viernes, 18 de febrero de 2011

La botella mágica

http://idesigniphone.net/wallpapers/25871.jpgComo su casa no quedaba lejos de la playa, Amalia salió muy temprano por la mañana de un día domingo a caminar; le gustaba dejarse envolver por el rumor de las olas y disfrutar de la playa -casi vacía- de varios kilómetros de largo. Luego de una hora de caminata, vió una botella que flotaba cerca de la orilla; la recogió. Para su sorpresa la botella contenía un mensaje. Desenrrolló el papel. Era una carta escrita a máquina con un corto mensaje y un poema de Mario Benedetti, ¡su poeta preferido!

¡Hola!
Quiero con esta carta compartir contigo, un poema que me está ayudando a salir adelante. No quiero contarte sobre los problemas que tengo actualmente porque cuando encuentres mi botella, quizás sean otras mis preocupaciones. En todo caso, deseo que guardes este poema y que lo recibas como un regalo de alguien que, a pesar de todo, ama la vida.
Te dejo un abrazo,
Jorge

Defensa de la alegría
de Mario Benedetti

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardíacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y de la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría


http://image.librodearena.com/b/2/1384352/1184327027_9dd979755d.jpgAmalia después de leer este poema, guardó la carta y la botella dentro de su bolso. Este hallazgo le llegaba como un regalo del cielo... Después de haber caminado unos cinco kilómetros aproximadamente, Amalia encontró a un hombre más joven que ella al lado del mar que tiraba una botella al mar. Un hombre mayor se encontraba a su lado conversando con él.

Amalia curiosa se les acercó y le preguntó al hombre más joven si se llamaba Jorge.
- Sí, soy yo. Encontraste mi botella, ¿verdad?
- Sí, hace un rato. Hola, me llamo Amalia y sonrió levemente.
Jorge, quien tenía puestos unos anteojos oscuros, le dijo:
- Lamentablemente no te puedo ver, pero me gusta tu voz. El hombre mayor le sonrió a Amalia y le dijo:
- Soy el tío de Jorge. Me llamo Carlos. Y le extendió la mano.
Después que ella le diera la mano, le preguntó a Jorge:
- ¿Por qué has tirado esas dos botellas al mar?
- Esas dos botellas representan a dos personas que quise mucho y que las perdí hace un año y... La voz de Jorge se quebró. Tenía ganas de llorar, pero se contuvo. Luego agregó: Y hoy es una fecha especial; es el cumpleaños  de mi madre y de mi padre también.
Amalia se dió cuenta que no debía hacer más preguntas. Y, más bien, le prometió a Jorge que guardaría la botella y la carta como un tesoro.
Antes de despedirse, el tío de Jorge le dijo a ella:
- Me gustaría invitarla a almorzar el próximo sábado. Mi casa es aquella blanca que ve allí al frente sobre esa colina. En esa casa vivo yo con mi esposa y mis dos hijos. Mi sobrino Jorge vive con nosotros desde hace un año. ¿Qué le parece la idea? Como no vive mucha gente por esta zona, podríamos conocernos, ¿qué dice?
Amalia lo miró. ¿Por qué no? Era hora de hacer vida social. Si bien su esposo e hijo habían fallecido hacía ocho meses y ese tremendo dolor le oprimía el pecho, no podía seguir viviendo en soledad. Y sin embargo, cuando ella iba a decir que no podía aceptar la invitación, Jorge como presintiendo que algo pasaba, le dijo rápidamente:
- El próximo sábado tengo yo cumpleaños. Cumplo veintitres. No he invitado a nadie. Pero me gustaría que tú vinieras a almorzar. Mi tía es una experta cocinera, muy simpática y mis dos primos, quienes son un poco menores que yo, son encantadores. ¿Qué dices?
Amalia ya sin titubear le contestó:
- Vivo como a cinco kilómetros de acá. Aún no sé si venga caminando por la playa o en auto. Y si vengo con éste, necesito saber la dirección de ustedes.
Carlos, el tío de Jorge, le preguntó:
- ¿Tiene Usted su celular a la mano?
Amalia le dijo que sí.  Siempre lo llevaba en su bolso.
- Bien, entonces, intercambiemos nuestros números y así estamos conectados. Yo me ofrezco también a recogerla, si lo prefiere - le dijo Carlos.
- No es necesario - ella contestó. Si me animo a venir caminando, después podría usted llevarme a casa. Esta podría ser otra variante. Sonrieron todos.
Antes que Amalia se despidiera de ellos, agarró del brazo a Jorge y le dijo:
- Curiosamente yo también tengo cumpleaños el próximo sábado. Cumpliré cincuenta y tres. Siento que tu botella ha hecho un milagro en mí. Y te lo agradezco, de corazón. Ya hablaremos.
Jorge emocionado le dijo:
- Amalia, me gustaría que como regalo de cumpleaños me leyeras el poema de la botella. Es que tu voz suena igual a la de mi madre.Y ella se lo recitaba a mi padre cuando él se lo pedía. No te pido que te lo aprendas de memoria, solamente que me lo leas.
Amalia aceptó. Se despidieron con un abrazo. Dos almas -golpeadas por el destino- se habían encontrado en el camino de la vida.

Y mientras Amalia regresaba a casa, decidió que después de prepararse un rico desayuno se aprendería de memoria el poema. Mucho esfuerzo no le causaría porque experiencia en teatro tenía aunque ya no trabajara... Quizás era momento de volver al escenario. En todo caso, ahora volvería a recitar como antes. A partir de este momento, Amalia tendría una semana de tiempo para "defender la alegría" ... de vivir.... ahora y siempre.


Marisol

Después de haber leído este cuento te has puesto a pensar ¿quién sería la otra persona que encontró la segunda botella arrojada por Jorge? Pues, si bien él no lo sabe, yo sí te lo diré. Esa persona eres Tú.


                               Imagen 1 sacada de:                                
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