lunes, 22 de febrero de 2016

El pequeño Conde Drácula

(Cuento de la vida real)

 

Después de haber visitado a una querida amiga en un hospital, me fuí a tomar un café a una cafetería. Estando ya allí ocupé una mesa cercana a otra donde se encontraba una señora con su hijo de unos ocho años, creo yo. Pues bien, mientras esperaba a que me atendieran, escuché que el niño (quien me daba la espalda) le decía a su madre: "¡Dáme mis dientes! Los tienes en tu cartera". Al escuchar esta frase busqué la mirada de la madre. Ella me sonrió entre avergonzada y tímida. Yo le devolví la sonrisa. Estaba a la espera de lo que vendría. No pasó ni un minuto, después que la señora le diera a su hijo  los dientes que él pedía, cuando se volteó el niño con la intención de asustarme. Los dientes de plástico eran largos como los del conde Drácula. Al cruzarse nuestras miradas, la del niño y la mía, le pregunté si debía sentir miedo ante él. A lo que el chico me dijo que sí. Pegué un grito haciéndome la asustada. El niño estaba tan contento que se me acercó mostrándome de cerca sus dientes postizos largos y afilados. Luego después salió de la cafetería porque quería asustar a otra gente. Al ratito el niño regresó y le pregunté si había tenido éxito. Al decirme que no, le aconsejé que para la próxima vez se colocara una capa negra. El niño me sonrió; mi idea le había gustado.  Poco después, antes de dejar la cafetería con su madre, el niño se me volvió acercar, pero esta vez para estamparme un beso en una de mis mejillas. Este niño desconocido me proporcionó con sus dientes "draculines" no sólo la mejor sonrisa del día, sino un cariño desinteresado. Él no pedía nada a cambio, sólo que alguien (fuí yo) le prestara atención a sus dientes de plástico. Definitivamente que este pequeño Conde Drácula me robó el corazón.

MARiSOL






Imagen sacada de Bing