martes, 20 de septiembre de 2022

La casa de cristal

Érase una vez una casa de cristal que se encontraba ubicada entre mi fantasía y mi realidad. Un día al pasar mi alma caminando delante de ésta, la invitó a que entrara. Un tanto indecisa estuvo mi alma antes de aceptar su invitación. Pues bien, al entrar a esta casa, vió con  asombro que los muebles eran también de cristal, menos los cojines, cortinas, alfombras, plantas y flores que la adornaban.

- ¡Pónte cómoda! - le dijo  la casa de cristal a mi alma. Su voz, nada amenazadora, se dejaba sentir en todos los ambientes. Había algo en ella que me hacía sentir bien. Era el momento de poner en orden mi vida. Es así como me senté con cuidado en un sillón de cristal cubierto de unos finos y gruesos almohadones. Junto a éste había una mesa pequeña de cristal adornada con ricos canapés, una hermosa copa de cristal y una botella de champaña. Estaba asombrada de su gran amabilidad. 

- ¿Qué quieres de mí? - le pregunté a la casa de cristal. Tenía curiosidad de saber qué era lo que ésta tenía que decirme en este momento crucial de mi vida.

- Mi mayor deseo es tranquilizar a tu alma porque veo que cual hermoso cristal está lleno de fisuras y temo que se rompa en mil pedazos. Debes de saber que en este mundo lleno de traidores no hay verdad ni mentira; todo es según el cristal con que se mire.Y tú no tienes un alma traidora. Quién piense así de ti se equivoca completamente. Es más, la persona que sospecha invita a ser traicionada. Pero, yo sé que tú esto ni lo piensas, ¿verdad?

Mi respuesta no se dejó esperar. Es cierto, porque la traición, aún soñada, es detestable. Es más, la traición la emplean todos aquellos que todavía no han llegado a comprender el gran tesoro que se posee siendo dueño de una conciencia honrada y pura sin medias tintas de por medio. Y aunque como ser humano no sea perfecto, mi alma no guarda ni rencor ni tiene ganas de traicionar a nadie porque, al final, me traicionaría a mí misma.

Sin embargo, la casa de cristal me hizo saber que con ciertas personas es mejor ser traicionado a tener que desconfiar siempre de éstas, porque la desconfianza es una señal de debilidad. Mi alma me pide que la sostenga con todas mis fuerzas. La casa de cristal, después de escucharme, me promete brindarme su apoyo al hacerme saber que el pesimismo conduce a la debilidad mientras que el optimismo al poder. 

- Pero, ¿de qué sirve el poder? - le pregunto dubitativa a la casa de cristal.

- Mira, cualquier poder que no se base en la unión, es débil. Aún más, todo aquel que tenga poder debe saberlo usar livianamente ante los demás. Y es que si bien casi todos podemos soportar la adversidad, son sólo pocos los que con poder en mano tienen un buen carácter. Recuerda que el poder y el despotismo duran poco. Pero, lo más importante es que el poder, cual explosivo, si no lo manejas con cuidado puede estallar. ¿Me entiendes?

Mientras tomaba un sorbo de champaña y degustaba de un rico canapé, mi alma empezó a sentirse empoderada porque la casa de cristal le estaba haciendo ver que era saludable alejarse del rol de víctima, mi alma tenía que volver a potenciar su fortaleza emocional, aceptar los cambios y los retos, seguir avanzando por más que el mundo quisiera detenerla y seguir adelante pase lo que pase, desarrollar mi ser emocional reforzando mi estructura interna es lo que mi alma me pide, rodearme de personas empoderadas para poder recargar energías porque las personas motivadas con metas y propósitos claros, ayudan mucho, también veía necesario elegir bien porque muchos seres humanos viven buscando aprobación y determinan su vida, vivencias, estados de ánimo en función de los otros. Y, por último, basarse más en experiencias hechas que en símbolos como estatus social o dinero. Sin  embargo, en este útlimo punto tuve que contradecir a la casa de cristal porque mi mayor preocupación es tener suficiente dinero para poder ayudar a un ser querido que me necesita por fuerza mayor.

La casa de cristal al escuchar mi argumento me hizo saber que si bien yo tenía razón, no olvidara que las experiencias que hago mientras gano mi dinero son importantes para mi alma. Mientras reciba cariño y reconocimiento a mi trabajo puedo considerarme una persona afortunada. Estas nuevas experiencias de vida son las que me ayudan a no quebrarme por dentro. Y ya para terminar, la casa de cristal me dijo  que nada es tan difícil que no pueda conseguir la fortaleza ya que ésta crece en proporción a la carga. Es un error pedir una carga apta para nuestros hombros; importante son unos hombros aptos para soportar esa carga que nos aqueja.

Al salir mi alma de la casa de cristal se sentía más fuerte y animada porque, después de lo conversado, se sentía útil de poder aliviar un poco la carga de sus semejantes, sobre todo, de uno en especial por ser  no solamente tan frágil como un cristal, sino por tener muchas fisuras al igual que mis ilusiones infantiles. Y es que son justamente las ilusiones infantiles las que todavía me hacen decir si percibo una fisura en la coraza de un persona. Pues bien, no todo está perdido, más bien, hace falta poco para hacer palpitar a ese corazón detenido. Y el mío sigue palpitando con fuerza porque, indudablemente, no es de cristal.

MARISOL