domingo, 22 de noviembre de 2020

La estrella de la fe

 

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"A veces la solución es crear historias hasta que aparezcan las estrellas"- se dijo a sí mismo Roberto mientras se secaba las lágrimas. ¡Ay! es que las lágrimas tienen algo de sagrado porque extrañamente el mar y ellas tienen algo en común: la sal. Quizás es más que eso, las lágrimas son la sangre del alma. Y el alma de Roberto está sangrando desde hace mucho tiempo. ¡Ay! Roberto no quiere seguir llorando porque sabe que si pierde su sol interno, sus lágrimas no lo dejarán ver más las estrellas. Él necesita sólo de una sola estrella que lo guíe por el camino de su vida un tanto alterada por diversos motivos que ya los mencionaré más adelante. Bien, Roberto sabe que el símbolo de las estrellas tiene un significado de luz porque simbolizan la verdad, el espíritu y la esperanza como también significan la protección de Dios y el universo... ese universo que es el vasto símbolo de Dios. Sin embargo, el universo con toda su enigmática hermosura resulta ser caótico para toda persona sin fe. 

A este punto quiero llegar. Quiero que Roberto vuelva a tener fe porque la fe es la creencia y confianza de una persona en relación con algo o alguien. Si bien él sabe que la fe se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad de aquello en lo que se cree, a Roberto le resulta difícil entender el significado de estas dos letras que provienen del latín y que significan: lealtad y fidelidad.

Roberto levantando su mirada hacia el cielo estrellado se preguntó qué es creer y tener fe. Si bien él sabe que la fe es lo opuesto a la creencia (uno cree cuando hay buenas razones para hacerlo), su corazón se resiste a tener fe porque sería aceptar en su mente tan racional una afirmación sin ninguna buena razón.   ¡Ay! La historia de vida de Roberto se ha complicado tanto que la estrella de la fe se le ha extraviado en algún punto de su alma. Es así que cuando la estrella de la fe lo escuchó hablando a solas en la oscuridad de la noche, ella le hizo saber a Roberto que si tiene la fe puesta en Dios, entonces podrá vencer el temor que le produce ver tantos acontecimientos negativos que no sólo suceden en su vida, sino que suceden a diario en el mundo en que vivimos. 

Al darse cuenta Roberto que la estrella de la fe le estaba hablando directamente a su corazón, él rabioso le preguntó que debía hacer para no perder la fe, sobre todo, en tiempos díficiles como en el que estamos todos. Es así como la estrella de la fe le hizo saber que él no estaba solo. También le dijo que la fe no es algo que uno tenga que hacer o que uno consigue por uno mismo, sino es más bien un regalo que Dios nos da para ayudarnos a creer. En cuanto la estrella de la fe calló, Roberto le preguntó si sólo existe un solo tipo de fe. La estrella de la fe sonriendo le explicó que hay siete tipos de fe. ¿Quieres saber cuáles son, querido lector? Te los menciono y son: la credibilidad, la convicción, la certeza, la seguridad, la firmeza, el convencimiento total, la esperanza segura, la garantía y veracidad de Dios.

Si bien Roberto sabe que la fe es una parte esencial de la piedad porque la piedad es más inteligente que el odio, él odia la vida que le ha tocado vivir por fuerza mayor. Entre la maldita pandemia y haber perdido su trabajo de camarero en un hotel para turistas, pues no es para menos que él se sienta afligido. La estrella de la fe al darse cuenta del inmenso descontento de Roberto le advirtió que el odio no disminuye con el odio, sólo éste disminuye con el amor. Pero Roberto, un tanto amargado, le pidió que se dejara de darle sermones baratos. Pero la estrella de la fe tercamente siguió hablándole y lo retó preguntándole si él se consideraba una persona inteligente, a lo que él le dijo alzando la voz: "¡Claro, que sí!". Pues bien, la estrella de la fe seriamente le contestó que el odio es un sentimiento que sólo puede existir en ausencia de toda inteligencia. Es más, también le dijo que cuando nuestro odio es demasiado profundo, coloca no sólo a Roberto, sino a ti, querido lector, y a mí también muy por debajo de aquellas personas que odiamos. 

Al terminar de decir estas palabras la estrella de la fe miró largamente a Roberto y él avergonzado bajó su mirada y murmuró cansado: "Yo no he nacido con estrella. Más bien, he nacido estrellado". Pero como la estrella de la fe no es vengativa ni le guarda rencor alguno a Roberto, terminó diciéndole estas palabras que quizá te sirvan también a ti, querido lector: "No vayas sin amor por la vida aún cuando te toque franquear una alta montaña llena de muchos problemas que te obligue, por momentos, a subir difícilmente por ella. Es más, no apagues tu estrella interior para que ella te guíe y ayude a enncontrar el mejor camino mientras vas cuesta arriba porque mientras más alto subas, más cerca del cielo estarás. Recuerda que tanto el cielo como el infierno está en nosotros. Tú escoge." Roberto rindiéndose ante la sabiduría de la estrella de la fe, se prometió a sí mismo reescribir su propia historia de vida de mejor manera para así hacer reaparecer a las estrellas de su universo interno. Y es que las estrellas son como los niños porque nunca hay demasiados. Y Roberto está tomando conciencia que a pesar de sus problemas de persona adulta no debe dejar de perder al niño que vive en  él y que tanta falta le hace para recuperar su fe perdida. 

Antes de terminar, te comento que después que Roberto hablara con la estrella de la fe, recibió la llamada de una buena amiga que trabaja en el observatorio astronómico de la ciudad donde él también vive. Ella le preguntó si él estaba interesado en trabajar por las noches de  vigilante aunque éste esté cerrado al público. Roberto aceptó inmediatamente. Después de colgar el teléfono, su niño interior empezó a brincar de la alegría alrededor de la estrella de la fe.

 

MARiSOL