¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Preguntas tras preguntas que dan pie a otras preguntas más que abarcan la totalidad de la realidad y merecen ser cuestionadas por ti, por mí, por todos. ¿No será que hay que darle un sentido a la vida por el mismo hecho de carecer de sentido? ¿Y si no estoy llevando la vida que quiero? ¿O será que la vida por no tener ningún sentido es una buena razón para vivir? ¿Y si esto que hago no me corresponde en realidad? ¿Será que la pregunta "¿Cuál es el sentido de mi vida?" es la más grande y la más profunda de todas?
Pues bien, el Sentido de la Vida me pidió que callara por un momento. Y él, quien puede leer mis pensamientos, me dijo muy serio:
- Tú mejor que nadie sabe qué significa el sentido de la vida con pandemia o sin ella. ¡Alégrate por ello! Tú bien sabes que la mejor manera de darle sentido a tu vida es intentando servir al prójimo ... ese prójimo próximo revestido de solidaridad familiar. Y tú, Carmencita, lo estás haciendo desde hace ya tiempo y en silencio. Sólo pocas personas saben lo que te mueve a seguir adelante y no te cuestionan qué es lo que haces, y sobre todo, para qué haces lo que haces.
- Pero quisiera poderles ayudar más y, sin embargo, no puedo. Siento además que las fuerzas me fallan. Quizás allí radique esa constante insatisfacción vital que me cuestiona qué es lo que me pasa realmente - le hice saber al Sentido de la Vida quien me observaba con esa tranquilidad pasmosa que lo caracteriza.
- Carmencita, debo hacerte recordar que las fuerzas que se asocian para el bien no se suman, sino, más bien, se multiplican. Mira, tú no te dedicas a contar cuentos llenos de pura palabrería, sino que tú actúas haciendo realidad lo que piensas y sientes. Además, has aprendido que la vida significa ir hacia adelante y no dar marcha atrás. Te has dado cuenta que la vida, en realidad, es como una calle de un solo sentido donde tú manejas tu vida con un propósito y con un objetivo muy claro y sin proclamarlo a los cuatro vientos.
- ¡Ay! quizá no digo nada públicamente porque, por momentos, me siento en un laberinto del cual no puedo salir porque me veo no sólo olvidando las causas y razones de mi propia existencia, sino que no estoy dispuesta a recoger ni tempestades, ni huracanes porque trato que mi mar interno se encuentre tranquilo y no revuelto ni turbado - le respondí a modo de queja.
- ¡Ay, Carmencita! El sentido de la vida no es más que el acto de vivir en uno mismo. Lo importante es saber cómo uno experimenta sus horas, sus días, sus meses y sus años. Por suerte, tú no eres una persona hedonista que sólo obtiene satisfacción a través de una constante y permanente autogratificación. Además, recuerda que si actúas a pesar del miedo, el resultado aunque no sea perfecto lo has visto llegar porque tu coraje, valentía y tu dosis de fe y confianza ha movido montañas, sobre todo, al dejar tu zona de confort por fuerza mayor aunque las personas a las cuales tú ayudas no reconozcan, del todo, tu esfuerzo físico y emocional que dejas a la vera de tu camino de vida. Y así cojees y avances poco, no olvides que te acercas a la meta porque la única meta es vivir ayudando a los demás, sobre todo, si alcanzas el éxito convirtiendo cada paso tuyo en una meta y cada meta en un paso por dar con decisión y alegría (así esta última se te escape de las manos, por momentos, y regresa a ti sacándote una gran sonrisa, así ésta sea sólo una sonrisa triste).
El Sentido de la Vida le volvía a dar sentido a mi vida. Me hacía reflexionar sobre el tipo de motivación que tengo. Me hacía ver la diferencia que hay entre una motivación extrínseca e intrínseca. Mientras la primera es externa a uno y a la actividad que uno realiza, la segunda procede del interior de uno siendo la más importante porque no espera ninguna recompensa exterior. Me explico: la recompensa interior es como las raíces de un árbol que no piden ninguna recompensa por hacer que sus ramas den flores y/ o frutos.
Y "last but not least", en realidad no importa lo que esperamos de la vida, sino lo que la vida espera de nosotros porque si no se tomara la vida como una misión, dejaría de ser vida... esa vida que ríe y llora con cada uno de nosotros; esa vida que no es significado, sino que es, más bien, deseo porque actúa como nuestra fuerza motriz... esa fuerza motriz revestida de amor, mejor dicho, de pruebas de amor. Y es que la única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor, ese gran milagro que le da sentido a la vida porque el amor jamás reclama, sino que da siempre sin pedir nada a cambio. Lo importante es encontrarle un sentido a nuestra vida, un propósito, una misión porque es el fin último y más elevado de todo ser humano. ¿No crees, querido lector?
MARiSOL
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