viernes, 8 de enero de 2016

Jugando con el tiempo



 
Me imagino, querido lector, que tú sabes el significado del "Tiempo". Según el diccionario esta palabra viene del latín "tempus" y se dice que el tiempo es la magnitud física, cuya unidad básica es el segundo, que permite medir la duración o separación de las cosas sujetas a cambio y es el que  así ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo así un pasado, un presente y un futuro. 

Pues bien, acá yo me encuentro con mi hijo Román de ocho  años. Lo que acá yo te he comentado lo sabe también mi hijo, pero como él se me queda mirando en silencio, trato de buscar otras palabras más sencillas para decirle lo siguiente:


- Bueno, el tiempo es el que marca las estaciones del año, la edad de las personas o una época durante la cual vive una persona o sucede una cosa.

- Todo esto lo sé, mamá - me contesta un poco aburrido Román. Ahora soy yo la que no entiende nada. Después de mirarme mi hijo, continúa hablando y me pregunta - Si tuvieras tú, mamá, que definir el tiempo, sin diccionario a la mano, ¿qué me dirías?

Dejo el diccionario de lado, carraspeo y aclarando mi voz como una flauta dulce le hago saber que el tiempo es una cronología de momentos donde ocurren hechos. Luego le pido que se imagine una línea recta donde se puede representar en forma gráfica los momentos históricos en puntos y los procesos en segmentos. Al terminar de decir esto Román me mira con sus inmensos ojos negros y luego me dice:

- Yo creo que el tiempo es una invención del hombre, mamá. Su respuesta suena categórica. Y luego me hace una pregunta inesperada: ¿Por qué el tiempo tiene que ser representado en una línea y no más bien en un círculo?
- ¿Eh? No te entiendo, Román. Yo creo saber lo que es el tiempo, pero parece que no encuentro las palabras correctas para explicártelo con precisión porque esta pregunta tuya me desconcierta.
- Mamá, yo creo que el presente como tal no existe. Mira, en el preciso momento en que te dije: "el presente como tal no existe" ya esta frase se convierte en pasado y ... 
- Pero, futuro sí hay -  le interrumpo a mi hijo.
Román mientras se ríe a carcajadas me guiña un ojo diciéndome:
- ¿Futuro? Esta es otra invención del hombre. Acaso, ¿tú sabes lo que vamos a estar haciendo mañana a esta misma hora?
- No, hijo. No tengo la menor idea. No soy adivina; ni leo las cartas ni tengo una bola de cristal - le respondo un poco molesta. Este hijo mío me está poniendo nerviosa.
- Entonces el futuro tampoco existe - me responde de lo más tranquilo Román. 
- Pero, hijo ¿en qué crees? El tiempo es importante; de él dependemos para hacer nuestras citas con los amigos o ir al médico, por ejemplo. Además, así como tú  tomas en serio tu horario de la escuela, yo tomo en serio el horario de mi trabajo.
- Sí, claro, mamá. Esto ya lo sé, pero me repito: El tiempo es una invención del hombre. No es que yo no tome en serio al tiempo. Yo sé que estoy obligado a sujetarme  a él como todos. Pero el tiempo para mí es relativo; carece de importancia.
- ¿Por qué? - le pregunto intrigada pensando si, de pronto, debo llevar a mi hijo al psicólogo.
- Mira mamá, lo que para tí es presente, en otros países es pasado o futuro - mi hijo hace una pausa y luego continúa - Me explico: si ahora en Berlín tenemos las 4 p.m., por ejemplo, en Lima son las 10 a.m. O sea, en Lima  su gente vive en nuestro pasado y nosotros, en Berlín, somos su futuro. Y mientras que si en Tokio son la 1 a.m. o en Sydney son las 3 a.m. del día siguiente, entonces nosotros vivimos en el pasado de ellos y ellos son nuestro futuro. Lo que significa que vivimos en mundos paralelos. O sea, el tiempo camina entre el presente, pasado y futuro. Lo que quiere decir que el tiempo camina por tres caminos a la misma vez. ¿No te parece?

Ahora soy yo la que se queda pensativa:
- Voy a buscar en el internet más información sobre el tiempo para poderte entender mejor, hijo. Pero ahora, Román, quiero hacerte una pregunta importante: ¿Tú crees que el futuro lo podríamos cambiar o manipular?
- Yo creo que sí, pero aún no se ha descubierto la fórmula para ello - me responde muy serio mi hijo de ocho años, pero que filosofa como una persona adulta. 
- Entonces, te pido que te pongas a hacer en pocos minutos tus tareas de colegio y dejemos esta conversación porque en dos hora tienes tu clase de natación y no quiero que llegues atrasado. Tienes que ser puntual.
Román asiente y deja la habitación. Ya estando sola pienso que mi hijo vive adelantado para la edad que tiene. Si Román hubiera nacido hace 100 años atrás, ¿hubiera pensado igual que ahora? Quizás él sería un visionario o ¿ya lo es? porque sus palabras no juegan en vano con el tiempo, el mío, el tuyo o el de cualquier otro que lo haya escuchado.



MARiSOL





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