lunes, 28 de febrero de 2011

Extraño encuentro

http://mw2.google.com/mw-panoramio/photos/medium/10179799.jpgLorena salió de casa a dar un paseo; se sentía triste de estar desempleada desde que la empresa para la cual había trabajado como economista había quebrado hacía unos seis meses atrás. Confiaba en que llegarían tiempos mejores. Por el momento ella daba clases particulares de matemáticas a niños en edad escolar dos veces a la semana.

Luego de caminar un rato por su barrio, Lorena entró a una cafetería. Buscó una mesa vacía; no había ninguna. Sin embargo, al ver Lorena un hombre solo sentado a una mesa tomando un café, leyendo un periódico y una silla vacía a su lado, ella se detuvo delante de él. Y le preguntó si podía tomar asiento a su lado. Al cruzarse sus miradas, ella sintió que el desconocido podía adivinar la tristeza que llevaba escrita en sus ojos. 
- No espero a nadie - le dijo el desconocido. Estaba solamente tratando de leer el periódico, pero no puedo. Estoy un poco nervioso y es que... De pronto, él calló abruptamente.
- ¿Tienes algún problema del cuál quisieras hablar? - preguntó Lorena. Era una forma de animarlo a hablar... de conversar.
El desconocido después de negar con la cabeza,  le preguntó:
- ¿Trabajas?  La pregunta sorprendió a Lorena.
- No - fué la respuesta de ella. No quería contarle que desde hacía meses que ella buscaba trabajo. Y para no hablar de ella, le preguntó: ¿Y tú?
- Yo si trabajo, pero hoy día no -respondió el desconocido. Él no le dijo que había llegado anoche en tren de otra ciudad a ésta para una entrevista que se llevaría a cabo en una hora cerca de la cafetería.
- ¿Te gusta tu trabajo? - preguntó Lorena.
- Sí - fué la respuesta seca del desconocido. Él no quería comentarle a Lorena que él tenía la propuesta de administrar un banco que se encontraba cerca de la cafetería ni tampoco tenía ganas de contarle que  quería cambiar de ciudad para olvidar a su ex- esposa, quien lo había dejado por otro hacía poco tiempo atrás. Y para cambiar de tema le preguntó si ella también quería tomar un café. Ella aceptó. Él pidió también otro para él.
Y después que el camarero les trajera los cafés, el desconocido le dijo a Lorena:
http://mysardinia.com/content/latte-macchiato.jpg- No hablemos. Mientras tú tomas tu "latte macchiatto" y yo mi "capuccino", podemos mirarnos. Me gustan tus ojos tristes. Me dan paz. Y esto es lo que necesito en este momento.
http://quefaccioyoaqui.files.wordpress.com/2008/03/cappuccino-4.jpgLorena aceptó aunque los ojos negros del desconocido tuvieran una fuerza intensa... de fuego. Bebieron en silencio mientras se miraban. Le hizo mucho bien a Lorena sentirse necesitada. ¡Pero qué rara situación! Nunca había conocido un hombre tan especial como él. Cuando terminaron de beber sus cafés, el desconocido pagó la cuenta, le dió un beso en la frente a Lorena, le dijo Gracias y salió de la cafetería.
Ella quedó desconcertada. ¿Lo volvería a ver?

Dos meses después, cuando Lorena entraba a su banco para sacar dinero del cajero, escuchó que alguien detrás suyo le preguntó:
- "¿Te tomarías en este momento otro Latte Macchiatto conmigo, pero esta vez sí hablamos para conocernos mejor?"
Lorena reconoció los ojos del desconocido. Aceptó la invitación.

Sé por Lorena que el desconocido se llama Martinus y  no solamente está interesado en ella como persona, sino que la quiere ayudar a encontrar trabajo. Por lo pronto, en la sección tesorería en otra filial del banco para el cual él trabaja hay un puesto vacante. Una buena oportunidad para Lorena... para regresar al mundo laboral.

Marisol