miércoles, 20 de abril de 2022

Midiendo la felicidad

 

Érase una vez un rey llamado Vasilio I que sólo era feliz cuando su reino crecía. Él no se conformaba con tener sólo miles de kilómetros cuadrados. Más bien, se había propuesto expandir su reino a millones de kilómetros cuadrados así tuviera que librar muchas batallas y dejar muchísimos muertos a su paso para conseguir su propósito. Y es que su propia felicidad estaba en juego ya que él ésta la medía en kilómetros cuadrados.

Un buen día Vasilio I se reunió con dos de sus mejores asesores: Don Deseo y Doña Opinión, por cierto, dos seres siniestros, tan igual o peores que el mismo rey. Pues bien, Don Deseo estaba siempre a las órdenes de su rey para cumplirle todos sus caprichos.  Si bien es cierto que los caprichos pueden ser perdonados, es un crimen despertar una pasión duradera para satisfacer un capricho, ¿no es cierto? La verdad era que la pasión de Vasilio I era coleccionar kilómetros cuadrados para no solamente poder tener el reino más grande del mundo, sino para poder ser el hombre más feliz del mundo. 

Bien, por este motivo, su asesor Don Deseo estaba allí para ayudar, a costa de lo que fuera, a que su rey fuera feliz hasta el final de los tiempos, así estos tiempos estuvieran vestidos de maldad. Pero ¡ojo! acusar a la maldad de los tiempos es excusarnos a nosotros mismos, ¿verdad? Pues sí, porque aparte de los malos deseos también existen los deseos nobles, aquellos que nacen del corazón para el bien de uno mismo y para la de los demás. Sin embargo, con Vasilio I esto era imposible y para su reina consorte también. Acaso, ¿ella era igual de mala que él? No, el gran problema de la reina consorte era que no lo podía abandonar porque le tenía mucho miedo. Si bien el miedo  no evita la muerte, el miedo evita la vida. 

La pobre reina consorte se sentía como una muerta en vida. ¡Ay! De  nada le servía tener el reino más grande del mundo si ella no era feliz al lado de su esposo y menos aún por no salir  embarazada aunque supiera por la asesora Doña Opinión que el rey tenía con otras mujeres muchos hijos desperdigados por todo su reino. 

La verdad sea dicha de paso, a Vasilio I la opinión de los demás le tenía muy sin cuidado como tampoco le importaba que le llamaran sus enemigos: el rey sanguinario. La verdad que a la reina consorte sí le importaba porque mucha gente pensaba que ella era igual de sanguinaria que el rey. Mucha culpa tuvo Doña Opinión ya que ella se había encargado de presentar ante la opinión pública una pésima imagen de la reina consorte. Y ¿sabes por qué? Porque el mismo rey había dado la orden porque quería deshacerse de ella por no poderle brindar hijos. Y una descendencia real era lo que Vasilio I más quería, a parte de expandir mucho más su reino.

Bien, la reina consorte rogaba en silencio en quedar embarazada porque su esposo ya la había amenazado de muerte si ella no le daba descendencia. En mala hora que la reina consorte se casó con él. ¡Ay! Un buen día ella desapareció de la vista de todos. Se hizo creer a todos que la reina consorte había fallecido víctima de una enfermedad incurable. En realidad, ella había sido envenenada por el mismo rey y por sus dos malditos asesores.  Poco tiempo después Vasilio I se casó con otra mujer de la realeza. Esta vez la nueva reina consorte no sólo estaba encantada en que su reino creciera más y más, sino que ella le dió cuatro hijos al rey. Cada uno de ellos resultó ser menos o más brutal que su propio padre.

Bien, querido lector, si hubieras tenido el buen deseo de ayudar en escapar a la primera esposa del rey, ¿crees que lo hubieras podido conseguir aunque tu vida hubiera peligrado? Y ¿qué piensas de Vasilio I? ¿Crees que él llegó a ser realmente feliz?  ¡Cómo me gustaría saber cuál es tu opinión!

 

MARiSOL

sábado, 2 de abril de 2022

Una revolución necesaria

 


Las necesidades humanas están enemistadas unas con otras y es que todas ellas han sido, a la fuerza, designadas por jerarquías en una teoría psicológica propuesta por Abraham Maslow (1908 - 1970) en su obra "Una teoría sobre la motivación humana". Pues bien, este psicólogo estadounidense se hizo conocer por su psicología humanista la cual se caracterizó por apoyarse en concepciones del ser humano de profundas raíces filosóficas, sobre todo, en los procesos de búsqueda de autorrealización.

Pues bien, todas las necesidades humanas, que son muchas, se encuentran viviendo en diferentes niveles dentro de la pirámide de Maslow. Te preguntarás, querido lector, de qué trata esta pirámide. Pues es una teoría de motivación que trata de explicar qué es lo que impulsa la conducta humana. Como verás esta pirámide consta de cinco niveles que están ordenados jerárquicamente según las necesidades humanas que atraviesan todas las personas. Bien, ahora ¿cuáles son estas necesidades? Te las presento:

El primer nivel está habitado por las necesidades fisiológicas, en el segundo nivel se encuentran las necesidades de seguridad, en el tercer nivel están las necesidades de afiliación o sociales, en el cuarto nivel viven las necesidades de estima o reconocimiento y finalmente en el quinto nivel las necesidades de autorrealización.

Bien, ahora empieza este cuentito...  Todas estas necesidades viven no sólo en distintos niveles sino que por pertenecer a una determinada jerarquía no pueden juntarse unas con las otras. Y todo porque las necesidades que atañen a todo individuo se encuentran organizadas de las más urgentes a las que lo son menos. O sea, si consideramos que las necesidades del quinto nivel son más importantes que las de los otros niveles, qué dirías tú, ¿querido lector? ¿Podrías atreverte a gritar a los cuatro vientos que te encuentras plenamente realizado? Por lo pronto, todas las necesidades se han autodeclarado super importantes. Todas y cada una de ellas están alborotadas y se niegan a seguir viviendo dentro de la pirámide de Maslow. Te preguntarás ¿por qué? Pues porque muchos de los conceptos y categorías descritos en la pirámide de necesidades de Maslow son demasiado ambiguos para ser examinados científicamente. Y es que la noción de autorrealización es demasiado abstracta, sobre todo, en estos días ... 

Es así como todas las necesidades se han cuestionado la secuencia que Maslow propuso en su teoría ya que se puede demostrar que no hace falta tener cubiertas las necesidades  básicas para perseguir objetivos relacionados con las necesidades superiores. Pero, ¿qué pasa cuando las necesidades básicas sí son importantes y muchos de nosotros nos contentamos con tenerlas satisfechas?

Esta revolución tenía que darse porque todas las necesidades cuestionan la investigación de Maslow porque él se basó en una muestra muy pequeña de indiviuos.

- ¡Maslow no nos representa! - gritaban todas necesidades mientras escapaban de su cautiverio y salían en tropel de la pirámide. Te preguntarás por qué, querido lector. Y es que una de las necesidades (no quizo dar ni su nombre ni mencionar de qué nivel se había escapado) me dijo al micrófono (soy reportera) con voz fuerte y segura es que unas de las críticas a la metodología aplicada por Maslow es que él eligió a personas que consideraba autorrealizadas después de leer sobre ellas o hablar con ellas. Es más, las personas a las que Maslow entrevistó para su pirámide de necesidades no representan a la mayoría de la población humana; sólo se basó su estudio en personas excepcionales como Albert Einstein, por ejemplo. 

Bien, he de hacerte saber que ni tú ni yo podemos compararnos con este genio de la Física ni tampoco a mí me interesa y, ¿a ti?  Pienso que a muchos nos interesa vivir en equilibrio aunque nuestras vidas sean imperfectas porque la felicidad no es activa sino, más bien, contemplativa. Y mientras te hago saber esto, las necesidades me rodean porque todas ellas tienen algo que decir, más que todo, presentar sus quejas. Pero yo te digo, querido lector, que mi intención no es quejarme sino, más bien, llamarte a la reflexión porque  cada cual posee el secreto de su propia felicidad y para ello hay que conocerse bien a uno mismo, claro está, y saber qué se quiere. Pero lamentablemte son millones de personas que ni siquiera están en condiciones de poder atrapar la felicidad entre sus manos por estar expuestos, p.e. a estar desempleados, a pasar hambruna, a  vivir guerras y un largo etcétera de situaciones desagradables. 

Antes de terminar, te dejo, querido lector, una pregunta: ¿qué diferencia hay entre un rólex y un reloj sencillo? Acaso, ¿piensas que para ser feliz hay que tener un reloj de marca? Pues, no, ¿verdad? Porque uno puede tener éxito pero no estar del todo satisfecho y tener la constante sensación de que nos falta algo para alcanzar la felicidad plena sintiéndose no autorrealizado. Tal vez ha llegado el momento de que cada uno de nosotros arme su propia pirámide y tome conciencia de las necesidades que desearía tener cubiertas. Por lo pronto, la más importante para mí (no sé cuál sea la tuya) es la de Seguridad... Será porque hoy más que nunca me doy cuenta que muchos políticos se preocupan más de la seguridad de sus puestos que de la seguridad de su propio país. Será porque todos los políticos no solamente saben que en una revolución, como en una novela, la parte más difícil de inventar es el final, sino que cuanto más tiempo dura una disputa, más lejos nos hallamos del final... ese final perfecto que nos invita a desear que en todo el mundo pudieran vivir en armonía todas nuestras necesidades humanas.


MARiSOL