domingo, 28 de mayo de 2023

Una historia inventada

 

Mientras un viento caprichoso y glacial hace dibujos sobre mis recuerdos, una estrella fugaz cae dentro de mi alma y en la de mis ancestros mientras sus miradas de advertencia no solo me recorren de pies a cabeza, sino que me hacen saber que mi cuerpo algún día se enfriará. Retarlos no puedo. Ellos tienen razón aunque mis lágrimas se nieguen a perforar los ojos de la realidad... esa realidad que aunque yo deje de creer en ella, sigue existiendo y no desaparece por más que así lo desee. Esa realidad que lleva mi nombre y apellido, unas veces luce color azul polvoriento y otras tiene ribetes negros. 

Y mientras alzo mi cabeza para descifrar el sentido de la vida, descifro un centenar o quizás un millar de nombres que salen de mi boca como un eructo bien dado de mi frágil memoria... esa memoria que parece, más bien, un museo de espejos rotos. Y por este motivo no puedo verme del todo bien. 

¿Quién soy? No sé, quizá vivo dentro de un baúl lleno de fantasmas. Tal vez porque pasar de los fantasmas de la fe a los espectros de la razón no es más que ser cambiado de celda o quizá porque el deber mío ante la vida es seguir hacia adelante sin mirar más hacia atrás. ¿Y por qué? Pues, porque la vida es para mí una solitaria celda cuyos muros son, al final, sólo espejos que antes de darnos la imagen que reproducen, deberían reflexionar un poco porque no hay espejo que mejor refleje la imagen mía que mis propias palabras... esas palabras que son, al fin y al cabo, la configuración acústica de mis ideas que se encienden como chispas eléctricas aunque yo no quiera, sobre todo, cuando por dentro mi mundo interior está demasiado oscuro. ¿Por qué será? Todo parece indicar que en lo oscuro, en lo complicado, se toca, finalmente la verdad. Sobre todo, porque, lamentablemente, ésta tiene dos sabores: es dulce para el que la dice y es amarga para el que la oye. 

Hoy me toca hablar y tú escuchar(me). Permiso te doy para que sea a la inversa porque nunca es igual saber la verdad por uno mismo que tener que escucharla por otro. ¡Ay! una gran verdad como la que si Dios no existiera, sería necesario inventarlo. ¿Y sabes porqué? Pues, porque la vida, a pesar de nuestras preocupaciones, miedos e inseguridades, es la cosa mejor que se ha inventado porque, al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.  

Por este motivo hay que inventarse de nuevo, reinventarse, volver a ponerse de pie para tener la fuerza de escribir mi historia de vida de mejor manera sin agregar ni quitar nada, sin inventar nada. Tarea difícil pero no imposible para toda aquella persona que sepa verse bien por dentro por más que sea tan difícil verse a uno mismo porque es como mirar para atrás sin volverse.

Y mientras el viento sigue soplando, éste me hace saber que sólo se inventa mediante el recuerdo porque nosotros recordamos lo que nos interesa y porque nos interesa, quizá porque el recuerdo es el único paraíso del cual ni tú ni yo podemos ser expulsados aunque de esta historia inventada sea todo lo contrario. 

MARiSOL