martes, 9 de diciembre de 2014

El cuervo y la luna


Hace pocos días atrás, un cuervo, que estaba posado sobre un árbol ubicado en mi jardín, desafió a la luna llena diciéndole:
- Tú, que te crees tan linda, te ves sólo como cualquier vulgar piedra que yo puedo encontrar tirada en cualquier sitio. Tú no eres nada especial como muchos creen. Yo soy más bonito que tú. Yo soy esbelto mientras que tú eres gorda ¡Ja, ja, ja!
La luna muy soberana le dijo al cuervo que si él conseguía encontrar una piedra redonda como ella, le daría a él la razón en lo que le había dicho.
El cuervo pensando que la tarea sería fácil se hizo a la búsqueda. Pues bien, tan fácil no le resultó. Pasaron varios días hasta que, por fin, dió con una piedra bien redonda que encontró en una playa. Y para encontrarla le tocó al cuervo volar bien lejos. 
Cuando él se la enseñó muy orgulloso, la luna le dijo:
- Sí, es una piedra, pero no es blanca como yo. 
- ¡Pero es redonda, igual de gorda que tú! - gritó el cuervo indignado.
- Es de color gris. ¡No vale! - dijo la luna sin hacer menor caso de la rabia del cuervo. ¡Vé y busca otra piedra o algo parecido a ésta y que sea de color blanco, por favor!
Pasaron varias semanas. El cuervo desesperado como no encontraba por ningún lado una piedra blanca y bien redonda, se rindió ante la luna.
La luna muy seria le dijo:
- Rendirse no es de cobardes, pero si no eres capaz de saber cuando rendirte a tiempo, sí que lo eres.
- ¿Me dices que soy un cobarde? - gritó el cuervo.
- No te he dicho que lo seas, sino que te has rendido muy pronto. Eso es todo. Si tú no me sabes entender, es tu problema y no el mío - le espetó la luna imperturbable.
- Pero, no he encontrado ninguna piedra blanca y redonda - le dijo molesto el cuervo. 
- ¡Sé perseverante en tu búsqueda! - le desafió la luna sin alzar su voz.
Pasaron muchos meses, hasta que un día el cuervo sí encontró una piedra redonda y blanca. Cuando la luna la vió le dijo:
- La piedra será redonda y blanca pero no brilla como yo.
- ¡No es posible que me hagas esto!  - gritó el cuervo desaforadamente.
- Abre los ojos y mira a tu alrededor. Lo que tú buscas está mucho más cerca de lo que tú te puedes imaginar. ¡Piensa! ¡Usa tu inteligencia e intuición! - le dijo la luna muy seria.
De pronto, por fin el cuervo entendió lo que la luna le había dicho y salió volando en dirección a un campo de golf cercano. Allí encontró una pelotita. Era blanca, bien redonda y brillante. Al mostrarle ésta a la luna, ella le dijo:
- Misión cumplida. Ahora tú puedes jactarte y decir que eres más lindo que yo, si te resulta todavía importante.
El cuervo avergonzado se disculpó ante ella por haberla desafiado de esa manera tan tonta. Desde ese momento, la luna y el cuervo se hicieron buenos amigos. Es más, el cuervo se enamoró de la luna. ¡Cómo le hubiera gustado que ella tuviera el tamaño de una pelota de golf para poderla llevar con él a todos sitios! Pero, que yo sepa, la luna está de novia con el sol y, yo sé, que el cuervo no se atreve a desafiarlo. Y como, además, la luna vive muy lejos del cuervo, el amor del cuervo por ella se mantiene sólo como un amor platónico. Al final, la belleza espiritual se impuso ante la belleza física.

MARiSOL



Imagen sacada de Bing
 

Alma de niña

 
Mi abuela Gloria fuma no sólo expulsando el humo de sus pulmones, sino tratando de quitarse entre las volutas de humo al hombre que aún ella quiere. Pues bien, los años han pasado y mi abuela ya con sus 95 años, quien es una fumadora empedernida pero con una salud a prueba de balas (cosa rara, porque hoy en día más de uno muere de cáncer al pumón), hasta ahora ha tratado, sin éxito, de fumar sólo por placer manteniendo la mente en blanco, pero no lo consigue por más que ella quiere, porque su mente es más poderosa y la obliga a seguir recordando y esperando por su amado, a quien ella le ha perdido la pista desde hace mucho tiempo. Seguramente él ya habrá muerto, ¡quien sabe dónde y cuándo!  Y si vive, ¿dónde está? Debe tener 97 años. Mi abuelo vive y tiene la misma edad que mi abuela y no ignora la existencia de este gran amor. Ni yo tampoco.

 

Yo sé que a mi abuela Gloria nunca le desesperó esperar. Todo lo contrario, ella piensa que la espera existe sólo  en los relojes cotidianos, pero no en el corazón porque allí el tiempo no existe. El amor vive, vibra y nunca se apaga. Mi abuela esto lo sabe mejor que yo. Por más que ella se esfuerce en olvidar a su amado, él siempre regresa. Va y viene a su antojo, despierta con ella y se duerme con ella, mejor dicho, en ella. Y sin palabras me lo recuerda mientras ambas guardamos silencio mientras tomamos sol ante el porche de su casa.

 

Y mientras mi abuela fuma y se deleita en sus recuerdos, yo la acompaño con mis recuerdos aunque sin cigarrillo en mano (yo no fumo desde hace más de veinte años; la mejor decisión tomada ya que soy asmática). Me pregunto yo ¿qué espero de la vida?  (soy discreta en no mencionar mis motivos o mis secretos; perdóneme Usted, querido lector, si no lo hago partícipe de éstos). ¿Será cierto que aquella persona que siempre espera, sufre más que aquella que no lo hace? ¿No es acaso mejor no esperar nada del exterior (ni lo bueno ni lo malo), sino más bien, lo que yo espero de mí misma? Pues, algo tendrá de verdad aquel proverbio que dice Quien espera, desespera. Y yo, la verdad, que no he nacido para vivir desesperada. Todo lo contrario, defiendo a capa y espada mi tranquilidad espiritual a costa del no entedimiento de otros que esperan de mí otra actitud, quizás negativa, como la mayoría, que me queje como muchos y ande renegando de la vida. Por momentos, me gustaría fumar para expulsar como mi abuela Gloria, las ideas que, por momentos, me perturban, pero yo soy más fuerte que ella. ¿O me equivoco? Pues, porque no fumo. ¿Hago bien? Por salud, quizás, aunque mi querida abuela fuma y está más sana que yo. Le sonrío en este silencio compartido, de complicidad.

 

Los ojos de mi abuela Gloria se clavan en los míos. No sólo son hermosos, sino que reflejan su alma de niña. Quizás, por este motivo, ella sigue esperando porque el corazón, en el fondo, es un niño (en su caso, niña) que espera lo que desea aunque su deseo nunca se cumpla. Y el mío tampoco.  

 

MARiSOL  

 


Acá dejo este tango inolvidable y su letra

   


 Fumando espero
Tango 1922
Música:  Juan Viladomat

Letra: Félix Garzo

 

Fumar es un placer
genial, sensual.
Fumando espero
al hombre a quien yo quiero,
tras los cristales
de alegres ventanales.
Mientras fumo,
mi vida no consumo
porque flotando el humo
me suelo adormecer...
Tendida en la chaisse longue
soñar y amar...
Ver a mi amante
solícito y galante,
sentir sus labios
besar con besos sabios,
y el devaneo
sentir con más deseos
cuando sus ojos veo,
sedientos de pasión.
Por eso estando mi bien
es mi fumar un edén.

Dame el humo de tu boca.
Anda, que así me vuelvo loca.
Corre que quiero enloquecer
de placer,
sintiendo ese calor
del humo embriagador
que acaba por prender
la llama ardiente del amor.

Mi egipcio es especial,
qué olor, señor.
Tras la batalla
en que el amor estalla,
un cigarrillo
es siempre un descansillo
y aunque parece
que el cuerpo languidece,
tras el cigarro crece
su fuerza, su vigor.
La hora de inquietud
con él, no es cruel,
sus espirales son sueños celestiales,
y forman nubes
que así a la gloria suben
y envuelta en ella,
su chispa es una estrella
que luce, clara y bella
con rápido fulgor.
Por eso estando mi bien
es mi fumar un edén.

 

 

Imagen sacada de Bing