Teresa sabe que no puede olvidar cuán importante es: no culpar solamente a los demás por los errores cometidos, saber cambiar de opinión, buscar soluciones a los problemas, despojarse de falsa cortesía, saber aceptar o tolerar las ideas adversas, hacer una pausa para no dejar de mirarse por dentro, disfrutar de las tertulias espontáneas, saber recordar también los días felices, no pedir siempre explicaciones, no revolver maniáticamente las mismas páginas de vida una y otra vez, no querer ser empática con los demás, no cerrar los ojos ante la realidad, saber diferenciar las risas tristes de los silencios alegres, ser agradecida con la vida, renovar las ideas porque éstas estimulan la mente, tener un propósito de vida, no renunciar a curar las heridas, saber reconocer que la felicidad es un viaje mas no un destino, ser honesta y sincera consigo misma, saber que siempre hay un nuevo punto de partida, no dejarse enredar entre los hilos vestidos sólo de fantasía, saber perdonar, juntar correctamente las piezas de los pensamientos, no dejar su dignidad de lado, hacerle frente a lo inevitable o a situaciones incómodas, no perder el sentido común, no rodearse de personas oscuramente sórdidas, saber celebrar la vida, aceptar los retos sin temor, no perder tiempo en sentirse superior a los demás, dejar iluminar su sol interno en sus pupilas cuando sea necesario, ser consciente en el efecto de las palabras, no poner en duda el sentido de la vida, saberse poner nuevamente de pie, no autocompadecerse rompiendo con rabia las hojas de su calendario de vida, aceptar las rutinas con responsabilidad, no perder esa energía llamada voluntad, desafiar con aplomo las adversidades, mitigar toda desazón, dar sólo pasos erráticos, vivir en oscuridad, no tener un firme propósito de poner fin a tanto desatino, persistir sólo en el balanceo de las decisiones y no tomarlas como debe ser, hacer digerible lo complejo con responsabilidad, no aferrarse a clavos ardientes porque hacen daño, no ser sólo una descreída y desconfiada todo el tiempo porque desgasta y arruga su alma, sufrir sólo de inútiles angustias, etc, etc. Una lista que podría ser interminable, ¿verdad, querido lector? Teresa sabe con claridad, en este momento, lo que quiere y lo que no le gusta.
En este momento Teresa toma conciencia que cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que ella sabe quién es. Y es que la identidad de cada uno de nosotros no son los antepasados que hayamos tenido, no es el nombre que tengamos, el lugar donde hayamos nacido, ni la fecha en que vinimos a este mundo. Pues bien, la identidad de Teresa, tuya o mía consiste, simplemente en ser. Como todos bien sabemos el ser no puede ser negado por nadie. Y lo más importante, querido lector, es que nadie puede ser esclavo de su identidad porque cuando surge una oportunidad o posibilidad de cambio para mejorar, hay que cambiar.
Voy más allá, después de haber conversado con Teresa. Estamos de acuerdo que la globalización está provocando un obsesivo afán de identidad. Todo esto hace que haya muchos enfretamientos entre unos y otros y lo que es peor, con uno mismo. Al final, nuestras mentes se mundializan mientras nuestros corazones se localizan. No perdamos, pues, nuestro tiempo, en querer ser o en aparentar quienes no somos y sabernos aceptar tal cual somos con la voluntad de cambiar lo que debemos cambiar, cuando sea necesario, para poder fluir en concordancia con la vida que Dios nos ha regalado ya que Él nos ha prohibido olvidar que la vida de un amigo o pariente, es la nuestra, como la verdadera vida es la de todos y sin olvidar nuestra propia identidad.
MARiSOL
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