domingo, 10 de julio de 2016

La raíz cuadrada de Carlos


A Carlos, profesor de matématicas de una universidad de prestigio de su ciudad, le falta sólo dos años para jubilarse. Pero, en lugar de alegrarse, Carlos siente una profunda tristeza porque se pregunta qué va a ser con su tiempo libre, pues hasta ahora en los fines de semana da clases privadas de Matemáticas a nivel escolar y universitario. Tal vez podría seguir dando clases particulares de matemáticas para escolares y universitarios los siete días de la semana. Y es que su única pasión, para escapar de su terrible soledad, ha sido, hasta ahora, ser profesor de Matemáticas. Nunca le ha interesado tener una mujer a su lado, sólo amigas esporádicas. Si bien Carlos tiene alma de solitario ahora él se pregunta si la raíz cuadrada de sí mismo está, del todo, en orden. Yo diría que no, realmente.

¿No será que Carlos ha sido tan irracional como una raíz cuadrada de un número entero? ¡Quién sabe! porque las raíces cuadradas de los números enteros que no son cuadrados perfectos son siempre números irracionales. Pues bien, en lugar que Carlos siga planteándose problemas geométricos, es hora de replantearse su vida. En realidad, ¿qué hace con su vida? Pues, básicamente le ha cerrado las puertas de su corazón a más de una mujer por el miedo a los apegos y dependencias emocionales. Lo que pasa es que Carlos no quiere sufrir igual como su padre, quien fue abandonado por su esposa (madre de Carlos) cuando él era pequeño y, al final, su padre lo crió solo. Aquí radica, pues, el meollo del asunto. Carlos no quizo nunca ligarse a ninguna mujer ni tener hijos. No es que Carlos tenga miedo a tomar responsabilidades, sino al maldito abandono y a sufrir por amor.

Los dos años pasaron ...
Pocos días después de haberse jubilado Carlos conoció en una fiesta de unos amigos suyos a Estela, una viuda simpática y alegre profesora jubilada de idiomas, quien le robó el sueño y el corazón cuando ella le hizo una detallada y sencilla explicación, a su estilo, del teorema de Pitágoras mientras bailaban "chic to chic". Y mientras Estela le susurraba al oído: "No sólo el teorema de Pitágoras establece que en todo triángulo rectángulo, el cuadrado de la longitud de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de las respectivas longitudes de los catetos, sino que me gustaría mucho descubrir a tu lado la geometría del amor porque el amor también está lleno de puntos, rectas, planos, líneas paralelas, perpendiculares, curvas, superficies, polígonos, poliedros, etc." 

Al terminar de hablar Estela, Carlos la besó en la frente porque, por primera vez, sintió el deseo que esta mujer lo ayudara, en lugar de sólo vivir para las Matemáticas, a darse cuenta de las propiedades con las que ellos dos cuentan, a profundizar la relación que se está dando entre ellos dos, y a dejarse de tanto razonamiento lógico, de números, figuras geométricas o símbolos matemáticos.

Brindo por el Teorema de Pitágoras, por este nuevo Carlos que está naciendo y por esta mujer llamada Estela, que seguramente lo ayudará, sin miedos e inseguridades de por medio, a darse cuenta que las Matemáticas son, en realidad, el alfabeto con el cual Dios ha escrito no sólo en el Universo, sino en nuestro propio universo interno. 

MARiSOL
  
 
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