miércoles, 25 de marzo de 2015

Ecos mudos




Desde ayer la montaña Les Trois-Evêchés (Los tres Episcopados), ubicada en las cercanías de Prads-Haute-Bléone, entre las localidades de Digne-les-Bains y Barcelonette, en los alpes franceses,  se ha quedado sin voz. Sólo se le escucha llorar amargamente. Es que lo sucedido no se puede describir simplemente con palabras; el llanto habla por ella. La montaña llora para no enloquecer; quiere comprender lo sucedido. Mis palabras no logran consolarla. Ella sólo las escuchará cuando la serenidad haga nuevamente nido en su alma y también en su memoria. 

Por el momento, a la montaña le duele mucho recordar lo acontecido el 24 de Marzo a las 10:53 de la mañana. Ella no quería, no quería ... Pero, ¿quién es culpable? Acaso, ¿el destino? Ése que iba escondido entre los pasajeros, ése que iba barajando las cartas en silencio en el vuelo 4U 9525 de la compañía aérea Germanwings (filial de Lufthansa).  ¡Ay! el destino es una ley que nos rige por completo; domina nuestra voluntad aunque no queramos.  ¡Ay! lo impronunciable se ha hecho realidad: la memoria de la montaña  se ha convertido en el espejo de ciento cincuenta almas ausentes. 

Solamente me queda el consuelo que ni la ausencia (de los ciento cuarenta y cuatro pasajeros y seis tripulantes fallecidos) ni el tiempo (el tic tac de los relojes se ha parado, por el momento, para honrar a esas almas), son nada cuando se ama. Y Dios que sabe amar infinitamente ha absuelto a la montaña de toda culpa aunque un sentimiento de culpa flote en el aire... ese aire donde ahora se respira mucho dolor ... ese dolor que sangra de la boca de la dignidad de este terrible accidente aéreo.

MARiSOL

Cuando escribí este cuento fue antes que se supiera que el co-piloto alemán fué el que a propósito provocó este accidente. La dimensión de éste es mayor .... Me he quedado sin habla al enterarme de la noticia.





Imagen sacada de Bing