miércoles, 26 de junio de 2024

El Color del Futuro

¿De qué color está vestido el futuro? se pregunta Ana María. Sinceramente pienso que ella no trata de describirlo, sólo de prevenirlo aunque ella me haya pedido, querido lector, que te pregunte: ¿Qué puede haber imprevisto para el que nada ha previsto? La verdad que no sé qué contestar porque pienso que cuando se está en medio de las adversidades, ya es tarde para ser cauto.

Ana María suspira porque, por el momento, el color del futuro no luce ni esperanzador ni alegre ni irreverente. Tal vez porque el futuro está oculto detrás de todos nosotros que lo hacemos. Pareciera como si éste se encontrara en una dimensión diferente y jugara a las escondidas con todos nosotros. 

La verdad es que yo pienso diferente. Ana María al mirarme molesta, yo le digo (como el destino que soy) que mientras yo baraje las cartas, tanto ella como tú, querido lector, serán los que jugarán.  Y les advierto que deben jugar limpio para no culpar a otros de sus errores. Pero al decir esto último, Ana María me dice muy molesta que no siente el menor deseo de jugar en un mundo en el que todos hacen trampa. Tengo que admitir que ella tiene razón porque en asuntos internacionales, la paz es un período de trampas entre dos luchas.

¡Ay! El futuro no realizado es como una rama seca que queda atrapada sólo en el pasado... en ese pasado del cual ya deberíamos haber aprendido a valorar mejor la vida porque quien no la valora, no la merece, pues, la mayor parte de los hombres no hacen otra cosa que existir.  Esta vez, si bien Ana María me da la razón, ella con un buena dosis de optimismo sabe que las ramas de todo árbol, pasado el invierno o la época de oscuridad en la que se encuentra la humanidad, reverdecerán y florecerán.

No quiero afligir a Ana María más de la cuenta. Mientras ella me mira en silencio, sus ojos me preguntan si acaso no será cierto que el futuro pertenece a quienes crean  en la belleza de sus sueños. ¿O será que el futuro es tan sólo una página en blanco?, ¿o será, quizás, una fe de erratas?

- ¡No sé qué es mejor! - grita Ana María bastante afligida aunque trate de que su voluntad y esperanza sean optimistas porque, lamentablemente, su conocimiento es pesimista. Y es que un pesimista es un optimista con experiencia porque como dice un dicho bastante conocido por todos: "Más sabe el diablo por viejo que por diablo".

Mientras trato de calmarla le hago saber que, más bien, no piense demasiado en el futuro porque éste llega muy pronto. Sin embargo, Ana María sabe perfectamente que al reconocer las señales o indicios de lo que ha de suceder, ella hará lo posible de vestir su futuro, hasta su último suspiro, con el mejor color de todos, con el color del amor porque éste es el verdadero color que la humanidad necesita para vivir sin enfrentamientos, sin contratiempos y sin conflictos bélicos. Y es que vivir en armonía con los demás nos da la paz interior que necesitamos para ser realmente felices. Y aunque esto suene a utopía, Ana María quiere pensar que no es demasiado tarde para construir una, del color que tú desees, querido lector, que nos permita, en un futuro cercano, compartir la tierra entre todos como ésta realmente se merece.

 MARISOL 


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