viernes, 15 de enero de 2010

Confidencias

Marisa llegó a su restaurante favorito. Allí se encontraría con Susanne Myer,  una buena amiga alemana. Las dos querían cenar juntas. Tenían mucho de que hablar... siempre lo hacían. Desde hacía más de diez años que se conocían. No sólo les unía una bonita amistad, sino algo más...

Susanne ya se encontraba sentada dentro del restaurante. Y al ver entrar a Marisa se paró para abrazarla. Rieron al verse... casi siempre reían juntas... hasta de sus propios  problemas  familares  (Susanne era madre soltera con un hijo de 15 años y  Marisa estaba casada con  un simpático alemán y tenían dos hijos, de 14 y 18 años)  y laborales (Susanne trabajaba como contadora para una empresa de ingenieros y Marisa daba clases de español de manera privada).

Y mientras conversaban animadamente y disfrutaban de una rica cena, Marisa le dijo a Susanne:
-Te quiero contar un sueño que tuve anoche. 
-Te escucho -le respondió Susanne y en seguida le preguntó a su amiga -¿Un sueño con mensaje?
-Creo que sí -comentó Marisa. En el lapso de casi dos meses he tenido el mismo sueño tres veces. Veo a una gaviota volar sobre mucha agua; es un mar muy grande.
-¿Es nuestro Mar del Norte? -preguntó Susanne curiosa.
-No. Fué la respuesta de Marisa. La gaviota vuela sobre el Océano Pacífico.
-Pero, ¿cómo sabes? - preguntó Susanne intrigada.
-Lo sé -respondió Marisa y luego agregó- No me preguntes por qué, pero así lo sentí. Además, ví a esta gaviota volar bien alto. Y yo estoy en el sueño; también soy una gaviota, pero yo estoy solamente mirando las olas reventar en las rocas del acantilado. La otra gaviota me ignora. Ella prefiere dar vueltas alrededor de un faro de color blanco y después se va volando en dirección norte.
Leuchtturm-¿Cómo sabes que esa gaviota se va volando en dirección norte? -le pregunta Susanne intrigada.
-Porque en mi sueño hay un voz que me dice eso. Y bueno...
Susanne la interrumpe y le hace otra pregunta:
-Y, ¿tú también te vas en dirección norte? 
-No, yo voy en dirección sur. Mi familia espera por mí.
-¿Quién es esa gaviota que te ignora?
-Allí radica mi duda. Creo saber quién es, pero no estoy segura.
-¿Quién es? -volvió a preguntar Susanne muy curiosa.
-No conoces a esta persona, Susanne. Se trata de un amiga inglesa llamada Charleen Wayne a quien conocí  hace ya muchos años atrás en una escuela de idiomas  en un curso de alemán. De vez en cuando nos comunicamos por internet. Ya no vive  más en Hamburgo, sino en El Cairo. Administra un hotel de lujo para  turistas desde hace más de 10 años.  Sé que no está casada ni tiene hijos. Charleen es simpática pero siempre fué bien reservada. Más bien, a ella le gusta enviarme Power Points en lugar de hablar sobre ella.
-Todo lo contrario a ti - rió Susanne -Eres como una catarata de palabras.
Marisa se rió y dijo:
-Al final, Charleen sabe más de mí que yo de ella.
-Entonces, -le comentó Susanne un poco fastidiada -no es un verdadera amiga. A mí me da la impresión que no solamente es una persona reservada, sino también desconfiada.
-Quizás, Susanne. No la quiero juzgar mal. Lo único que sé es que desde hace un mes que no me contesta a una carta que yo le envié. En esa carta no solamente le dije que la estaba pensando, sino también le mandé una tarjeta electrónica bien simpática. Pero hasta el día de hoy no recibo respuesta -le dijo Marisa un poco triste. 
-Hmm... no tiene interés de comunicarse más contigo - le respondió Susanne -Perdona, Marisa, pero yo creo que Charleen es una persona un poco egoísta. Yo, en su lugar, te mandaría unas líneas para agradecerte la tarjeta.
-Sí, lo sé. Pero Marisa tenía una intuición...

Y Susanne como adivinándole el pensamiento le dijo a Marisa que pensaba que Charleen, de pronto,  estaba de vacaciones en otro país y por este motivo no le escribía porque estaba algo distraída; quizás hasta Charleen no había viajado sola.  Podría estar enamorada. También cabía la posibilidad que ella hubiera cambiado de trabajo y se hubiera ido a otro país o estaba en planes de hacerlo. 
-Pero, ¿por qué me ignoraba la gaviota? Como si estuviera molesta contigo - replicó Marisa.
-Quizás Charleen está tan ocupada con su nueva vida que no piensa en ti.
-Sí, podría ser - dijo Marisa.
-Algún día ella te escribirá. Y tú sabrás si tu sueño tiene algo de verdad porque tú eres un poco bruja. Y rió a carcajadas Susanne. Era una risa contagiosa.
-Yo no soy la única bruja -rió Marisa también. Tú eres mi maestra.

Mientras Marisa y Susanne seguían conversando y comiendo (eran las 7 p.m.), al pie del Océano Pacífico se encontraba Charleen Wayne ya de pie y ocupada (eran las 10 a.m). Anoche ella soñó que era una gaviota y que en su pico llevaba una carta para su amiga chilena Marisa Calderón, residente  en Hamburgo, Alemania.

A los pocos días Marisa recibió una postal electrónica de Charleen donde le contaba que  había estado tomando un curso intensivo de español desde hacía dos semanas y que se encontraba en Acapulco dirigiendo un hotel para turistas. Y la invitaba a alojarse gratuitamente en su hotel por dos semanas "all inclusiv"; podía traer a otra persona como acompañante, si quería. Le contó también que había descubierto un restaurante llamado "El Faro" que ofrecía no sólo comida mexicana, sino también comida española. Le gustaba mucho ir allí.

Después, Marisa, escribió unas líneas de agradecimiento -tanto en español como en inglés- a Charleen, luego,  salió al balcón bien abrigada -era finales de otoño- y desde allí llamó a Susanne para preguntarle cuando podía tomar vacaciones y seguidamente le contó sobre el contenido de la carta recibida.   El grito de Susanne  "¡Ay, somos brujas!" no solamente casi dejó sorda a Marisa, sino también a una gaviota que pasó volando al lado de ella.


Marisol