miércoles, 20 de noviembre de 2019

La Pasión y la Razón





Mientras la Pasión, ciega de rabia, esgrimía una lanza de improperios contra la Razón, esta última le hizo ver que no fuera tan procazmente vehemente y que, por favor, controlara más y mejor su vulgar vocabulario, o sea,  le pidió, en resumidas cuentas,  que se mordiera la lengua. Sin embargo, la Pasión, en tono desdeñoso, le dijo a gritos: 
- ¡Tú podrás ser el timón que conduce a los seres humanos por el mar de la vida, ese mar donde uno se detiene a pensar y a razonar, pero tú solamente sirves cuando las aguas están tranquilas!
- Pues, te equivocas - le contestó la Razón y continuó hablando - A decir verdad, me considero ser la vela que a ellos, los seres humanos, les impulsa a seguir navegando en el mar de la vida y mejor si hacen uso de mí  cuando se encuentran en aguas turbulentas. Lo que pasa que no todos los seres humanos reaccionan de la misma manera. Ideal sería que absolutamente todos hicieran uso de esa facultad que Dios les dió: la de pensar, calcular, razonar y no solamente actuar de manera ciega y descontrolada.
- ¡O sea, sin corazón! - gritó la Pasión muy enojada. Este tipo tuyo de pensamiento me perturba y no me gusta nada. ¡Me caes antipática!
Nuevamente la Pasión se equivocaba. La Razón hacía esfuerzos por no darle un bofetón a la Pasión por ser tan insolente con ella. Así que armándose de gran paciencia la Razón le dijo a la Pasión:
- ¡Cálmate! En realidad, si bien tú eres un sentimiento intenso, no por ello eres mejor que yo. Si me dieras la mano, te aseguro que juntas haríamos un buen equipo.
- ¡No te entiendo! - gruñó la Pasión. Pero si somos antagónicas, somos como caliente y frío, como blanco y negro. No podemos ser amigas, por ningún motivo.
La Razón armándose nuevamente de paciencia le dijo que ese pensamiento suyo estaba en desuso. Acaso, ¿no existe el agua tibia o el color gris? Le explicó que si ella (la pasión) actúa en solitario  y sólo se sale, y a cada rato, de sus cabales ya sea gritando, insultando o reaccionando de manera histérica, pues terminaría de hundir a su barco en la aguas profundas de la vida o, lo peor de todo, lo dejaría a la deriva.
- ¡Eres una exagerada y una estúpida! - gritó la Pasión. Acaso, ¿me tildas de loca o qué? a parte que a mí no me gusta ni el agua tibia ni el color gris. Yo no me voy con medias tintas. ¡O todo o nada! Así soy yo. ¡Apasionada hasta el tuétano, hasta la última gota de mi sangre!
La Razón, entonces, con voz enérgica exclamó:
- En primer lugar deja de gritarme e insultarme y en segundo lugar déjame decirte que deberías aprender a manejar mejor ese demonio que llevas dentro de ti pues no te conduce a buen puerto.  Tu eres ese tipo de pasión ciega, ésa que no es para nada saludable, eres venenosa para el alma de cualquier ser humano. Sin embargo, hay otro tipo de pasión, mejor que tú.
- Así, ¿a ver cuál? - le desafió la Pasión roja de la rabia. Por lo que veo no soy santa de tu devoción. Te crees la última chupada del mango, Razón de m...
Y mientras la Pasión se debatía en su mar de emociones encontradas, había otra Pasión que las había estado observando y se les acercó a las dos y tímidamente les dijo lo siguiente:
- Entrometerme no quiero, pero yo también me llamo Pasión y créeme tocaya que estás muy equivocada. La Razón tiene razón.
- A ver, ¡explícate mejor! - le retó la Pasión (la antipática o Pasión Nr. 1).
Esta otra Pasión (a quien llamaré Pasión Nr. 2) le hizo saber que normalmente la pasión está generalmente asociada a un sentimiento tan profundo que desborda la frontera del dolor físico o psicológico. Es más, le hizo saber que la palabra "pasión" deriva del Latín "Passio" que a su vez es de la familia ligada al verbo "padecer" pero que es la raíz etimológica en común con "Paciencia". También le dijo que ella la veía (a la pasión antipática o Pasión Nr. 1)  como a ese  tipo de amor que nubla la razón y domina la voluntad del individuo.
- ¡Pues sí, esa soy yo. ¿Y qué?! En todo caso yo no puedo vivir sin lujuria, deseo y erotismo - respondió enojadísima la Pasión Nr. 1 a la Pasión Nr. 2. Yo soy muy arrebatadamente caliente.
La Razón sonrió. La verdad era que quería estallar en carcajadas (la Pasión Nr. 2 igualmente). Pues bien, luego de haberse mantenido callada la Razón habló para dar por zanjada la conversación ya que ella tenía que resolver otros temas de relevante importancia:
- Me apena darme cuenta, Pasión Nr. 1 que si no te limitaras a pensar sólo de la manera que lo haces,  podría yo tener una opinión más alta de ti. La verdad que eres tan diferente de Pasión Nr. 2 a la que me alegro de conocerla y ofrecerle mi amistad desde ya porque me doy cuenta que ella sí es ese tipo de pasión bien canalizada, ese tipo de pasión que nos lleva, de todas maneras, a buen puerto. No hay cosa más bonita que sentir pasión por lo que uno hace, ya sea un pasatiempo llámese cocinar, pintar, coser, leer, escribir y un largo etcétera o un trabajo así sea uno arquitecto, médico, abogado o sea también un mecánico, electricista, chófer con su otro largo etcétera. No hay cosa más bonita que sentir predilección y cariño y sentirse entusiasmado por lo que uno hace no solamente en la vida, sino por la vida de uno mismo. 

Y luego de decir estas últimas palabras la Razón le extendió su mano a la Pasión Nr. 2 para ofrecerle su amistad  porque la pasión y la razón bien canalizadas no sólo sazonan nuestra existencia y hacen que ella sea más disfrutable, sino que porque ambas pueden ayudar a los seres humanos (a ti también querido lector) a razonar con pasión y apasionarse con razón. ¿No te parece?

MARiSOL