domingo, 12 de mayo de 2013

Misión secreta



Todos sabemos que la doble vida de un agente secreto en la ficción parece emocionante, pero en el mundo real la cosa es más complicada. Sinceramente no creo que sea una buena elección de vida. Sin embargo, aquellos que logran tener éxito se convierten en una suerte de creadores seriales de nuevas identidades. Y es que llevar existencias separadas es como crear novelas diferentes con distintos repartos de personajes. Pues bien, si bien vivir día a día como dos personas diferentes puede implicar una peligrosa existencia, el caso de Milli Wilson, es completamente distinto. 

Milli es una niña de 10 años, hija de mexicanos. Su madre, quien tiene una tienda de flores en la ciudad de San Diego donde Milli la ayuda una vez a la semana por un par de horas, estuvo casada con mexicano antes de volverse a casar con un ingeniero  estadounidense

Milli no llegó a conocer a su verdadero padre. Él abandonó a su madre cuando ella era una recién nacida. Si bien su madre nunca habló mal de él, tampoco le gusta hablar de su primer esposo. Tampoco le ha enseñado fotos ya que su madre no tiene ninguna foto de él.

Pues bien, Milli (quien en realidad se llama Milagros Vargas, así se apellida su padre) lleva el apellido Wilson, porque su padrastro la adoptó después de casarse con su madre. Pero ahora sí, voy al grano... Desde hace un par de meses que Milli se ha convertido en un agente secreto. Una vez a la semana ella, los jueves por la tarde, sale en bicicleta a repartir cuatro rosas; las coloca sobre los parabrisas de cuatro autos diferentes estacionados en el aparcamiento de un supermercado cercano a su casa.  En realidad, es un acto de bondad el de Milli. Ella, de manera anónima, lleva alegría a quienes puedan estar atravesando por un mal momento, si bien nunca se queda para ver quién es la persona que los encuentra. Pero yo sí. 

Como yo conozco la vida que hace Milli, la sigo, normalmente, en esta misión secreta. Cuando yo no puedo, lo hace su madre. Su madre como buen agente secreto (la tienda de flores, protegida por el gobierno, es un lugar de encuentro de agentes secretos para intercambiar información), la sigue sin que Milli se dé cuenta. No solamente su madre está orgullosa de Milli, sino yo también puesto que yo soy su padre. Pero, sh....., más no cuento porque como buen agente secreto no debo hablar más de la cuenta.

Marisol