Mientras una maraña de sensaciones se entrecruzaban de manera que no se pueden separar los sentimientos de los pensamientos, por más que yo quiera, una falsa petición de ayuda, vestida de excusas, llegaba de lejos cual disparo a bocajarro.
- ¡Auxilio! - gritó ella desesperada, pero su voz no sonaba humilde. (¡Lástima! porque porque cuando no hay humildad, uno termina por degradarse).
Bien, después de escucharla, yo le hice saber que su voz me sonaba como a un disparo tirado de su necia soberbia y es que cuando la soberbia nunca baja de donde sube es porque siempre cae de donde subió.
- ¡Cállate, estúpida! - me retó alterada una vez más. ¡No sabes lo que dices! ¡Estás loca de remate! ¡Estás en la obligación de ayudarme te guste o no y bajo mis condiciones!
Mmmmm .... mientras yo sopesaba las exigencias de la petición de ayuda de manera discreta, antes de decir algo incoveniente, yo hice un par de averiguaciones ... aquéllas donde no es realmente importante escuchar lo que ella dice, sino, más bien, lo que yo pienso le guste o no.
Y aunque ciertamente mis propuestas sean, del todo, inocuas y no conlleven ningún riesgo, yo sospecho que lo imposible he de poner en práctica aunque no quiera. Ya no me defiendo como antes, ahora callo, quizá para no hacerme más esclava no sólo de mis propias palabras, sino de las suyas, vestidas de desprecio y arrogancia. ¿Qué he de hacer ahora? Procurar que mi alma no caiga muerta al asfalto de esta dura realidad que me toca vivir. De pie sigo y así será aunque, por momentos, dude de mi propia fortaleza. ¿Será cierto que la fortaleza crece en proporción a la carga que yo llevo sobre mis hombros? No sé, pero pienso que así es.
¡Ay! lo único que yo sí sé, a ciencia cierta, es que mientras una limitada disposición de cambio exista de parte de la falsa petición de ayuda, sobre todo, por no hablar con la verdad (con la mentira suele ir uno más lejos, pero sin esperanzas de volver), una naturalidad impostada yo dejo ver aunque resulte patente que mi alma quede carente, de inspiración y alegría sólo por momentos .... esos momentos donde la audacia es necesaria para así poder defenderme por encima del nivel de cualquier miedo mientras desenredo esta maraña que se ha venido a instalar en mi vida cual presencia estable y no quiero porque yo deseo seguir obrando según mi libre eleccción y, sobre todo, sin ninguna coacción externa.
¿Y sabes por qué no quiero, por ningún motivo, que ella, la falsa petición de ayuda, me siga manipulando? Pues, porque yo soy la dignidad ya que me comporto con responsabilidad, respeto y seriedad no sólo hacía mí misma, sino hacia los demás y no permito que no sólo se me mienta, sino que se me humille o degrade.
¡Pum, pum!
¡Pum, pum!
MARiSOL
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