir nuestra soledad más profunda, más intensa, que nos perfuman el alma cuando rememoramos lo vivido en cada viaje, sobre todo, si se trata de agradables momentos vividos ya sea a solas o en compañía. Es más, Rosalba sabe, desde hace tiempo, que los viajes no son lo que vemos, sino lo que somos, quiénes somos. Y es que en cada viaje nos descubrimos y redescubrimos parte de nuestra personalidad. Nos ayuda a superar miedos, nos enseña a ser tolerantes, nos educa, sobre todo, porque no se trata de conocer un nuevo país, sino se trata de entender a su pueblo aunque no entendamos su idioma y costumbres.

La maleta no tiene necesidad de hacerle saber a Rosalba que cada viaje es una nueva vida; ella bien sabe que en cada viaje nacemos y crecemos, pero, también se muere, al dejar el país visitado, sobre todo, cuando no sabemos si lo volveremos a visitar de nuevo aunque los recuerdos y experiencias hechas queden viviendo por siempre dentro de nosotros ... hasta el último día. Por este motivo, Rosalba disfruta de su viaje porque sabe que la vida es sólo un momento y, al final, no hay maleta que llevemos hacia ese otro país (más allá de todo océano y de todo cielo) que nos sirva, porque allí llegaremos con lo que tenemos puesto: con nuestro espíritu.


MARiSOL
 



Imagen sacada de Bing


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