viernes, 12 de febrero de 2010

Meditando (un plan)

http://www.johnlund.com/images/NT5377758.jpg

-Mamá, ¿Le temes a la muerte? -me pregunta mi hijo Sandro de 8 años con sus ojos color miel vestidos de una gran curiosidad. Ha entrado sin tocar la puerta. Ha interrumpido mi momento sagrado de meditación. Indudablemente que esta pregunta lo inquieta a mi querido hijo. Siento un nudo en la garganta. No sé por donde empezar...
-A veces sí, otras no- le respondo un poco nerviosa y continúo - Al final, vamos por la vida caminando hasta llegar a nuestro paradero final querramos o no.
- Te refieres a que vivimos para morir - comenta Sandro; sigue sin sonreir.  Desde hace cuatro meses que ya no sonríe. Y esto me preocupa mucho.

Yo hago un esfuerzo por no darle importancia al tema...¡ay! la muerte. ¿Será por este motivo que trato siempre de relajarme? Pienso en la horrible muerte de Eduardo. Se me encoge el corazón una vez más. Pongo la música a todo volumen para no pensar más en los motivos que tuvo él para abandonarnos de la manera que lo hizo. No quiero llorar más...

Sandro sabe que de mí no obtendrá más respuestas. Me conoce bien.  Antes de dejarme sola me da un beso y a voz en cuello me dice: 
-Te quiero mucho mamá. Nunca lo olvides. 
Yo le sonrío y me pongo a bailar. Giro y giro. Quiero entrar en trance para no pensar...

Al llegar Sandro a su dormitorio abraza a su oso de peluche y le dice al oído: -Panchito, termino de despedirme. Ya estoy listo para llevarte conmigo.  Le daremos  muy pronto la sorpresa a mi papá, ¿de acuerdo?

Mientras Panchito le guiña un ojo en señal de complicidad, Sandro ya tiene un plan... el frasco de pastillas somníferas de su padre y la botella de agua esperan por él. Y por primera vez sonriendo sale Sandro corriendo escaleras arriba... hacia el ático.  Panchito lo acompaña en este viaje sin retorno.

Marisol




Foto sacada de internet