sábado, 21 de noviembre de 2020

Don Poder y Doña Corrupción

Esta es la historia de amor entre Don Poder y Doña Corrupción. ¡Ay! Más que una historia de amor, es de pasión. Si bien la pasión es una cualidad auténticamente humana, para tu información esta palabra tenía en origen un sentido negativo; proviene del latín "Passio" y alude a la "acción de padecer". Lo que esto supone una perturbación o afecto desordenado del ánimo. Sin embargo, hoy en día esta palabra goza de gran prestigio ya que no sólo se le ve como un estado emocional envidiable, sino que muchos la consideran como la verdadera razón de vivir.

Pues bien, Don Poder y Doña Corrupción viven su amor pasional de manera desenfrenada; se revuelcan a escondidas no sólo en las camas de presidentes, congresistas, empresarios, generales, cardenales y de muchos otros más, sino también hacen alarde ante todos ellos de lo que realmente les une: el dinero. Si bien en un comienzo ellos dos creían que el dinero lo hacía todo, después ambos terminaron haciendo todo por dinero hasta manchar, sin escrúpulo alguno, sus manos con sangre, de ser neceario. 

Me  imagino que de sobra sabes quién es Don Poder. En caso, lo ignores, te lo presento: Él sabe que no es un medio, sino un fin en sí mismo. Igualmente sabe que él es como un explosivo: o se maneja con cuidado o estalla. La verdad que Don Poder es muy audaz porque se mueve entre cumbres y precipicios. Por este motivo lo adora a morir Doña Corrupción (a quien también se le conoce, entre sus seguidores, como Doña Soborno).  Yo, personalmente, la tengo a ella de lejos porque tiene un espíritu corrompido donde no cabe el honor. ¿Y sabes por qué ella me cae tan mal? Porque el honor es la conciencia externa y la conciencia es el honor interno, y una persona sin honor genera sólo grandes problemas, sobre todo, a los demás.

La verdad que Don Poder y Doña Corrupción me caen muy mal porque cada uno de sus movimientos, bien calculados, los realizan ni por honor, ni por amor, sino por dinero. ¡Aj! Y es que ambos saben que el dinero es la llave que abre todas las puertas, así éstas sean las del mismísimo infierno. Y es que el dinero no es nada, pero cuando se tiene y mucho, ya es otra cosa, ¿verdad? A la larga, el dinero si bien evita preocupaciones también, aunque parezca mentira, las atrae tarde o temprano. Y, sobre todo, si es un dinero mal habido.

¿Y que opina Doña Corrupción a todo lo que digo yo? Ella me mira exasperada. Prefiere que yo guarde silencio porque ella sabe bien qué imagen da realmente ante los ojos del mundo. ¡Ay! Doña Corrupción está alterada porque no quiere que yo la desenmascare porque muy bien sabe que a través de su naturaleza coercitiva ella termina atrapando no sólo a personas de rangos inferiores, sino también de rangos superiores mientras ellos recaudan sobornos para mantener su propia posición sea en el ámbito político, empresarial, policial, militar, sanitario, religioso, etc. Por este motivo, Doña Corrupción necesita de Don Poder para causar así daños significativos en desmedro de la sociedad en general. ¡Ay! Sólo así ambos pueden sentir desesperadamente orgasmos y éxtasis inigualables cuando se encuentran a escondidas para amarse no sólo intensamente, salvajamente y obsesivamente, sino desenfrenadamente.  O lo que es peor, sin tener consideración por el daño que se pueden ocasionar a sí mismos o hacia los demás.

Pero ¡ojo! Tanto Don Poder como Doña Corrupción no deben olvidar que si se descuidan, al final, yo, quien soy la Moral, los puedo, llegado su momento, enviar presos. ¿Y sabes por qué? Pues, porque yo soy el resultado de aceptar la verdad y la justicia en todas partes del mundo. Porque, al fin y al cabo, la verdad y la justicia no tienen fronteras. Y no es porque las fronteras representen el este o el oeste, sur o norte, sino porque es allí donde todo ser humano se enfrenta a un hecho... como el hecho de tener conciencia moral, porque la conciencia moral es aquella voz interior que nos obliga a actuar de una forma y también nos dice si son correctas o incorrectas nuestras acciones. Es así, como yo, me considero en la capacidad de juzgar como buenas o malas no solo tus acciones, querido lector, sino también las de Don Poder y Doña Corrupción.

MARiSOL