miércoles, 8 de junio de 2022

Ichigo Ichie

 

¿Sabías que la expresión "Ichigo Ichie" (一期一会) se compone de ichigo (一期), ‘una vida’, e ichie (一会), ‘un único encuentro’, y significa “un único encuentro en la vida”? Pues bien, se trata de un proverbio surgido de la cultura japonesa de la ceremonia del té que encierra la idea de que, aunque un mismo grupo de personas se reúna repetidamente para celebrar la ceremonia del té, cada ocasión es totalmente única. Por este motivo, el anfitrión como los invitados deben ejecutar el ritual siempre con la máxima entrega física y mental.

Bien, Ichigo es una mujer japonesa sesentona (su nombre significa también Fresa) quien se encuentra reunida conmigo. Ella me enseña a no sólo beber té, sino a saber darle la importancia que esta ceremonia se merece. Y es que a pesar de  cualquier destino, el tuyo o el mío, por largo y complicado que sea, hay que disfrutar de cada bonito momento ya que vale oro para los que saben verlo como tal.

Pues bien, Ichigo me dice, en este momento en que estamos reunidas bebiendo té de jazmín, que es importante dejar de lado las preocupaciones y disfrutar de este encuentro amical. Ella desea que yo también sienta que este momento es único como si fuera el último de todos. Y es que Ichigo me está haciendo entender que en las relaciones humanas no sólo se debe concebir cada encuentro como algo único en la vida, sino que las oportunidades de verse con los demás adquieren una importancia crucial. Si pensamos que cada encuentro es irrepetible, acabaremos apreciándolos más, ¿no crees? Y no sólo me refiero cuando uno se encuentra con una persona o más personas, sino también cuando uno está frente a  cualquier ser vivo como  por ejemplo un perro o un árbol. Es una oportunidad singular donde establecemos un nuevo tipo de relación entre nosotros y el resto del mundo. Tal vez hay que procurar ver la vida con mejores ojos porque mientras el optimista ve una oportunidad en toda calamidad, el pesimista ve una calamidad en toda oportunidad. 

La verdad que me gustaría que cada vez que tomo té convertirlo en una ceremonia así esté sola o acompañada. Y es que esta ceremonia del té en Japón que proviene de la filosofía Zen, me gusta mucho. Lo que ignoraba es que al igual que en otras muchas artes japonesas, la huella de la tradición china está presente y es porque China fue considerada para los japoneses la cuna del saber como la fue Grecia para Roma o Francia para España.  

Bien, la ceremonia del té está llena de detalles por lo que no es sólo una ceremonia vacía, sino, más bien, tiene un carácter espiritual porque se trata de purificar el alma mediante su unión con la naturaleza a través de esta ceremonia del té.  ¿Sabías, querido lector, que los cuatro elementos fundamentales de la ceremonia del té son la armonía, el respeto, la pureza y la tranquilidad? Estos cuatro conceptos se expresan en una sola palabra llamada "Wakeiseijaku" (和敬清寂). Demás está decir que Ichigo comparte conmigo una sensación de unión durante la ceremonia del té. Esa unión la hacemos posible porque ambas somos sinceras. Bien, Ichigo me hace saber que no sólo ser invitado a una ceremonia del té es un gran honor puesto que supone un ritual íntimo de agradecimiento y afecto del anfitrión, sino que el espíritu de los participantes (en este caso, el mío) en esta ceremonia es mucho más importante que el ritual formal. 

Ichigo me explica igualmente que la esencia de la belleza y la espiritualidad de la ceremonia se representa en la manera desprendida y humilde en que el anfitrión sirve el té al invitado. Es más, el anfitrión se encarga de preparar todo lo necesario, utensilios, platos, habitación, etc. y de llevar a cabo la ceremonia. Sin embargo, yo no quiero hablar sobre este tipo de ceremonia... Ichigo me lee la mente. Y se adelanta diciéndome que si bien es hermosa esta ceremonia del té por su gran significado no hay que olvidar que hay otro tipo de ceremonia mucho más importante y es aquélla cómo celebramos nuestra propia vida. Lamentablemente la mayoría de nosotros consideramos la vida que no llevamos como la verdadera vida. Por este motivo, no logramos ser del todo felices. Quizá se deba a que nosotros esperamos una felicidad demasiado grande y al final ésta termina siendo un obstáculo para la propia felicidad de uno. Y mientras conversamos, Ichigo me pregunta si acaso, en la felicidad de los demás, busco yo mi propia felicidad. No, no lo creo, le digo. Más bien, estoy aprendiendo que así lo que hagamos no siempre traiga felicidad, no hay que quedarnos paralizados porque si no hacemos nada, no habrá felicidad.

Ichigo sabe mejor que yo vivir en armonía, sentir respeto por los otros y por uno mismo, ser puro de espíritu y vivir tranquilo. Ella me insiste que si bien es muy difícil, no es imposible. Pues bien, yo no la quiero contradecir pero antes que yo pueda abrir la boca, Ichigo me hace saber que así la vida se contradiga tanto, uno no sólo debe arreglárselas como pueda con la vida, sino que hay que pensar  que ésta es tan preciosa que no hay que destruirla con malos pensamientos o haciendo daño a otros o a uno mismo.

Lentamente aprendo que la vida no sólo es significado, sino que también es deseo. Y mi deseo es vivir haciendo de cada momento como irrepetible y único sin mirar hacia atrás porque la esencia de la vida es ir hacia adelante sin odio ni rencores en el alma. Y así la vida pareciera, por momentos, no tener ningún sentido (con ceremonia o sin ella), y estar vestida, en gran parte, de preocupaciones, ésta, sin lugar a dudas, es una buena razón para vivir porque es la única que tenemos. Y, ¿sabes por qué, querido lector? Porque la vida de un amigo, es la nuestra, como la verdadera vida de cada uno es la de todos.


MARiSOL