lunes, 9 de septiembre de 2024

Entre la Fe y la Esperanza

 

 

¿Será cierto que vivir sin Fe es imposible porque no sólo es la fuerza de la vida, sino es el conocimiento del significado de la vida humana ya que si el hombre vive es porque cree en algo? - me pregunto en este momento. Tal vez tener fe requiere no sólo coraje, sino tener la capacidad de correr un riesgo. Será porque la fe nunca es inútil. Acaso, ¿no es cierto que la fe mueve montañas? Pienso que sí porque, finalmente, el amor es fe y no ciencia.

Querido lector, y ¿qué pasa con la Esperanza? Acaso, ¿la esperanza es un empréstito que se le hace a la felicidad? Es más que eso... la esperanza es como el sol porque arroja todas las sombras detrás de nosotros. Y, ¿sabes por qué, querido lector? Pues, porque la esperanza es un estimulante vital muy superior a la suerte ya que ésta no es más que la habilidad de aprovechar las ocasiones favorables que se nos presentan en la vida.

¡Ay! Entre la Fe y la Esperanza me muevo yo sin temor alguno. Te preguntarás quién soy yo. Pues, soy ese acontecimiento extraordinario que manifiesta la intervención divina en los asuntos humanos. Unos me conocen como milagro, otros como maravilla, rareza, revelación, sorpresa o fenómeno. Soy un efecto que puede ser visible a los sentidos y que sobrepasa los poderes de la naturaleza y de todo ser  creado. Soy una acción de Dios porque Él elude el orden natural para hacer algo extraordinario demostrando así su grandeza y poder.

¿Te has preguntado cómo ver milagros en tu vida? Es sencillo. Por un lado, tener fe nos permite ver las cosas buenas que suceden en nuestras vidas como obra de Dios y no como coincidencias o buena suerte. Pienso que si tú, querido lector, me reconoces como tal es parte del milagro en sí. Y por el otro lado, te hago saber que la esperanza es aquel poder interior cual potencia espiritual o motor que te ayuda a hacer posible todo nuevo intento para seguir adelante. 

En realidad, tú como todos los seres humanos necesitan tener esperanza por más grande o pequeña que ésta sea. Y, ¿sabes por qué, querido lector? Porque no sólo la esperanza es como un milagro inesperado, sobre todo, cuando encierra una especial dificultad, sino porque la verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios ya que Él ha permitido que la Esperanza nazca como una flor de la Fe.

Finalmente, te hago saber, querido lector, que la Fe y la Esperanza se complementan. Mientras la Fe se basa en la realidad del pasado, la esperanza mira la realidad del futuro. Sin fe, no hay esperanza y sin esperanza no hay fe de verdad. Y sin ellas dos, yo no existiría. Mejor dicho, tú no existirías porque tú eres un milagro también. Así que si tu fe la ves como un anhelo a lo eterno, a Dios,  y tu esperanza la ves como el anhelo de Dios, de lo eterno, de nuestra divinidad que viene al encuentro de aquélla y nos eleva, entenderás que donde hay esperanza hay fe y donde hay fe, ocurren milagros.

MARiSOL