jueves, 23 de noviembre de 2023

Humanidad


Entre el presente y el pasado, el futuro queda navegando solitario, sin brújula y sin timón. Quizá porque no sabe a dónde ir en estos días intensos de malos presagios. Sigo observando atónita cuán cambiada está la humanidad. La veo cansada de todo hasta de lo que más disfruta. Sinceramente, cuando la humanidad cese de lanzar piedras contra sus espíritus superiores, sobre todo, al más grande de todos, le podré recién levantar un monumento aunque todo se desmorone a mi alrededor. Y es que el mundo se está rompiendo en pedazos y no todos queremos darnos cuenta por temor a tanta realidad. ¿No será que la humanidad no la puede soportar? Esa realidad que nos hace ver no sólo la inteligencia de las bestias, sino de la bestialidad de los hombres.

Confieso que mi fe en la humanidad se me escapó desde hace ya tiempo al verla tan depredadora, competitiva, violenta y machista. Es incapaz de gestionar sus propias capacidades. ¡Ay! Qué triste ver cuán brillante ésta podría ser si no le faltara lo más importante: una fe inquebrantable en la fuerza oculta del alma humana. Y es que la fe es querer lo mejor de nosotros mismos, confiar en ello y quererlo de verdad. Y, sin embargo, ¿qué le pasa a la humanidad? Veo que es el vivo retrato de un mundo no sólo mentalmente desordenado, sino espiritualmente desgarrado entre el bien y el mal que va camino hacia su propia autodestrucción, sobre todo, si no se impone el querer del bien solidario, sino el querer del interés egoísta. Pareciera que no somos capaces de querer de verdad o de confiar en lo más profundo y humano que late en nosotros como nuestra mejor posibilidad. No creo que habrá solución sin un acuerdo global si no llegamos a tener un un sistema eco-socialista, democrático y planetario porque las revoluciones violentas, mejor dicho, terroristas, nos han demostrado a través de la historia de su propia inhumanidad. 

Pienso que nosotros como humanidad mientras no asimilemos una sabiduría más humana y profunda a través de sus tradiciones espirituales, religiosas o laicas no podrá ni  ser realmente sabia ni podrá vivir en paz consigo misma si no aprende a ser benevolente, a no liberarse de sus apegos y deseos superficiales y a descubrir que sólo velando por el bienestar de todos podremos entender mejor las palabras de Dios en el siguiente versículo de la Biblia: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza y tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos, y sobre las bestias, y sobre la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra" (Génesis 1:26-27).

Y es que el reconocer a un poder mayor que el de uno de ninguna manera nos rebaja sino, todo lo contrario, nos exalta porque si nos damos cuenta que hemos sido creados a la imagen de Dios, no nos puede resultar difícil acercarnnos a Él ya que el hecho de que hemos sido creados por Dios a su imagen y semejanza es lo que nos da un valor profundo a toda la humanidad. ¿Sabías, querido lector, que esta idea se repite continuamente a lo largo de toda la Biblia?

Finalmente, te pregunto, querido lector, si sabes ¿cuál es la virtud que nos hace semejantes a Dios y estar al alcance de todos? Pues, ¡la Sencillez! porque ser sencillos es ir derecho hacia Dios, es no hacer nada sino para su gloria. La Sencillez es la verdadera sabiduría del corazón porque el idioma de éste es universal  y pertenece a toda la humanidad porque todas las religiones, al fin y al cabo, beben de la misma fuente. ¡Ay! Este mundo necesita de curación. La humanidad entera necesita de sanación porque el amor es el remedio más fuerte. ¿Y sabes por qué, querido lector? porque el amor divino lo abarca todo y lo une todo, incluso lo opuesto. ¿Será que ha llegado el momento de percibirnos como hermanos y hemanas y de trabajar juntos por un futuro mejor digno de ser vivido por todos? Mmmm.... esta pregunta queda suspendida cual puntos suspensivos sobre el mar de la vida, hasta nuevo aviso, entre los tres tiempos de nuestra humanidad.


MARiSOL