martes, 21 de mayo de 2013

La escalera del éxito

Si hay un secreto del buen éxito reside en la capacidad
 para apreciar el punto de vista del prójimo 
y ver las cosas desde ese punto de vista así como del propio. 

Henry Ford (1863-1947) Industrial estadounidense.


- ¿Sabes lo que es el éxito? - le preguntó la escalera a Roberto mientras él se encontraba bien arriba de ésta.
- ¡Claro que sí! - le contestó Roberto riéndose a carcajadas. Si lo tengo todo. La mayoría se queda abajo o llega hasta la mitad. Pero yo, he llegado muy alto. Yo, sobresalgo, estoy encima de los demás. ¡Ha!
- Eso es lo que tú crees - le dijo la escalera. En realidad, la noción del éxito es subjetiva o relativa. Normalmente el éxito está asociado con la riqueza material y fama. Pero esto no es cierto.
- ¿Por qué me dices esto? le preguntó Roberto.
- Porque  es una visión pobre y distorsionada de la realidad.  Es un esquema simplificado de la vida que separa a exitosos de fracasados.
- No te entiendo - dijo Roberto un tanto irritado. Normalmente él es una persona muy inteligente, pero la respuesta de la escalera no lograba entenderla.
- Es muy sencillo, Roberto.  Tú para mí no eres un hombre exitoso al 100%. Ante mis ojos tú eres un fracasado.
- Pero, ¡qué dices! - gritó Roberto. Su voz temblaba de la indignación. ¡Qué se había creído, la estúpida escalera!
-  ¡No estoy sorda! - le dijo la escalera fría y distante. La escalera estaba cansada de ver tanta gente igual como Roberto. 
- ¡No es cierto!  ¡Yo no soy un fracasado!- le dijo furioso Roberto. 
- Te equivocas - lo contradijo la escalera. Tú podrás tener muchos bienes materiales, pero todo eso no es importante para mí. A tí te falta lo más importante.
- Y ¿qué es?  Roberto no tenía más ganas de seguir hablando con la escalera. Él estaba perdiendo su tiempo valioso. Cada minuto de él costaba miles de dólares.
- Ser del todo feliz - le contestó la escalera y luego agregó: El éxito está entendido, por ejemplo, como el resultado feliz de un negocio. Pero, ¿qué es un resultado feliz? ¿solamente importa el resultado? ¿O acaso no es más importante que la persona que logra un éxito se considere una persona feliz? Mira, Roberto, me da lástima ver como personas como tú piensen que el éxito es medido por la cantidad de dinero, posición social, fama o poder que uno tiene y... 
- ¡Cállate! Roberto  no quería seguir escuchando a la escalera.
- Es de mala educación interrumpir - dijo la escalera. Te guste o no, Roberto, el éxito no es solamente obtener lo que quieras ¿De qué te sirve lograr objetivos si tu salud está comprometida, si has descuidado tu cuerpo, a tu familia la ves de vez en cuando porque tú siempre estás viajando por tus innumerables proyectos, si no tienes casi nada de contacto con tus amigos y tu espíritu está afligido porque te falta el amor? Es importante que tú reflexiones sobre el verdadero significado del éxito, ¿no crees?
Al escuchar estas palabras, Roberto bajó peldaño por peldaño. Al llegar al primer escalón, se sentó.  La escalera lo había impactado. El éxito en su vida recién llegaría a felicitarlo cuando él se sintiera del todo feliz.

Marisol 


  
Imagen sacada de bing
 

jueves, 16 de mayo de 2013

Jugando a las escondidas


- ¡Juguemos ahora a las escondidas, Lorena! 
- ¡Bien, pero no hagas trampas! Tú sabes, Eduardo, que no me gusta que mires dónde yo me escondo.
- ¡Es que tengo miedo de perderte de vista, Lorena!
- No seas tonto, Eduardo. Mientras le decía estas palabras Lorena reía alegremente. Era feliz. Eduardo también. Disfrutaban de tenerse el uno al otro. Eran inseparables. Eduardo le había dicho que cuando fueran grandes se casarían, tendrían dos hijos y vivirían en el extranjero. 

Esta conversación como tantas otras más se habían dado hacía cuarenta y cinco años entre Eduardo y LorenaCuando Eduardo llegó desde el extranjero al barrio donde solía jugar con su primer gran amor, Lorena, recordó palabra por palabra todo lo conversado con ella. Eduardo bajó la cabeza; le había fallado porque no había cumplido con su palabra. Sacudió la cabeza para no pensar....pero, ¡si habían sido solamente niños con sueños estrafalarios!  


El barrio había cambiado bastante. Habían otras casas; se veía diferente. La casa donde sus padres habían vivido cinco años ya no existía; se había construído un edificio en su lugar.  ¿Y la casa de los padres de Lorena? Caminó tres cuadras y la reconoció. Allí seguía en pie. Una  casona antigua, pero bien cuidada. Se acercó y tocó el timbre.

Le abrió la puerta una mujer de unos setenta años. Era la hermana mayor de Lorena, Gladys.  
- ¿Qué desea? - le preguntó Gladys
- Buenas tardes. Soy Eduardo Villalta, amigo de barrio y de su hermana Lorena.
Gladys después de mirarlo fijamente a los ojos le dijo sorprendida:
- ¡Ah! el amiguito español de mi hermana. Tengo algo para Usted. Espere un momento, por favor. Y luego ella cerró la puerta.
Afuera quedó Eduardo, desconcertado. ¡De qué le servían sus millones amasados -a través de la venta de petróleo crudo- cuando en este momento se le trataba como a un extraño y lo dejaban esperando en la calle como a un mendigo!    ¡Vaya, vaya!
Después de unos diez minutos llegó Gladys con una carta y se la entregó. Eduardo miró a Gladys desconcertado. Ella, después de haberle entregado la carta, cerró la puerta. 
¡Bastante huraña esta mujer! pensó Eduardo mientras abría el sobre. Era una carta corta de Lorena.

"Recordado Eduardo:
Espero que algún día tus pies te traigan hasta la casa de mis padres. Ellos ya no viven más (y yo tampoco estaré entre lo vivos cuando leas estas líneas), pero mi hermana Gladys con su hija, yerno y dos nietas habitan esta hermosa casa. Bueno, como Gladys es la persona en la que más confío, le he entregado esta carta para que te la dé. Ella sabe todo de mí... ¡de cuánto te quise!  ¿Te acuerdas cuándo jugábamos a las escondidas de pequeños? Teníamos cinco años cuando empezamos y diez años cuando dejamos de jugar... cuando te fuiste con tus padres a otro país porque tu padre trabajaba como embajador. Me prometiste de regresar. Y como yo me cansé de esperarte, me casé con veinte años con un buen hombre, Carlos, y tuvimos tres hijas: Elisa, Marcela y Susana. Nunca trabajé; me dediqué por completo a mi familia. Fuí feliz, o por lo menos, pienso que lo fuí. ¿Qué es la felicidad? Espero que tú hayas entendido el significado de esta palabra.
Te dejo un fuerte abrazo,
Lorena

PD: Quién sabe si en el momento en que tú estés leyendo mi carta, yo te observe desde mi escondite. ¡Cómo me gustaba jugar a las escondidas contigo!   Tal parece que la vida se encargó de que yo nunca te pudiera encontrar. Te busqué por el internet, pero nunca dí contigo.

Eduardo, después de leer la carta, tocó el timbre de la casa de Gladys.
- ¡Ah! Usted nuevamente - le dijo Gladys secamente.
- ¿Cuándo y de qué murió Lorena? - preguntó Eduardo. Temblaba.
- Murió de cáncer al pulmón hace tres años atrás - respondió Gladys y luego agregó- Perdone, pero tengo que hacer. Estoy cuidando a mis nietas. Buenas tardes.
  
Eduardo como un autómata regresó al auto alquilado. Allí lo esperaban su chófer y secretario. No tenía ganas de reunión alguna. La canceló. Quería estar solo. La carta de Lorena lo había estremecido. ¿De qué le servían sus millones si sus dos matrimonios no habían funcionado, si sus hijos lo buscaban solamente para pedirle dinero y la gente que lo rodeaba lo quería por interés? Hubiera querido dar todo su dinero en este preciso momento y dejar de ser el hombre sesentón desconfiado, irascible y duro que era, para volver a ser el chiquitín inocente de antes que jugaba con Lorena a las escondidas.
 
Marisol 

 
 
 


domingo, 12 de mayo de 2013

Misión secreta



Todos sabemos que la doble vida de un agente secreto en la ficción parece emocionante, pero en el mundo real la cosa es más complicada. Sinceramente no creo que sea una buena elección de vida. Sin embargo, aquellos que logran tener éxito se convierten en una suerte de creadores seriales de nuevas identidades. Y es que llevar existencias separadas es como crear novelas diferentes con distintos repartos de personajes. Pues bien, si bien vivir día a día como dos personas diferentes puede implicar una peligrosa existencia, el caso de Milli Wilson, es completamente distinto. 

Milli es una niña de 10 años, hija de mexicanos. Su madre, quien tiene una tienda de flores en la ciudad de San Diego donde Milli la ayuda una vez a la semana por un par de horas, estuvo casada con mexicano antes de volverse a casar con un ingeniero  estadounidense

Milli no llegó a conocer a su verdadero padre. Él abandonó a su madre cuando ella era una recién nacida. Si bien su madre nunca habló mal de él, tampoco le gusta hablar de su primer esposo. Tampoco le ha enseñado fotos ya que su madre no tiene ninguna foto de él.

Pues bien, Milli (quien en realidad se llama Milagros Vargas, así se apellida su padre) lleva el apellido Wilson, porque su padrastro la adoptó después de casarse con su madre. Pero ahora sí, voy al grano... Desde hace un par de meses que Milli se ha convertido en un agente secreto. Una vez a la semana ella, los jueves por la tarde, sale en bicicleta a repartir cuatro rosas; las coloca sobre los parabrisas de cuatro autos diferentes estacionados en el aparcamiento de un supermercado cercano a su casa.  En realidad, es un acto de bondad el de Milli. Ella, de manera anónima, lleva alegría a quienes puedan estar atravesando por un mal momento, si bien nunca se queda para ver quién es la persona que los encuentra. Pero yo sí. 

Como yo conozco la vida que hace Milli, la sigo, normalmente, en esta misión secreta. Cuando yo no puedo, lo hace su madre. Su madre como buen agente secreto (la tienda de flores, protegida por el gobierno, es un lugar de encuentro de agentes secretos para intercambiar información), la sigue sin que Milli se dé cuenta. No solamente su madre está orgullosa de Milli, sino yo también puesto que yo soy su padre. Pero, sh....., más no cuento porque como buen agente secreto no debo hablar más de la cuenta.

Marisol




miércoles, 1 de mayo de 2013

El borrador

- Te voy a borrar. ¡Ya verás! -  le dijo Antonia a su dibujo. No le gustaba como había quedado. Antonia sentía que todo lo que hacía, lo hacía mal.
Cuando Antonia vió como el muñequito de su dibujo corría en dirección contraria a su mano, paró de borrar. Y luego le preguntó:
- ¿Por qué corres asustado? 
- No quiero desaparecer. ¡Déjame vivir! 
- ¿Y para qué quieres vivir? - le preguntó Antonia de manera sarcástica. 
- Para compartir tu mundo - le respondió el muñequito y luego le dijo- Yo soy parte de ti.
- No me convence tu respuesta - le dijo Antonia. Luego continuó hablando- Pero si me das una explicación valedera, agarro otro papel y empiezo de nuevo con otro dibujo.
El muñequito la miró con miedo mientras temblando le dijo a Antonia lo siguiente:
- Si me borras, estarás tú borrando todos los errores de tu pasado. Y esto no es posible. Debes aprender a vivir con ellos, son parte de tu historia de vida, de tus experiencias hechas. 
Antonia lo miró desconcertada. Dejó el borrador de lado. Luego ella colgó el papel con el dibujo del muñequito en la pared para que le recordara por todos los errores cometidos hasta ahora. A partir de ese momento el muñequito se convirtió en la voz de su conciencia. Mejor dicho, en la sabiduría de su presente

Marisol