sábado, 30 de abril de 2016

En el paraíso




Mi hija Bettina, de nueve años, me preguntó, hace un par de minutos atrás, mientras nos encontramos caminando por un parque cercano a casa a la luz de una hermosa luna llena, si la vida se ha hecho realmente para quererla porque, por momentos, le parece muy cruel. 
Mi respuesta no se dejó esperar. Le hice saber que la vida nos trae un hermoso regalo que  debemos compartirlo con todos aquellos que la quieran bien ... a la vida en sí misma .. y hasta más allá de ésta también. 
Luego mi hija me preguntó cuál es el regalo  al cual yo me refería.
Mi respuesta no se hizo esperar.
- Es el Amor, el mejor regalo que nos trae la vida - le contesté mirándola a sus hermosos ojos negros (iguales a los de su padre). Mira, si tú sientes amor, podrás afrontar situaciones difíciles, como la que estamos viviendo - le respondí mientras trataba de ser más clara en mis ideas porque, por momentos, sentía que el amor se me escurría como arena entre mis dedos, y en su lugar sentía rabia y mucha tristeza 
- O sea, ¿no sólo se trata de amar a nuestros seres queridos o a nuestros enemigos, sino amar la vida misma, mamá? - me preguntó Bettina, esta vez sonriéndome tímidamente, cuál cómplice de compartir un secreto... nuestro secreto.
- Así es - le respondí. Sólo amando podemos superarnos a nosotros mismos. Nunca permitas que el Amor se te escurra como arena entre tus dedos.

- Mamá, yo veo al Amor no como Arena, sino como una brisa suave que nos sacude alegremente el alma. Para mí a la arena la siento como a la tristeza. Prefiero sacudírmela, quítarmela de encima para que no me llegue a cubrir todo el cuerpo. 
 - ¡Esta imagen tuya me gusta mucho! - le dije a esa pequeña mujercita que habita en mi hija. Su sonrisa me resulta siempre tan cautivadora; espero que nunca se le borre por más que la vida la rete más de una vez. Y sí que la está retando desde hace cuatro meses no sólo a ella, sino a mí también. Y luego a continuación le dije que siguiéramos caminando por la vida con todo lo bueno y malo que nos trae y si es de manera positiva, mejor. 
- Sí, me parece una buena idea, pero resulta un tanto difícil de pensar así - me contestó Bettina mientras caminábamos agarradas de las manos por el parque y una suave brisa primaveral se dejaba sentir en nuestros corazones.
Si bien yo no soy del todo feliz y mi hija tampoco, desde hace cuatro meses, nos encontramos, en este momento, en el paraíso, sin lugar a dudas, aunque su padre se encuentre en ese paraíso, al cual sólo podemos llegar una sola vez. Algún día nos reuniremos con él.



MARiSOL


Tears in heaven
Eric Clapton

Would you know my name
If I saw you in heaven?
Would it be the same
If I saw you in heaven?

I must be strong
And carry on,
'Cause I know I don't belong
Here in heaven.

Would you hold my hand
If I saw you in heaven?
Would you help me stand
If I saw you in heaven?

I'll find my way
Through night and day,
'Cause I know I just can't stay
Here in heaven.

Time can bring you down,
Time can bend your knees.
Time can break your heart,
Have you begging please, begging please.

Beyond the door,
There's peace I'm sure,
And I know there'll be no more
Tears in heaven.

Would you know my name
If I saw you in heaven?
Would it be the same
If I saw you in heaven?

I must be strong
And carry on,
'Cause I know I don't belong
Here in heaven.



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Imagen sacada de Bing

viernes, 22 de abril de 2016

Alina, la costurera



Alina tenía muchos clientes y ella ya no se daba abasto para poder atenderlos a todos. Y, sin embargo, ella prescindía de tener empleados en su taller porque a ella le gustaba trabajar sola. Sólo quien la podía acompañar era su gatito dormilón Moritz. Él sabía el por qué a Alina le gustaba trabajar sola.

Pues bien, el hecho es que Alina es muy especial porque ella no solamente cose como cualquier buena costurera, sino que cose las heridas de sus clientes. Por tal motivo llega gente de distintos lugares porque buscan lo mismo: curar sus almas. 

Cuando Alina recibe a un cliente, después de preguntarle qué es lo que desea que ella le cosa, si una chaqueta, pantalón, vestido o camisa, ella lo mira fijamente y si ve mucha tristeza en su mirada  sea porque sufre de una desilusión, llora la muerte de un ser querido o está afligido porque su gran amor no le corresponde,  Alina le mete un amuleto pequeñito, creado por ella misma,  en la pieza de ropa entregada por su cliente y cuando Alina se la devuelve es cuando a partir de ese momento su amuleto entra en acción.

He de decir que hace unos días atrás yo fuí para que Alina, la costurera, me entallara un vestido mío que me quedaba grande ya que he bajado de peso. Y mientras me medía con su centímetro conversamos de distintos temas. Después nos despedimos. Al regresar a los pocos días para recoger mi vestido me fijé en casa si éste tenía un amuleto.  No, no le había puesto ninguno. Regresé a su tienda para reclamar.
-  Alina, ¿por qué no me has dado un amuleto? - le dije en tono de reproche.
- Ja -  se rió la costurera.  Yo solamente ayudo a las personas débiles de carácter, que se quejan diciendo que  sufren por lo que les impone el destino.
-  Y yo, ¿qué? ¿Acaso no he sufrido ya bastante? Tú sabes todo lo que me ha sucedido y lo que me sigue pasando - le dije un tanto enojada. ¡Cómo es posible que tú no me quieras ayudar!
-  Mira, - me dijo Alina - las personas fuertes como tú , a pesar de las adversidades que sufren, caminan por la vida con aplomo y con la cabeza erguida, las personas fuertes como tú miran de frente cuando hablan y clavan la mirada en su interlocutor. ¡Ah! y cuando saludan, estrechan la mano con fuerza. Y mientras tú sigas siendo una persona fuerte, o mejor dicho, positiva, de nada te servirá recibir un amuleto mío. ¿Me has entendido?
- Sí - le contesté a Alina. Entonces, tu amuleto sirve,  más que todo,  para combatir el pesimismo de varios de tus clientes.
- Así es. Lo que yo trato es que los clientes que son muy negativos aprendan a no estar cansados de la alegría;  lo que yo hago es que la recuperen con mi amuleto.
Entendí. Y con una sonrisa en los labios me despedí de Alina. Mi mejor amuleto era yo misma.

Marisol







Imagen sacada de bing