jueves, 23 de septiembre de 2010

En parapente


Angélica, mexicana de nacimiento, había subido al avión sin ánimo de hablar. Sentía cansancio de pensar en entablar conversación con persona desconocida. Curiosamente lo mismo le sucedía a Patricia, chilena de nacimiento. Tanto Angélica como Patricia tenían ganas de recordar y no de hablar... Pero el destino las uniría para romper con sus silencios. 

La conversación se dió cuando Angélica se puso a ver el vídeo filmado en su portátil y Patricia -su compañera de asiento de vuelo- al ver las imágenes, exclamó: ¡Yo también, yo también he volado en parapente con Michael!
Al escuchar estas palabras, Angélica se dió cuenta que no tenía motivo alguno para no hablar y le sonrió abiertamente a Patricia.

Daba la casualidad que Angélica había volado en parapente -pocas horas- antes de viajar rumbo a España. Y Patricia lo había hecho un día antes antes de embarcarse también en el mismo avión de Angélica que salía de Lima rumbo a Barcelona.

Pues bien, cuando el avión empezó a despegar, el destino sonrió sabiendo que había unido a dos almas gemelas que compartían no solamente su amor por volar en parapente, sino por otras cosas más... no solamente las dos trabajaban en el área de turismo en Barcelona, sino que les gustaba las películas de acción, bailar salsa y preparar ricos platos picantes. Es así como sus vidas a partir de este viaje se unirían para siempre con la aprobación o sin ella de sus respectivas familias.

Sé que ambas hace poco se han casado en Barcelona y en su luna de miel viajaron nuevamente a Perú para volar otra vez más en parapente en Miraflores, un hermoso  distrito de Lima. ¡Qué ganas de estar allí! para repetir también esta experiencia hecha por mí al lado del instructor Michael Fernández. ¡Ay! Me encuentro recordando - no desde Barcelona, pero sí desde Berlín- no solamente esta experiencia hecha al lado de este instructor, sino también me causa nostalgia recordar mi niñez vivida cerca del faro de mi querido Miraflores.

Marisol