viernes, 28 de febrero de 2014

La congoja de Carolina


Mientras Carolina Cárdenas Crespo, cardióloga de una clínica conocida de Cali, se encuentra en Cartagena conversando, bebiendo café y comiendo casquitos de guayaba, cortado de leche de cabra, calandraca y crema de café en casa de su ex-compañera de colegio, Consuelo Cordero de Carrazco (ama de casa, casada con Claudio Carrazco Correa, co-director de un colegio cartagenero), la campana de la Cateral le recuerda a Carolina que tiene que llamar a Carlos Campos Cuevas, su novio. Carlos es también cardiólogo como Carolina y cuenta con su propia clínica en Cali.

¡Ay! Carolina no quiere ser cobarde, pero no es capaz de coger su móvil para hablar claro con Carlos. Más bien, Carolina le enviará por correo electrónico a Carlos una carta. ¡Cuánta congoja carga a cuestas su cansado corazón! Carolina ya no quiere ni candelabros de cobre ni collares de camafeo ni cortinas de crepé fino ni cuadros caros ni cama de caoba; sólo quiere cortar de cuajo su relación caótica con el carismático de Carlos, pero él  tiene otra cara: es caprichoso, colérico, codicioso, controvertido, canalla, cretino, controlador, criticón y lo que es peor, es un Casanova del carajo.

Carolina le cuenta  a Consuelo que quiere escribirle una carta a Carlos. Consuelo prende su computadora y  Carolina comienza a escribir calmadamente. Cuando está lista le lee su carta a Consuelo porque confianza hay entre las dos. La carta dice así:

Carlos:
Mi carta es corta pero concisa. No habrá casamiento porque no quiero cubrir más mi corazón acongojado y en crisis por tus caracajadas camaleónicas. No concibo compartir más mi vida contigo. Es una catástrofe como te comportas conmigo. Deshago nuestro compromiso.  Considero que es lo mejor. No estoy contenta contigo, pues tú eres un cazador de mujeres coquetas. Tus concubinas con voz de caramelo callan por conveniencia. Tú compras sus caricias y su cariño mientras las colmas de regalos caros. Carlos, yo no soy cualquiera. Conseguiré nuevamente ser la capitana de mi caravela. Mi cabeza me dice con toda claridad que tú no me convienes. Hasta un cambio de casa y de clínica me haría bien. En la clínica Cartagena del Mar buscan cardiólogos. He mandado mi curriculum vitae. Yo soy competente en mi campo como tú. 
Un cordial saludo,
Carolina

Después de que Consuelo escuchara el contenido de la carta le dijo a Carolina:
- ¡Caray! ¡Qué cosa! Ni se te ocurra claudicar ni perder el control ni dejarte confundir ni perder la cabeza por Carlos cuando lo veas y converses con él cara a cara.   Es conflictivo y no te conviene, Carolina.
- Te haré caso, Consuelo. Seré consecuente - le contestó Carolina.  Cuando terminó Carolina de decir esto, hizo clic sobre una tecla del teclado de la computadora de Consuelo y le envió su carta a Carlos.

Carlos, después de leer la carta, montó en cólera y para sacarse este clavo caliente clavado en su corazón, canceló la conferencia que tenía con otros cardiólogos y cogió su carro mientras cantaba con rabia la canción  "La camisa negra" y se fué al Club "Cocodrilo" para tomar allí toda clase de cócteles como: Casino, Caipiriña, Cocuba, Cosmopolitan, Cuba Libre, Crema de cacao al whisky,  Claridge, Clover Club, Cocotel, Cola de Mono, etc. En ese club se encontrará con su nueva compañera de cama, Carla Castillo Contreras, una cantante costarricense que vive en Caquetá. En el club "Cocodrilo" está contratada por cuatro meses. Allí Carla canta canciones románticas; es una cuarentona coqueta y un poco casquivana. A cada rato va de compras; tiene una colección de collares, pelucas, carteras, zapatos de tacón y ropa cara de todos los colores.  Estuvo casada con Cándido Camaño Colina, un comerciante colombiano, común y corriente. Su ex-esposo, fué poca cosa para Carla.  Carla me ha confesado que quiere conquistar a Carlos cueste lo que cueste. Quiere contraer matrimonio con el cardiólogo más conocido, no sólo de Cali, sino de todo Colombia.

¡Ah! les cuento que Carolina consiguió trabajo en la clínica cartagenera. Y ahora Carolina está en Cali empacando. Consuelo está con ella. Un camión  vendrá en cuatro días para recoger sus cosas de la casa de Carlos. En pocos días Carolina comenzará sin dolores de cabeza y sin carencias de cariño su nueva vida en Cartagena .

¿Cómo concluirá este culebrón?  Los dejo curiosos.

Marisol 

He jugado con la C, sobre todo, con los sonidos: ca, co, cu


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miércoles, 26 de febrero de 2014

La guitarra de Paco





- ¡Me he quedado sola! - grita la guitarra mientras siente como su corazón se rompe en mil pedazos; está destrozado. No hay nadie cerca que le brinde caricias y consuelo. Se acaba de enterar de casualidad que Paco se fué de este mundo de manera violenta; fué un paro cardíaco, y él no se pudo despedir de ella. La guitarra llora desconsoladamente. Paco, su amigo del alma de años la abandonó sin querer. Y ya nada se puede hacer para que él vuelva a ella. Su tristeza es inmensa.

¿Ahora qué será de ella? Sus cuerdas se rebelan ante la idea que otra persona ya no les saque ese sonido brillante y limpio que sólo el gran Paco de Lucía lo sabía hacer como nadie. Pero morir lentamente olvidada en una esquina la pone muy nerviosa. ¿La venderán? Una angustia se apodera de la guitarra. Ella no quiere pero es que luchar ahora contra la angustia solamente la alejará de la serenidad que ella en estos momentos busca. Trata de relajarse. Y mientras inhala y exhala lentamente varias veces para evitar que la noticia la desmaye, sus ojos no pueden parar de llorar por su querido amigo y por ella también. Aquí ya no está más él para protegerla y para decidir sobre su  futuro. Esperemos que la guitarra no se debata por mucho tiempo entre dos aguas.

Marisol

Este cuento lo he escrito como un pequeño homenaje a este gran guitarrista español de flamenco y por mi admiración por él. ¿Sabías que él, en realidad se llamó  Francisco Sánchez Gómez? Si quieres informarte sobre su vida, entra a este enlace:  PACO DE LUCIA / WIKIPEDIA


 

jueves, 20 de febrero de 2014

La postal de Rebeca




Querida Carla:
Lindas vacaciones paradisíacas estoy teniendo y bien lejos de mis alumnos. ¡Ja! En esta playa he estado junto con un grupo de turistas ingleses tomando un curso de buceo. Primero estuve insegura, después no. ¡Fabulosa experiencia! Tengo tanto por contarte... En cuanto regrese te llamo para reunirnos. Estoy segura que te gustaría estar aquí.
Cúidate mucho y ya nos vemos pronto,

Rebeca
               
..............


"Qué coincidencia que esta postal haya llegado justamente hoy día. La llevaré conmigo", pensó Carla con tristeza mientras la metía dentro del bolsillo izquierdo de su chaqueta azul. Luego se duchó, se puso su uniforme, tomó un jugo de naranja y salió hacia su trabajo en taxi.


El taxista, después de saludarla y meter la maleta de su pasajera en el auto, pensó: "Esta mujer lleva una pena tan grande en el corazón que más bien espero a que ella me hable". Razón tenía puesto que apenas Carla se sentó en el taxi comenzó a llorar. El atento taxista le pasó rápidamente a su pasajera un par de pañuelos de papel que Carla los recibió agradecida.
- Disculpe si lloro pero es que una gran amiga mía ha muerto hace pocas semanas y me ha impresionado recibir hoy día su postal - le dijo Carla con voz entrecortada.
- Lo lamento - dijo el taxista. Otra frase de consuelo no se le ocurría. Carla permaneció en silencio mientras se secaba las lágrimas durante todo el recorrido que hicieron juntos por la ciudad.


En cuanto el taxista aparcó su auto delante del aeropuerto Carla se llamó al orden y después de pagarle por sus servicios, ella caminó con paso firme hacia adentro del inmenso edificio. Faltaba casi una hora para empezar a trabajar y la jornada sería larga. Tiempo habría para llorar nuevamente la ausencia de Rebeca, pero ahora no debía aunque que quisiera. 

Si bien Rebeca había muerto en un trágico accidente aéreo hacía tres semanas atrás, Carla (ya dentro de la cabina de mandos del gigante avión) tenía que concentrarse mucho ante el nuevo tablero que tenía delante suyo. No podía ahora estar pensando en su querida amiga de la infancia.


El ingeniero de vuelos antes de tomar asiento, le dijo alegremente a Carla:
- ¡Felicitaciones!  Hoy es un gran día para ti, ¿verdad?
Carla después de agradecerle su comentario, habló con la jefa de azafatas para saber si todos los pasajeros ya estaban preparados para el despegue. Luego después se comunicó con la torre de control, y al recibir la señal de luz verde, le preguntó a Robert, el co-piloto de vuelo, con voz serena y firme:
- ¿Listo para el despegue?
La respuesta de su co-piloto de turno fué clara y sonora:
- ¡Sí, mi capitana! Me alegro de volar juntos. Espero que no sea la primera vez.
- Ni la última tampoco - respondió el ingeniero de vuelo mientras le guiñaba un ojo a Carla. Ella no dijo nada, sólo sonrió. Luego, tocó con su mano derecha el bolsillo izquierdo de su chaqueta azul donde había metido la postal antes de agarrar el timón del avión. 

Para Carla sería la primera vez que volaría como capitana su primer vuelo trasatlántico con pasajeros a bordo. Y aunque nadie viera a Rebeca, los ojos del corazón de Carla sí la veían y estaba feliz de saberla a bordo como su ángel protector.

Yo sé que Carla nunca se ha desprendido de su postal. Y aunque ésta ya esté arrugada por el tiempo, todavía Carla deja que su querida amiga de la infancia siempre vuele con ella. ¡Aloha!
 


Marisol


Aloha es palabra hawaiana, utilizada para saludar y bendecir a los visitantes. Se le puede traducir como belleza, paz, disfrute, o bienaventurado seas.


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Para tu información:
La línea aérea "Lufthansa" cuenta con 4,000 pilotos de los cuales 100 son mujeres y 15 son capitanas.


 




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jueves, 13 de febrero de 2014

Mi cita con San Valentín




Ana María y su amigo San Valentín se encuentran sentados en una cafetería saboreando sus tazas de café con unos ricos pedazos de tarta de chocolate.

- ¿Tú qué crees qué es el amor? - le preguntó San Valentín a Ana María.
- Yo diría que ..... ¡Ay! no se me ocurre nada que decir. Mi mente está en blanco - respondió Ana María y miró a San Valentín con los ojos vacíos. No hay amor en ellos, solamente tristeza.
- Me has pedido hablar conmigo y aquí estoy para ayudarte - le dijo San Valentín y continuó hablando - ¡Ház un esfuerzo! Mira dentro de ti.
Ana María cerró los ojos y pensó en una respuesta.  Después de unos pocos minutos ella abrió la boca y despacio le respondió a San Valentín:
- Yo ya no sé lo que es el amor. No sé qué creer.
San Valentín la miró serio y le preguntó si ella cree que el amor es una tontería hecha por dos.
Ana María después de soltar una risita nerviosa le dijo que sí.
San Valentín le hizo otra pregunta:
- ¿Crees que el amor no reclama nada porque lo da todo?
- No entiendo tu pregunta - le contestó Ana María. La pregunta le resultaba difícil. 
San Valentín le explicó que mientras la mayoría de las personas esperan siempre recibir algo a cambio (si yo te amo, tú también y si es de la misma manera, mejor), pocos saben amar con libertad.
- ¡Ah, ok! - sólo exclamó Ana María. ¿Sería que Pablo la dejó por otra porque ella a cada rato le decía que se quería casar con él y fundar una familia, y por este motivo Pablo se sintió acorralado porque Ana María lo estaba forzando a dar un paso del cual todavía no se sentía seguro de dar? 
San Valentín le leyó el pensamiento y asintió con la cabeza. Luego después le hizo otra pregunta a ella:
- ¿Crees que el amor es más paciente que la razón?
-  Mmm... Yo diría que sí, pues yo no supe ser paciente, ¿verdad?
- En realidad el problema tuyo es que confundiste paciencia con ceguera.
- ¡Explícate mejor! - le pidió Ana María.
- Cuando tu pareja te respeta, aunque no sea perfecto, pero quiere andar junto a ti sobre el mismo camino de vida, entonces la paciencia es sabia de tenerla de tu lado lo mismo que él para perdonarse las manías u errores pequeños que uno pueda cometer a través de los años. Pero si la razón te dice que a tu pareja la debes abandonar ya sea porque te maltrata físicamente u emocionalmente o porque siempre busca excusas por no querer asumir cierta responsabilidad de compromiso en la relación de ambos, entonces no debes permanecer ciega y paralizada por el miedo a la soledad o de perderlo. ¿Me entiendes?
- Sí - le contestó Ana María pensativa. Quieres decir que si yo no hubiera presionado a Pablo, ¿él no me hubiera dejado por otra?
- Lo mejor hubiera sido que tú te hubieras alejado para darle a Pablo tiempo de recapacitar. Pero, si él te hubiera querido mucho, hubiera regresado a ti y te hubiera propuesto matrimonio, ¿no crees?
- Pero no lo hizo. Mañana es San Valentín y él no está a mi lado para regalarme aunque sea una rosa - dijo Ana María triste. 
- No quiero verte sufrir por alguien que ya no está a tu lado. Pablo no es mala persona. Simplemente no pudo darte lo que tú querías en su momento. ¡Perdónalo!
- Ya lo he perdonado, pero no logro sacármelo del corazón. ¿Qué hago? - le dijo Ana María.
- No te quedes sola mañana. Llama a alguna amiga y sal con ella ..... Mmmm. Tengo una mejor idea, Ana María - dijo sonriendo San Valentín. Me vas a ayudar a repartir amor.
- Pero, ¿cómo? - le preguntó Ana María intrigada.
- Te vestirás como un ángel. Toda de blanco. Nos vamos de tiendas dentro de un rato. Te compraré yo tu atuendo. Quedarás preciosa. 
- ¿Y las alas dónde las consigo? - preguntó Ana María. Me parece imposible lo que me sugieres.
- De eso me encargo yo mañana. Te enseñaré a usarlas. Es muy fácil. Ya verás. Además quiero decirte algo importante, Ana María.
- No me hagas más preguntas, por favor - le dijo Ana María sonriendo.
- El amor en realidad no existe; es sólo una palabra intangible que vuela de boca en boca. Una palabra manoseada e incomprendida por muchísima gente.
- Como yo, ¿verdad? - le dijo Ana María bajando la mirada.
- No. Tú estás abierta al diálogo. Quieres aprender a descubrir o, mejor dicho, a redescubrir el significado de esta palabra. Lo que cuentan son las pruebas de amor - le respondió San Valentín. Y la tuya la harás mañana. No solamente me darás tu amor de amiga hacia mí, sino abrirás tu corazón hacia tus semejantes. Iremos también a tocarle la puerta a Pablo. ¿Qué dices?
- ¡Ay! no creo que pueda - le respondió Ana María. Hace ocho meses que no lo veo.
- Pues, prepárate porque sólo amando en libertad puedes reconquistar su corazón. Sé gentil con él. No hables sobre el pasado. Sonríele. Tú no sabes si Pablo sigue con su amiga o si está solo. Y si él se da cuenta que se equivocó por haberte cambiado por otra, regresará a ti. Está en tus manos el aceptarlo o rechazarlo. Más bien, no te hagas dependiente de Pablo. Piensa, más bien, en querer pasar un bonito día junto a mí. Yo me encargaré de sacarte más de una sonrisa. Mi mejor prueba de amor es regalarte un inolvidable día de San Valentín. 
Ana María lo abrazó porque su amigo la quería con todo su corazón.

 Marisol


martes, 11 de febrero de 2014

El anillo de Ágata


- ¿Te gusta mi regalo, Ágata? - le preguntó su esposo Francisco.
- Sí, claro - respondió ella sin mucho entusiasmo. Otro regalo más ...... para mantenerla contenta. Y es que Àgata sabía que él tenía otras mujeres, sus otras piedras preciosas como Rubí, Esmeralda, Ámbar, etc. 

Sus amantes compartían con él su cuerpo y su dinero desde hacía ya mucho tiempo. ¡Vaya uno a saber cuantas mujeres tenía Francisco! Ella no lo quería saber. Hacía ya tiempo que no dormían juntos. Él tenía su propio dormitorio, ella también. Él llegaba cuando quería. Ella no. Ágata tenía dos guardaespaldas que no sólo la protegían, sino que le informaban a Francisco de todos los pasos que ella daba. Y como ella lo sabía, su vida era ordenada. Se encontraba con sus amigas para jugar a las cartas, para ir de compras, para jugar golf, hacer trabajos de caridad, organizar fiestas. Aparte que era abuela también. Sólo Ágata era un poco feliz cuando Francisco la llevaba de viaje (solían ser siempre espectaculares) o cuando él le regalaba su tiempo y le prestaba atención como ahora ... por ser su cumpleaños. Ágata cumplía 64 años. Francisco era un año mayor que ella.

Ágata callaba porque defendía su "status quo" aunque le doliera la infidelidad de su esposo. Ni siquiera un amante tenía ella. Su vida no era sólo ordenada, sino que un poco aburrida. El dinero puede llegar a hastiar cuando ya nada a uno le satisface. Pero Ágata se había acostumbrado al alto nivel de vida al que él la tenía acostumbrada y además porque sus tres hijos (ya mayores de edad y bien educados: el de 27 era arquitecto, el de 31 era médico pediatra y el de 33 era piloto de avión) adoraban a su padre y ella que los quería más que a su propia vida no quería decepcionarlos. Impensable era de bajar a Fernando de su pedestal ante los ojos de sus queridos hijos y nietos. Sólo el mayor de sus tres hijos estaba casado y tenía dos hijos. Francisco adoraba a sus hijos y a sus nietos, aún más. Los engreía como todo abuelo. Ella también hacía lo mismo. Mientras Francisco les hacía toda clase de regalos, ella les daba mucho amor y jugaba con ellos.

Pues bien, Àgata no es que no se atreviera a divorciarse, sino que  ella se había acostumbrado a vivir así.... era un pacto callado con su esposo. Si bien Ágata sabía que Francisco la quería a su manera, no la quería a ella sola; la compartía con otras, pero a escondidas. Y como Francisco era discreto, Ágata hacía lo que dice el refrán: "Ojos que no ven, corazón que no siente". 

Francisco no sólo se mostraba públicamente con su esposa, sino que a él le agradaba mucho la forma como Ágata se encargaba de organizar reuniones familiares o con amigos en casa. Si bien como anfitriona era perfecta, en la cama ella había resultado un poco sosa.  Así que por este motivo Francisco tenía otras mujeres. Si bien sus amantes eran un bálsamo para su cuerpo; eran el remedio necesario, aunque caro, que necesitaba contra el estrés al cual estaba expuesto en su trabajo desde hacía años.  Francisco, quien había estudiado Economía y Administración de Empresas ayudó a su padre a hacer crecer su imperio. Él le había sugerido a su padre de hacer construir - asesorados por ingenieros y arquitectos - desde casas de lujo hasta grandes edificios y centros comerciales. Y también por su parte, Francisco había creado una cadena de hoteles de lujo repartidos en distintos países. Francisco estaba pensando seriamente en vender un par de empresas, porque si seguía viviendo a ritmo acelerado, ya que viajaba mucho, moriría más joven que su padre, quien había muerto hacía cinco meses atrás de un paro cardíaco a la edad de 80 años.

La conversación siguió ...
- ¿Sabías que la piedra ágata proviene del sur de Sicilia, en Italia? le dijo Francisco a su esposa mientras se cambiaba de ropa. Quería ducharse antes de volver a salir. Esta vez no con ninguna de sus amantes, sino con su esposa. Él se había propuesto sacarla a cenar y luego la llevaría a un club exclusivo para bailar un rato como antes... cuando eran jóvenes y todavía estaban muy enamorados uno del otro. ¿En qué momento se llegó a cansar él de ella? Sacudió la cabeza. No quería ponerse triste.  Y luego Francisco siguió hablando - Se dice que la primera piedra de ágata se encontró en el río Achates, actualmente río Dirillo.
- ¡Ah! No sabía - dijo bostezando Ágata. Ella se había puesto unos zapatos negros muy bonitos, un vestido negro... ella se veía elegante. Era una mujer todavía hermosa. Y mientras ella empezaba a peinarse su rubia melena corta y a maquillarse con esmero, Francisco le dijo:
- Yo también me he comprado un anillo con una ágata pero es oscura. No lo pude resistir.
- Acaso, ¿para que te acuerdes de mí? - le preguntó riéndose de manera irónica Ágata.
- Sí, claro - mintió Francisco. Quería sacarle una sonrisa a su esposa. Y lo consiguió. Ágata no sólo sonrió complacida, sino que lo abrazó. Y mientras se abrazaban Francisco pensó que él sin ella estaba perdido. Sus amantes no le servían en este momento. 

Francisco se estaba dando cuenta que la vida se podía acabar en cualquier momento si seguía él viviendo de manera acelerada.  Le propondría a Ágata, más tarde, mientras cenaban, un viaje. Quería descansar. Francisco se sentía cansado. Quería no sólo recuperar su energía aunque ya no fuera como antes cuando era más joven, sino que quería andar con paso más lento para alargar su vida ... No quería morir como su padre de un paro cardíaco. Y es que en la joyería donde él compró los dos anillos, el dueño de ésta, un elegante marroquí, le dijo que en el Islam las ágatas también son piedras muy preciadas. Según la tradición, un anillo de ágata, por ejemplo, protege a su portador de ciertos percances y le garantiza la longevidad, entre otros beneficios.

Sé por Ágata que tuvo una noche romántica con Francisco.  Ella está feliz de saber que su esposo la necesita. Por el momento están de viaje en su propio yate - con capitán y tripulación incluída -  por El Caribe y, por suerte, no hay amantes que se divisen en el horizonte de la vida de Francisco ... Ágata se ve resplandeciente, rejuvenecida y enamorada. Francisco la está empezando a ver con otros ojos ... con los ojos del amor verdadero.

Marisol 



    
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lunes, 3 de febrero de 2014

Prueba de amor





Dame
Luis Miguel
 Dame agua, dame vida
ya no quiero estar dormido
dame alguna seña que me acerque más a ti
dame el árbol de tu vida
que me cure las heridas
y que vuelva a sonreír
Dame cielo, dame fuego
dame todos tus sentidos
ábreme las puertas, ya no quiero estar aquí
dame la llave de tus sueños
que tu amor ya tiene dueño
y te quiere hacer feliz
Dame alguna prueba de amor
que calme el dolor
que queden para siempre
mis besos vibrando en tu cuerpo
dame alguna prueba de amor
que calme el dolor
que quede nuestra historia de amor
a través de los tiempos
no me digas que no, que no vas a venir
que yo te quiero hacer feliz
Dame tu presencia
dame tu naturaleza
dame alguna clave que me acerque más a ti
dame un mapa de tu cuerpo
dame todos tus secretos
que yo te quiero hacer feliz
Dame alguna prueba de amor
que calme el dolor
que queden para siempre
mis besos vibrando en tu cuerpo
dame alguna prueba de amor
que calme el dolor
que quede nuestra historia de amor
a través de los tiempos
no me digas que no, que no vas a venir
que yo te quiero hacer feliz
Dame señas de tu amor
dale un rumbo a mi emoción
para hallar el camino de tu corazón
dame amor
Dame alguna prueba de amor

que calme el dolor
que queden para siempre
mis besos vibrando en tu cuerpo

 que calme el dolor
que quede nuestra historia de amor
a través de los tiempos
no me digas que no, que no vas a venir
que yo te quiero hacer feliz
Ven dame amor
que calme mi dolor
no me digas que no
que no vas a venir
que yo te quiero hacer feliz

Si bien en esta canción trata sobre un hombre que pide que su amada regrese a él, en esta historia mía hablo de otra prueba de amor, el de la renuncia.

Rodrigo sabe que no es fácil aceptar las palabras de Nancy. Le tiemblan las manos mientras sostiene la carta de ella y la lee por segunda vez.

Querido Rodrigo:
Más de una vez me he  preguntado que hubiera sido si tú y yo hubiéramos permanecido juntos .... seguramente te hubiera dicho "te odio" después de una gran pelea y el tiempo hubiera hecho que nos alejáramos el uno del otro si bien no físicamente, sí emocionalmente. No hay peor cosa que vivir en pareja y sentirse sola. Y aunque esta sea la situación en la que me encuentro desde hace ya tiempo, renunciar a mi esposo no puedo. Tengo mis motivos. Nombrarlos no quiero, porque ante tus ojos te sabrían a excusas. Si bien él me ha llegado a decir que soy una mujer demasiado romántica y nada racional,  él tiene mucha razón y por tal motivo estoy aprendiendo desde hace ya un tiempo atrás a entrenar mi mente. Estoy aprendiendo a ser más racional que emocional aunque el espejo de mi alma diga lo contrario. Quizás esté cometiendo un gran error ...

¿Sabes Rodrigo? si algún día nuestros pasos se volvieran a cruzar no dejaré de darte un fuerte abrazo y en ese abrazo sabrás lo mucho que te quise ... hablo en pasado... es parte de mi entrenamiento. Estoy aprendiendo a pensar con lógica puesto que entre tu mundo y el mío hay un mar no sólo de buenos sino también de malos recuerdos. Y aunque creas que soy una mujer sin corazón, ya no quiero más idealizar nuestro amor. Si bien el tiempo ayuda a borrar las heridas y nos enseña a perdonar, ya nada es lo mismo. Mejor dicho, yo no soy la misma de antes. He cambiado y sigo cambiando. Es parte de mi crecimiento personal. Por este motivo te escribo estas líneas porque a partir de hoy día he decidido renunciar a ti.
Te deseo todo lo mejor ahora y siempre,
Nancy





sábado, 1 de febrero de 2014

La despedida





"Toda la vida es una despedida. Nos despedimos de la niñez, de nuestra juventud, del primer gran amor, de amigos que se alejan por algún motivo o que debemos dejar por fuerza mayor, de parientes o amigos que nos abandonan para siempre... De la mano de esta última despedida hay una nostalgia que ha hecho su nido en mi pecho. No logro entender por qué, ¿será porque es la prueba de que hay un más allá? No quiero ponerme triste porque quiero pensar que volveré a ver a todos mis seres queridos".

Gisela se había propuesto no llorar delante de su familia. Había llegado el momento- después de haber vivido muchas despedidas- de  ver llegar la suya propia.  Y antes que su anciano corazón dejara de latir les sonrió a sus hijos, esposo y nietos. 

Si Gisela a la vida no le había temido, menos a la muerte. Y es que si la muerte es una vida ya vivida, la vida es una muerte que llega tarde o temprano. No le pide permiso a nadie. 

Después que Gisela se quedara dormida para siempre, su alma salió ligera volando de la habitación y nadie la pudo retener. Todos la vimos volar alto hasta que desapareció por completo de nuestra vista.

Marisol





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