jueves, 19 de noviembre de 2020

La verdad y la mentira

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La verdad y la mentira han entrado en competencia por conquistar los medios de comunicación. Desde hace ya mucho tiempo ambos están en pugna. Y nosotros sin saber a quién creer. Ni la esperanza ni la fe están por la labor de abrirnos los ojos. Entonces, ¿quién o qué es el que nos debe ayudar? Aunque te parezca mentira es la justicia divina la que podría entrar en acción. Y, sin embargo, ella nos deja, a propósito, en completa oscuridad porque somos nosotros los seres humanos los que tenemos que saber enfrentarnos, tanto a la verdad como a la mentira, sin su ayuda.

Es evidente que existe la verdad aunque se quiera pensar lo contrario o negarla del todo. La verdad es lo que es. La justicia divina sabe que el que niega que existe la verdad, conoce que la verdad existe. Increíble, ¿verdad? Y es que en la verdad no puede haber matices. Mas en la mentira o en la semi-verdad, ¡claro que sí! ¡Ay, es que la verdad puede ser tan incómoda!

La mentira no pudiendo reprimir su enojo le hizo saber a la verdad, a quien le cae súper antipática, que amar la verdad por amor a la verdad es de estúpidos porque el ser humano no es perfecto ni nunca lo será. Por tal motivo ella, la mentira, existe, para enfrentarnos a nuestras debilidades como la falta de moral o de conciencia. Y aunque la mentira sepa que la verdad es la semilla principal de todas las virtudes, ella no la quiere de amiga, sino ¿qué sería de ella? La mentira está convencida que ella es una forma de talento, quizá porque en buena medida el talento es una cuestión de insistencia. Y la mentira es terca. Ella sabe bien que de tanto repetirla como un mantra resulta siendo verdad para los ingenuos. Por no decir, tontos.

Dios, ¿en qué debo creer? Los medios de comunicación nos zarandean de un lado a otro, nos bombardean con distintas noticias. Hacen lo que quieren con nosotros. Unas veces nos quitan la venda de los ojos y otras nos la colocan con mucho cuidado para no dejarnos ver la verdad... ésa necesidad incondicional de todo ser humano que no todos la aprecian y entienden en toda su magnitud sea por rabia, miedo o conveniencia.

Y aunque la verdad sea más importante que los hechos porque aunque los hechos sean muchos, la verdad es solo una, te hago saber, querido lector, que  una verdad mal intencionada es peor que una mentira.  Entonces, ¿en qué quedamos? Mejor dicho, ¿con cuál te quedas? Pues yo, sinceramente, con la verdad. Y ¿sabes por qué? porque la verdad no es hija de la autoridad, sino más bien del tiempo. ¡Ay! La mentira está furiosa. Sabe que el mayor amigo de la verdad es el tiempo. ¿Y cuál  es su peor enemigo? Pues, el prejuicio. Y sabes ¿por qué? porque éste está mucho más lejos de la verdad que la pobre ignorancia (aquella que no es necesariamente la ausencia de conocimiento, sino de negarse a adquirirlo). 

Definitivamente la verdad y la mentira son amigas de mentira y enemigas de verdad. Tal vez está en tus manos decidir de quién te haces socio(a). Si bien la verdad puede ser, por momentos, desagradable, la mentira lo es aún más porque rompe la confianza, porque mentir no siempre funciona como queremos, porque la mentira es síntoma de un problema más grande, porque mentir crea estrés y, porque finalmente, una mentira lleva a la otra. ¡Ay! si bien la vida es difícil, sobre todo, cuando uno encuentra paz con un mismo al decir la verdad pero miente para estar bien con los demás, recuerda, querido lector, que con los mismos labios que rezas u oras, los usas para mentir o para decantarte por la verdad. Tú escoges.

La verdad me mira triunfante porque sabe que yo no deseo hacerme cómplice de la mentira. He comprendido que mientras la peor verdad sólo cuesta un gran disgusto, la mejor mentira cuesta no sólo pequeños disgustos, sino un disgusto grande tarde o temprano. Y mientras el tiempo me sonríe, la mentira estalla en llanto pues, poco a poco, logra entender que el bien de todo ser humano consiste no sólo  en estar en la verdad y en realizar la verdad, sino porque ella, la verdad es más querida. ¿Y sabes por qué? porque sólo se accede a la verdad a través del amor: la única fuerza y la única verdad que hay en esta vida.


MARiSOL